DAVID RUIPÉREZ.- La educación para la salud resulta fundamental a cualquier edad, pero en chicos y chicas de 9 y 10 años determinados mensajes pueden conseguir alejarles de hábitos como la bebida o el tabaquismo, que les van a tentar –según reflejan las estadísticas- en un plazo de dos o tres años. Saber cómo actuar ante una persona que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria puede ser la diferencia entre salvar una vida o ver a alguien morir a nuestros pies. Estos preadolescentes tienen a veces ideas muy vagas del trabajo diario de una enfermera. Lo más repetido es que curan o ponen inyecciones, pero sólo en una sesión de sesenta minutos, la mayoría se da cuenta de que hay enfermeros en muchos lugares que visitan con frecuencia y se acumula gente y, sobre todo, que les pueden ayudar a llevar una vida más sana e incluso ayudar a sus padres a abandonar hábitos perniciosos.