GEMA ROMERO.- Cuando en enero de 2020 arrancaba formalmente el Año Internacional de las Enfermeras y Matronas establecido por la Organización Mundial de la Salud nada hacía presagiar lo sucedido finalmente este año. Un año que ya no es ni será de las enfermeras, sino que se recordará por la pandemia. Lo que en principio parecía una gripe que tendría poca o nula incidencia en el resto del mundo, más allá de China, ha terminado arrasando con todo, incluyendo la vida y la salud de millones de personas.

2020 sólo se recordará por la pandemia

El 14 de marzo el Gobierno declaraba el estado de alarma y desde los centros sanitarios empezaban a llegar voces de alerta sobre la situación que estaban viviendo. En muy poco tiempo, tal y como cuenta Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería en el libro de Alipio Gutiérrez COVID-19, nuestra guerra, “fue necesario redefinir las áreas asistenciales, los circuitos y procesos de los hospitales y, de repente, centrar todos los esfuerzos en atender exclusivamente a pacientes COVID, reconvirtiendo espacios para ganar capacidad de áreas de asistencia, incrementando otros para la atención urgente y habilitando camas de cuidados críticos en todos los centros del país”.

Falta de material

La pandemia había llegado con fuerza a España. Una pandemia para la que no estábamos preparados como demuestra el hecho de que los profesionales sanitarios no tenían suficientes equipos de protección individual: “no había trajes EPI para muchos profesionales, que se veían obligados a fabricárselos con bolsas de basura; tampoco había batas impermeables ni máscaras fáciles, que se hacían con los plásticos de las carpetas escolares. Había que improvisar, ser ingeniosos para protegerse”, explica Ayuso.

Ante esta situación, la Organización Colegial de Enfermería se movilizó para adquirir material para proteger a las enfermeras. Tras un exhaustivo análisis consiguieron distribuir 5.000 equipos EPI y 200.000 mascarillas FFP2 de alta calidad, procedentes de China. “Se hicieron llegar a los compañeros de las unidades de cuidados intensivos, personal de urgencias, aquellos que realizan asistencia domiciliaria o directa con los pacientes, enfermeros de las residencias, de atención primaria y de unidades de hospitalización, entre otras”, explica Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería. A todo este material de seguridad comprado y distribuido por el Consejo General de Enfermería, hay que sumarle las actuaciones similares llevadas a cabo por numerosos colegios provinciales y consejos autonómicos de Enfermería toda España.

El CGE se querelló contra el Gobierno central

Esta falta de material de protección puso en grave riesgo la salud de los profesionales. En un primer momento desde el Ministerio de Sanidad no se facilitaban cifras de sanitarios infectados. A fecha de cierre de este artículo, desde el inicio de la pandemia más de 90.000 profesionales han padecido la enfermedad, nueve enfermeros han perdido la vida por COVID-19 y muchos más han tenido síntomas compatibles con el coronavirus. Así se desprende de la encuesta que el Consejo General de Enfermería encargó en el mes de abril para conocer la magnitud real del problema, ante la falta de información, y que ya alertaba entonces de que 74.000 enfermeras habían tenido síntomas compatibles con el coronavirus.

Ante esta desprotección de los profesionales, el Consejo General de Enfermería presentó una querella por un delito contra la seguridad de los trabajadores ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo contra el presidente del Gobierno y contra el ministro de Sanidad y varios cargos de su departamento, concretamente la directora general de Salud Pública, Calidad e Innovación, la subdirectora general de Promoción de la Salud y Vigilancia en Salud Pública, la subdirectora general de Sanidad Ambiental y Salud Laboral y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.

A esta querella contra el Gobierno central se adhirieron los colegios de Álava, Almería, Córdoba, Málaga, Madrid y Vizcaya, pero no ha sido la única actuación penal llevada a cabo, diversos consejos autonómicos, como el andaluz, o colegios provinciales como los de Castilla y León o La Rioja hicieron lo propio contra la gestión de las diferentes autoridades sanitarias provinciales y autonómicas, gobernadas por diversos partidos políticos: “Somos enfermeros y enfermeras y la única motivación que nos mueve es la salud de todos los profesionales sanitarios y la seguridad nuestros pacientes y de los ciudadanos en general, que están por encima de ideologías o partidos políticos”, afirmaba rotundamente Florentino Pérez Raya, presidente de Consejo General de Enfermería.

Escasez de profesionales

Pero la falta de material no ha sido el único problema, pese a la suspensión de intervenciones quirúrgicas y consultas hospitalarias, de repente los servicios de salud de las distintas comunidades autónomas se encontraron con una grave escasez especialmente de enfermeras para atender a los pacientes COVID, tanto el UCI como en planta. Enfermeras de consulta de repente se vieron trabajando en Urgencias o UCI, las que se acababan de jubilar volvieron al trabajo, las enfermeras escolares, con los colegios cerrados, se trasladaron a los hospitales, las docentes también hicieron lo propio. Como seguía sin ser suficiente alumnos de cuarto de Enfermería, que vieron suspendidas sus prácticas, fueron contratados como auxilio sanitario y aún así los llamamientos para contratar personal eran diarios.

La falta de material y de enfermeras claves en la primera ola

Pacientes en pasillos, en salas de espera, en cafeterías, en hospitales de campaña, en hoteles medicalizados, pabellones de IFEMA habilitados también como centro sanitario… Sin respiradores suficientes, sin material de protección, pero también sin enfermeras. Desde el CGE se gestionó estas necesidades de incrementar profesionales, siempre con la inestimable colaboración de los colegios provinciales, ayudando en la coordinación y facilitando el traslado de enfermeras a las provincias con más necesidades, especialmente a Madrid y Barcelona, pero también a residencias en Lérida o La Rioja, o como rastreadores en País Vasco. Sólo a Madrid se trasladaron más de 500 enfermeras entre los meses de abril y mayo.

Presión asistencial

Todo ello en medio de unas condiciones laborales brutales, sin descansos, sin permisos, doblando turnos, con picos de presión de urgencias de más del doble de lo habitual, con todas las camas de hospitalización ocupadas por pacientes COVID y a la espera de ingreso de 250-300 pacientes de media, por no hablar de UCIs habilitadas en quirófanos o zonas de reanimación. La presión asistencial, el estrés, la ansiedad y el miedo siempre presentes. También el contacto diario y frecuente con la muerte, y un contacto muy distinto al que estaban acostumbradas, pues los pacientes tanto en hospitales como en residencias, aislados de sus familias, morían en soledad, muchos de ellos sólo con la enfermera que le velaba, acompañando en el dolor cuando era posible mientras veían acumularse los fallecidos sin tiempo ni de poder avisar a las funerarias. No olvidemos que las altas tasas de mortalidad incluso obligaron a habilitar una morgue en el Palacio de Hielo de Madrid.

Todo ello también ha pasado una gran factura a las enfermeras y a su salud mental. Según una reciente encuesta de Unión Sanitaria Valenciana (USV) las enfermeras han sido y son el grupo profesional sanitario más afectado emocionalmente por la pandemia del coronavirus. “Las enfermeras son las que mayor sensación de riesgo y desamparo han sufrido, con la consiguiente ansiedad, siendo también las profesionales que más se han estresado y deprimido durante las dos olas de infecciones de Covid-19”, según destaca el presidente del Consejo de Enfermería de la Comunidad Valenciana (CECOVA) y presidente del Colegio de Enfermería de Valencia, Juan José Tirado.

La presión asistencial y la muerte han pasado factura

Tras cerca de 2.000 encuestas en dos fases comprendidas entre julio y septiembre de 2020, realizadas en varios puntos de la Comunidad Valenciana entre sanitarios y no sanitarios, el 65% de las enfermeras asegura haber sentido que su situación emocional ha empeorado respecto a febrero del 2020 (antes de la pandemia), llegando incluso a haberse agravado mucho en el 20% de las encuestadas, el más alto de todas las profesiones sanitarias comparadas: enfermeras, psicólogos, médicos, farmacéuticos, ópticos-optometristas, odontólogos, veterinarios, fisioterapeutas, logopedas, nutricionistas, podólogos y terapeutas ocupacionales.

Para el secretario general del CGE “este impacto emocional tarará mucho tiempo en superarse y exigirá labores de apoyo psicológico como síndrome estrés postraumático que habrá que tratar”, señalaba Diego Ayuso. Para ello, el Ministerio de Sanidad, el Consejo General de Enfermería, el Consejo General de Médicos, el Consejo General de la Psicología, la Fundación Bancaria La Caixa y la Fundación Galatea firmaron un convenio por el que se impulsó una plataforma que ofrece atención psicológica telefónica, videoconferencia y seguimiento on line, para paliar la sobrecarga emocional de los profesionales que se encargan de atender a pacientes con la enfermedad del coronavirus.

También el CGE, a través de su Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS), tiene abierto de forma permanente un seminario gratuito (enlace: https://www.isfos.com/oferta-formativa/formacion-covid/herramientas-de-apoyo-psicologico-ante-la-pandemia-del-covid-19/) ) con herramientas de apoyo psicológico para las enfermeras frente a la pandemia que ya han realizado más de 4.000 enfermeras.

Fallecidos

Lo peor de esta pandemia, sin duda, el alto número de pacientes fallecidos o con graves secuelas, pero también de profesionales sanitarios. Como reconocía el director general de la OMS, Tedros Adhanom, en este año 2020 “demasiados profesionales sanitarios han hecho el mayor sacrificio y trágicamente han perdido la vida a causa del virus”. Según datos parciales que maneja el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), en todo el mundo han muerto ya más enfermeras que en los cuatro años de la I Guerra Mundial, más de 1.500 enfermeras fallecidas en 44 países de los 195 que existen en el mundo. Tal y como señala Howard Catton, director general del CIE, “llevamos desde mayo de 2020 pidiendo una recopilación estandarizada y sistemática de datos sobre los contagios y fallecimientos de trabajadores sanitarios y es un escándalo que aún no se esté haciendo. 2020 es el Año Internacional de las Enfermeras y las Matronas, y el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale. Estoy seguro de que ella estaría profundamente apenada y enfadada por esta falta de información tanto como yo lo estoy”, resalta Catton.

Nueve enfermeros españoles han fallecido por COVID

En el caso de España son nueve las enfermeras que han fallecido hasta el momento durante la pandemia. La primera Encarni Vicente en Vizcaya. El último, un enfermero del Área de Salud I-Murcia Oeste, adscrito al Centro de Salud de Corvera (Murcia). “Todos ellos han creado una herida en el alma de la enfermería española. Profesionales comprometidos y entregados que han dado lo más grande que tiene el ser humano por los demás: su propia vida. Su buen hacer en el ejercicio de su profesión les había proporcionado el cariño de sus compañeros y pacientes. Cada uno de ellos supone una pérdida irreparable para su familia, sus amigos, pero también para toda la profesión”, ha destacado el presidente de los enfermeros españoles.

Todos ellos, junto con el resto de profesionales sanitarios fallecidos durante la pandemia, ya cuentan con un monumento en recuerdo y homenaje ubicado en la plaza de los Sagrados Corazones de Madrid, situada a escasos metros del estadio Santiago Bernabéu.

De los aplausos a los homenajes

Hoy, hay quien sostiene, como el periodista Alipio Gutiérrez en su libro Covid-19, nuestra guerra, que “los medios no hemos mostrado toda la realidad de la pandemia”. Y, sin embargo, desde el primer momento y de forma espontánea la ciudadanía se lanzó a los balcones a aplaudir a los sanitarios por su labor y esfuerzo durante la pandemia.

Con la desescalada cesaron los aplausos y comenzaron los reconocimientos, empezando por la iluminación de cientos de edificios por toda la geografía española con motivo del Día Internacional de la Enfermería el 12 de mayo o el funeral de Estado que se celebró en el mes de julio, donde la enfermería tuvo un papel muy destacado en la figura de Aroa López, supervisora de Urgencias del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, que habló en nombre de todos los profesionales sanitarios y del resto de trabajadores de otros sectores que han sido un auténtico escudo para la supervivencia de la población. La enfermera resaltó que “nos hemos sentido impotentes, con una sensación brutal de incertidumbre y la presión de tener que aprender y decidir sobre la marcha. Hemos dado todo lo que teníamos, hemos trabajado al límite de nuestras fuerzas y hemos vuelto a entender, quizás mejor que nunca, por qué elegimos esta profesión: cuidar y salvar vidas. Aunque muchos compañeros tuvieron que dar su propia vida para ello. Hemos cubierto las necesidades básicas y emocionales. Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas, escuchando la voz de sus hijos a través del teléfono. Hemos hecho videollamadas, hemos dado la mano y nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía «no me dejes morir solo»”.

Con el paso de las semanas y los meses se han sucedido los homenajes, la concesión de premios, medallas y distinciones, desde todas las comunidades autónomas, provincias y municipios a lo largo y ancho de España. Entre los más prestigiosos, el Premio Princesa de Asturias de la Concordia concedido a los profesionales sanitarios que han luchado y siguen luchando en la pandemia y que recogió en nombre de todos ellos, de manos de la princesa de Asturias, la enfermera Verónica Real Martínez, directora de Enfermería del hospital de IFEMA, y Salvador Balboa, MIR de 5 año en el hospital de Asturias.

Un premio que José Eugenio Guerrero Sanz, jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, encargado del discurso de agradecimiento, dedicó especialmente a los sanitarios fallecidos. “Unos protagonistas sin nombre, que nadie recordará”, parafraseando a Unamuno, en una pandemia que “también nos ha enseñado lecciones importantes y nos ha hecho recuperar valores esenciales”. “Hubo desaliento, cansancio infinito, lágrimas, miedo, pero siempre volvimos a levantarnos porque rendirse no era una opción”. Pero, pese a todo, Guerrero negaba que los sanitarios hayan sido «héroes» en la pandemia.

Una UCI en un hospital en Valparaiso, en Chile. Imagen: Pablo Ovalle Isasmendi /Europa Press

Lecciones

Como señala el director general del CIE, “el Año de la Enfermera pasó a un segundo plano, pero quizás la pandemia ha demostrado con más fuerza el valor de la enfermería tanto para los gobiernos como para la población. 2020 ha mostrado la íntima relación entre la salud de una nación y su economía, pero también ha enseñado de manera cruda el valor, el cuidado, el liderazgo y la complejidad de la enfermería”, subraya Howard Catton.

Se ha demostrado con fuerza el valor de la enfermería

Para Lord Nigel Crisp codirector de Nursing Now a nivel mundial, “creo que, a pesar de todo, se ha llegado mucho más allá con el COVID, que ha puesto de manifiesto, ante el público y ante el resto de profesionales, lo mucho que las enfermeras pueden hacer”. A su juicio, “todos los argumentos que se han empleado en el pasado acerca de lo que las enfermeras pueden prescribir, dónde las enfermeras pueden ser enfermeras de práctica avanzada o desempeñar mayores roles, dónde las enfermeras pueden ser responsables, líderes en Atención Primaria o en el tratamiento de enfermedades crónicas…. creo que en muchos países han empezado a funcionar con resultados y creo que esos son los argumentos con los que tenemos que continuar para seguir avanzando después de la pandemia por Covid, en el futuro”.

De la misma opinión es Adelaida Zabalegui, responsable europea de la campaña Nursing Now, para quien “la respuesta a la pandemia ha sido eficaz gracias al trabajo, a la dedicación, a los esfuerzos de todas las enfermeras y enfermeros que han estado en primera línea en los hospitales, en los centros de atención primaria y también en los centros sociosanitarios y residencias. Se ha puesto de relevancia el papel de las enfermeras para dar una respuesta adecuada a esta pandemia”, sostiene.

Retos

“Las enfermeras han actuado de manera brillante, han hecho todo lo que se les pidió y más, y su reputación y perfil ante el público se ha mejorado. Seguiremos adelante esforzándonos para asegurarnos de que los servicios de salud futuros incluyan modelos de atención dirigidos por enfermeras, que han demostrado ser eficientes, centrados en el paciente y rentables. Ahora es el momento de que los políticos actúen de manera tan brillante por las enfermeras como las enfermeras lo han hecho por la sociedad”, subraya Howard Catton.

“Los políticos ahora deben actuar por las enfermeras”

Para Adelaida Zabalegui, más allá de la pandemia el gran reto ha de ser mejorar las ratios. “Tenemos un déficit crónico de enfermeras en nuestro país, y este es el objetivo común que nos va a llevar a que, una vez que finalice Nursing Now em 2021, todos estos grupos sigan trabajando para mejorar la situación de las enfermeras y que esa mejora revierta también en una mejora del cuidado del paciente y de la salud del ciudadano”.

También es momento de que las enfermeras pasen a la acción del liderazgo enfermero “y reivindicar juntas, esa mejorar dotación, esa mejor ratio enfermera/paciente, porque es evidente que es la prioridad número uno”, sostiene Zabalegui.

También desde el Consejo General de Enfermería, han hecho un llamamiento a las autoridades sanitarias para que pongan en marcha de forma inmediata una planificación de los recursos enfermeros para ampliar el número de profesionales y acercarse a los estándares de los países desarrollados.  “Ello supone que ya es ineludible apostar por un mayor número de estos profesionales, así como una buena distribución entre las comunidades autónomas, por dispersión geográfica, envejecimiento de su población, etc…, adaptándolo a las necesidades específicas de cada región», sostiene Florentino Pérez Raya.

En este plan de recursos humanos “deberían incluirse medidas que eviten el abandono de la profesión y la fuga de profesionales a otros países con mejores condiciones, facilitar el retorno de las enfermeras que han emigrado y siguen emigrando, así como incrementar el número de plazas universitarias para la formación”, subraya el presidente de las 316.000 enfermeras españolas.

El resto de enfermedades no han desaparecido

Esta planificación, sin embargo, no debe limitarse a los números. También debe tener como prioridad que el empleo que se cree sea de calidad. “Las plazas que actualmente ocupan muchos enfermeros son eventuales e interinos, con contratos temporales, por días, por semanas, sin ningún tipo de seguridad laboral impidiendo cualquier tipo de conciliación familiar, e incluso cualquier proyecto a largo plazo. Temporalidad que también perjudica a los pacientes, porque la concatenación de contratos temporales dificulta tanto la continuidad asistencial, como la calidad de los cuidados, generando un alto estrés en el trabajo para las enfermeras”, ha señalado Pérez Raya. “Es imposible que un enfermero que hoy está en trauma y mañana en cardiología pueda prestar el mismo tipo de atención que quien ejerce su labor asistencial siempre en el mismo servicio y ahí el mayor perjudicado es el paciente y el propio sistema”, ha subrayado Pérez Raya.

Como comentaba el director general de la OMS, Tedros Adhanom, en una reciente reunión entre la OMS, el CIE, la Confederación Internacional de Matronas y los representantes de la campaña Nursing Now, es preciso “continuar con los esfuerzos conjuntos para promover y apoyar a enfermeras y matronas, así como a otros trabajadores de la salud y el cuidado. Un apoyo que debe incluir: condiciones laborales dignas, incluida la remuneración, equipos de protección personal adecuados y educación y formación continuas”. Sólo así será posible salir de esta pandemia, sin olvidar que el resto de enfermedades y problemas de salud no han desaparecido.