DAVID RUIPÉREZ.– Un estudio llevado a cabo en el Instituto de Economía de la Salud y Gestión de la Atención de Salud (IGM) de Múnich (Alemania) refleja que un contacto regular y programas de infomación al paciente en manos de enfermeras expertas implica una serie debeneficios positivos para el paciente infartado. Este seguimiento, según la investigación, se traduce en una mejora de la fuerza muscular y los niveles de lípidos en sangre con menores restricciones en la actividad física y con presencia de una dieta más saludable.
Los resultados se basan en la evaluación de los datos del estudio Korinna en el que los investigadores examinaron los historiales de más de 300 pacientes mayores de 65 años que habían sufrido un infarto de miocardio. Tras ser dados de alta en el hospital, los pacientes fueron aleatoriamente divididos en dos grupos, uno recibió el seguimiento que marcan los estándares de los servicios de salud alemanes mientras que otro grupo de pacientes recibió el apoyo de manos de enfermeras entrenadas y formadas para este cometido, profesionales que aportaron al paciente información de calidad a la salida del hospital, realizaron visitas domiciliarias y mantuvieron contacto telefónico con el afectado al menos cada tres meses, según informa el IGM en una nota de prensa. .
Menos reingresos
Hildegard Seidl, autora principal de la investigación, explica que “queríamos evaluar si un gran volumen de información sobre la medicación a tomar, nutrición o aspectos psicosociales combinados con la medición de parámetros de salud como la presión arterial o los niveles de azúcar en sangre implica una mejora general de la calidad de vida de estos pacientes. Según los investigadores a menudo las personas mayores que sufren un infarto sufren recaídas y rehospitalizaciones derivadas de la extensa o compleja medicación que deben tomar. Sin embargo, hasta el momento, en Alemania no se había llevado a cabo ningún programa de seguimiento y evaluación de estos casos. Cabe recordar que muchas de las personas que sufren un infarto tienen un alto riesgo de padecer otro episodio similar pasado un tiempo y que los obligados cambios en el estilo de vida y la compleja medicación a menudo se traducen en una merma en la calidad de vida del paciente.
“Este estudio muestra –añade Seidl- que unos cuidados suplementarios dentro de u programa de seguimiento puede ser una medida coste-efectiva. Merecería la pena replantearse las guías clínicas para el abordaje del infarto de miocardio para transferir algunas labores de los médicos a la enfermería de cara a permitir un mejor manejo de este grupo de pacientes”.