ÁNGEL M. GREGORIS.- Frente al mar, al norte de Israel, se alza Acre (Akko), una de las ciudades de Oriente Próximo habitada de forma continua desde hace más tiempo. Fue en el 333 a.C. cuando Alejandro Magno le concedió el derecho de acuñar monedas. Conquistada por ptolemaicos egipcios, seléucidas sirios, romanos, árabes, ingleses y franceses, mamelucos, otomanos, británicos… la ciudad ha ido reinventándose, creciendo y aprendiendo de todas las culturas. Cada una de ellas la adaptaba durante su mandato y por eso se dice que Acre está formada por numerosos estratos. El actual, en manos de los israelíes, nadie se atrevería a confirmar que vaya a ser el definitivo, pero lejos de las tensiones del país, Acre vive y sobrevive.
Convivencia

Cuenta con una población mixta de judíos y árabes que convive diariamente. Imagen: David Cubero Gimeno
Ahora cuenta con una población mixta de judíos y árabes que convive diariamente, aunque en el centro histórico estos últimos son el 95%. Las costumbres y tradiciones de los árabes quedan latentes en esta zona, que congrega los grandes atractivos turísticos de la ciudad.
Mezquita Al-Jazzar
Una cúpula verde y un gran minarete de 124 escalones coronan la mezquita de Al-Jazzar, situada al norte de la ciudad vieja. Construida sobre el lugar donde se erigía una catedral de los cruzados y cuyos sótanos los turcos convirtieron en cisternas. Durante la llamada al rezo está prohibido visitarla, pero merece la pena esperar para entrar. Alrededor del minarete se alzan dos pequeños edificios donde se hallan los sarcófagos de Al Jazzar y de su hijo adoptivo y sucesor, Solimán.

La mezquita más importante de Acre. Imagen: David Cubero Gimeno
Medieval
Otro de los grandes atractivos de esta ciudad son las Salas de los Caballeros, la ciudadela en la que vivía y se relacionaba la población medieval hace 800 años. Pasajes, criptas, iglesias, servicios y grandes salones se conservan desde aquella época para poder visitarlos, acompañados de una audioguía en español, que va explicando un poco más de la época. Al sur de la ciudad vieja, caminando, se puede llegar al Túnel de los Templarios, un pasadizo de 350 metros descubierto hace apenas 15 años y que conecta la fortaleza principal de los templarios con el puerto. Un recorrido curioso pero que, si no hay tiempo, se puede obviar porque no deja de ser un túnel. Eso sí, las vistas del puerto, con el faro y el mar de fondo, merecen mucho la pena.
Baños turcos
También entre los lugares emblemáticos están los baños turcos (Hammam al-Pasha), que estuvieron en uso hasta la década de 1940 y que actualmente lleva a los visitantes por un recorrido multimedia que recrea, con imágenes y sonidos, cómo transcurría el tiempo allí.
Y después de visitar, andar y empaparse de Acre, no hay que olvidar dar un paseo por la muralla que rodea toda la ciudad. Se puede subir y rodearla (a trozos), admirando la ciudad vieja por un lado, y el mar, por otro.