MÍRIAM MONTERO.- En el mundo más de 200 millones de mujeres y niñas han sido mutiladas. Es un problema global, no sólo de un continente en concreto y por eso cada 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF). Desde Enfermeras Para el Mundo quieren eliminar ciertas
creencias sobre esta nefasta práctica que consiste en la eliminación total o parcial del clítoris. Por ello a través de estos cinco puntos clave destierran mitos y conceptos que suelen estar presentes en la sociedad cuando se habla de MGF.
Esta práctica ancestral supone una de las mayores violaciones de los derechos humanos contra la mujer y aunque poco a poco se va tomando conciencia de sus consecuencias, por desgracia aún es una práctica muy extendida en muchos países, no sólo de África, sino también de América Latina, Asia e incluso Europa. Resulta preocupante el hecho de que en Europa cada vez se incrementa más el número de niñas y mujeres mutiladas. La mayor parte son inmigrantes, que pese a residir fuera de su comunidad de origen mantienen sus costumbres, practicando la MGF en sus casas. En ocasiones aprovechan los viajes a sus países de origen en las vacaciones para cumplir con la tradición de la MGF en sus hijas.
Hay que desterrar el mito de que la MGF está vinculada a la religión islámica porque no es un mandato que se recoja en el Corán. Simplemente viendo los datos de dónde se practica se observa que hay países donde no tienen como culto mayoritario esta religión o incluso naciones donde se practican diferentes cultos y se mutila a las mujeres independientemente de sus creencias religiosas. Esto quiere decir que a día de hoy, la MGF es una práctica más cultural que religiosa, algo que ha arraigado en las sociedades de tal forma, que las mujeres que no son mutiladas son rechazadas por la sociedad donde viven.
Pese a que son las mujeres las que deciden someterse o someter a esta práctica a sus hijas, no es menos importante el papel del hombre en estas comunidades. La mujer en estas comunidades tiene un papel fundamentalmente reproductivo, y son los hombres los que deciden rechazar a aquellas que no han sido mutiladas. Es importante concienciar no sólo a la población femenina de los problemas y consecuencias que tiene¡ la MGF para sus hijas, también a los hombres y a los niños para que en el futuro no repudien a las mujeres que no han sido mutiladas.
Sufrir este castigo es algo más duro que las consecuencias físicas y psicológicas que les supone la mutilación. Suelen tener problemas de cicatrización e incluso sufren infecciones por las malas condiciones en las que se realiza la mutilación. Mantener relaciones sexuales suele ser un calvario, ya que son dolorosas y debido a la extirpación del clítoris no sienten placer, lo que normalmente deriva en una falta de deseo sexual. Sin olvidar los traumas y problemas psicológicos que permanecen toda su
vida. Aunque es cierto que en muchos casos se debe al desconocimiento, en muchos otros, pese a conocer estas consecuencias, prefieren asumirlas para sentirse parte de la comunidad.
Es muy complicado acabar con esta práctica , pero poco a poco, hay avances: la prohibición de la Unión Africana de la MGF en 2016, o la prohibición en Nigeria y Gambia así lo demuestran. EPM trabaja en países donde se practica la MGF: en Mauritania, donde —según UNICEF— , en el año 2013, el 69% de las mujeres de entre 15 y 49 años habían sufrido la MGF. También trabaja en Senegal, lugar en el que en el año 2013 una de cada cuatro mujeres ha sido sometida a esta brutal cirugía. Para reducir estas cifras, EPM centra su trabajo en formar a personal de enfermería y matronas para atender a las mujeres mutiladas en procesos como el embarazo y el parto que pueden acarrear incluso la muerte por las complicaciones derivadas de la MGF.
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