MARIBEL RUIZ.- Antes de su estreno en los cines, la película 100 metros ya tenía etiqueta: una historia de superación. Sí, pero no una historia de superación así sin más, porque en este caso, toda simplificación es vana. La de 100 metros está inspirada en la vida real de Ramón Arroyo, un joven treintañero absorbido por el trabajo hasta que le diagnostican esclerosis múltiple.
En el papel de Ramón, el actor Dani Rovira nos enfrenta a esa dura realidad en la que su mundo se tambalea cuando le comunican que padece una enfermedad degenerativa y nada en su vida volverá a ser igual.
Inicia así el protagonista un periplo hasta ver la esclerosis múltiple como una “mala compañera de baile” y lidiar con ella mediante el deporte.
Y para esta lucha cuenta con el apoyo de su familia: la fuerza que le transmite su mujer, Inma (Alexandra Jiménez); la ayuda a regañadientes de su suegro, Manolo (Karra Elejalde), un profesor de Educación Física jubilado, y la inspiración de sus hijos.
Aprender a vivir
De ese modo aprende Ramón a vivir con su enfermedad y empieza a caminar con dificultad esos cien metros que le pronostican que pronto no podrá andar. Una vez superado este reto, las peculiares sesiones de entrenamiento con su suegro le llevan a correr y, entonces, se fija un objetivo mayor: hacer un Ironman, una de las pruebas deportivas más duras que existen.
En esta aventura, no falta el drama, pero tampoco el humor. Son esas escenas que hacen reír al público las que van puliendo los momentos difíciles de la esclerosis y sus brotes. Nos las regalan Rovira y Elejalde, quienes nos tienen más acostumbrados a la comedia.
Sin embargo, el director, Marcel Barrena, ha sabido ver la complicidad de estos actores y llevarla a la historia de Ramón, pero también a la de Manolo porque, a fin de cuentas, ambas tienen su parte trágica, al tiempo que una salida para combatirla.
Por eso, 100 metros es mucho más que una historia de superación. Es una película en la que conocemos la crudeza de la esclerosis múltiple y su afrontamiento desde el coraje, la valentía, la fuerza de voluntad, el trabajo en equipo de una familia entera, el amor propio y el amor que se reparte con los hijos, la pareja, los padres. Emociona y conmueve, sus valores calan hondo.