2024 ha sido un año negro para atención sanitaria en todo el mundo. Entre todos los conflictos activos en el mundo se han producido 3.600 ataques en los que han fallecido 927 profesionales sanitarios, 140 han sido secuestrados y más de mil centros han resultado daños o destruidos. Se trata de la cifra más alta jamás registrada por la Coalición para la Protección de la Salud en los Conflictos (SHCC) que acaba de publicar su informe titulado “Epidemia de violencia”.

Estos datos suponen un aumento del 15 % con respecto a 2023 y del 62 % con respecto a 2022. Además, y según detalla el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) en un comunicado, “más de 1.300 de los 3.600 ataques perpetrados en todo el mundo tuvieron lugar en Gaza, la cifra más alta jamás registrada en un solo conflicto. El informe detalla otros 2.300 ataques, incluidos cientos en Ucrania, Líbano, Myanmar y Sudán”.

Como señala Howard Catton, director general del CIE, “es difícil no llegar a la conclusión de que esta escalada profundamente preocupante de la violencia contra los profesionales sanitarios es consecuencia de la falta de investigación de los ataques y del respeto y la aplicación del Derecho Internacional Humanitario. La ausencia de rendición de cuentas sólo sirve para legitimar y normalizar los ataques contra los sanitarios. Si no ponemos fin a esto, nos encaminamos hacia la erosión de los cimientos mismos de nuestra humanidad colectiva y hacia la desaparición del derecho al acceso a la atención sanitaria y a la protección de los trabajadores sanitarios”.

De hecho el CIE, miembro fundador de SHCC, ha expresado en varias ocasiones su preocupación por los ataques mortales que se producen a la atención sanitaria en diversas zonas de conflicto de todo el mundo, denunciando la falta de medidas eficaces para poner fin a estos ataques y hacer cumplir y respetar el Derecho Internacional Humanitario.

Centros como campo de batalla

Muchas enfermeras y enfermeros han visto su entorno de trabajo convertido en un campo de batalla mortal del que no pueden escapar. Cada vez es más frecuente que tanto el personal como las instalaciones sanitarias se convierta en objeto de disparos, bombardeos, explosiones y destrucción.

“Esto es algo muy personal para las enfermeras y otros profesionales sanitarios: se trata de nuestros colegas y amigos. Tenemos la obligación de actuar y pedir una vez más a todas las partes en conflicto que respeten el derecho internacional humanitario y en última instancia, que vuelvan a la paz”, ha subrayado Catton.

La mejor medicina: la paz

En su discurso de apertura de la 78.ª Asamblea Mundial de la Salud celebrada en Ginebra (Suiza), el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que “en todos los países, la mejor medicina es la paz y una solución política. Espero que prevalezca una paz que pueda trascender generaciones. La guerra no es la solución. La paz es la solución”, a la vez que incidía en su profunda preocupación por las personas que viven en zonas devastadas por la guerra.

En 2024, la OMS coordinó la respuesta a 51 emergencias en 89 países afectados por brotes epidémicos, desastres naturales y conflictos. Extendió y entregó suministros médicos especializados de urgencia por valor de 196 millones de dólares estadounidenses a 80 países, repartió 89 equipos médicos de emergencia y prestó apoyo a más de 67 intervenciones de respuesta a brotes, según los datos proporcionados por su director general.