GEMA ROMERO.- Ángel empezó a beber alcohol con 13-14 años, a los 25 su consumo ya era abusivo y a los 35 era un alcohólico: “No podía dejarlo. Me di cuenta de que me iba abandonando, que me iba aislando, que me iba separando cada vez más de mi entorno, sobre todo de mi entorno que me aconsejaba que bebiera menos”. Pero tuvo que tener un susto, en forma de pancreatitis, para que, con 38 años buscara ayuda y empezara el tratamiento para su alcoholismo. “No se trata sólo de dejar de consumir, sino de rehabilitarse”. Hoy, 15 años después, Ángel Jiménez es un enfermo crónico, un alcohólico en rehabilitación y preside la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España (CAARFE).
Y es que el alcohol es la droga legal más consumida en España. Como explica Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, “puede ser un buen compañero el tomar unas copas con los amigos, pero cuando el consumo es excesivo aparecen una serie de complicaciones, y sobre todo una serie de enfermedades físicas, psíquicas, y de alteraciones sociales del comportamiento que lo convierten en una amistad peligrosa”.
Precisamente bajo ese título, “Alcohol, una amistad peligrosa”, han presentado en Madrid un documento con el que pretenden incrementar la percepción de riesgo en el que se detallan hasta 60 patologías asociadas al alcohol. Tal y como señala Pascual, “se habla mucho del consumo de alcohol en menores, pero nos olvidamos de la problemática de que el 12% de los cánceres en adultos está producido por el alcohol, 25.000 muertes al año están producidas por el alcohol”. Así, ponía como ejemplo el cáncer de mama cuyo riesgo de aparición aumenta en un 7 por ciento cuando se consumen más de 20 gramos diarios de alcohol (dos vasos de vino o dos cervezas) y el de intestino hasta un 23 por ciento, en comparación con la población cuyo consumo es moderado o nulo.
A ello hay que sumar otras lesiones intencionadas o involuntarias asociadas al consumo de alcohol como los accidentes de tráfico, el suicidio o la violencia de género. De hecho, el alcohol está detrás del 17 por ciento de los accidentes de laborales, hasta del 30 por ciento de las muertes en carretera y multiplica por tres el riesgo de aparición de depresión mayor.
Trastorno por Consumo de Alcohol (TCA)
Otro problema añadido es el escaso diagnóstico del trastorno por consumo de alcohol (TCA). Se estima que sólo dos de cada diez casos de TCA están diagnosticados debido al estigma social que rodea a estas personas, a que muchos no son conscientes de que tienen un problema y a las deficiencias sanitarias que actualmente existen en su abordaje.
En este punto, Pascual ha avisado de que, aunque existen pruebas diagnósticas para detectar un caso de alcoholismo, hay dificultades para derivar a los servicios especializados y, además, los médicos de Atención Primaria a veces no cuentan con estas herramientas de detección precoz y, cuando lo detectan, no pueden recetar los fármacos que hay disponibles para el tratamiento de este trastorno mental.
«No es un concebible que, en un país como España, con un elevado número de consumidores de alcohol y unas tasas de diagnóstico que rondan el 20 por ciento, no se destine un mayor número de medios a mejorar ese panorama y posibilitar el acceso a recursos y a fármacos desde todos los niveles asistenciales a cualquier persona con un problema de trastorno por consumo de alcohol, especialmente a través de la Atención Primaria», ha apostillado el experto.
Así, el presidente de Socidrogalcohol ha recordado que el alcohol es la «única» droga por la que los adictos mueren como consecuencia del síndrome de abstinencia, insistiendo en la importancia de que desde Atención Primaria se puedan prescribir los fármacos disponibles.
Enfermería puerta de entrada
A este respecto Carmen Sala, enfermera de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) en Castellón y miembro de Socidrogalcohol, destaca que “en muchas ocasiones la enfermera de Atención Primaria es la puerta de entrada para detectar un problema de alcoholismo. Es la persona con la que los pacientes tienen un poco más de sinceridad, hablan más de tú a tú. Por ello la enfermera también tiene que intentar detectar problemas de alcohol y valorar si, por medio de un consejo breve o de motivación, puede hacer algo para que ese paciente pida ayuda”, señala a DiarioEnfermero.es.
También “en los programas de beber reducido, en personas muy específicas en las que no podemos plantearnos una abstinencia total, enfermería tiene también un papel de educación sanitaria muy importante”, señala.
Sin embargo, el hándicap sigue siendo la formación, bastante escasa en materia de adicciones. ”En Primaria debería haber más formación para las enfermeras, pues es el sitio ideal para hacer una detección precoz en adolescentes, en embarazadas, en adultos, de cualquier problema o consumos abusivos de alcohol”, finaliza.