RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- En los últimos meses, los profesionales sanitarios han tenido que enfrentarse a una crisis sanitaria sin precedentes en nuestra historia reciente, con muchos interrogantes y una única certeza, la desprotección que han vivido desde el principio: escasez de EPIs e incluso mascarillas defectuosas. La tensión y el estrés sostenidos han llevado a los Colegios de Enfermería a poner a disposición de sus colegiados servicios de atención psicológica que, bajo distintas fórmulas, les ayuden en los momentos más duros.
Es el caso del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid, donde han contado con la colaboración del Colegio Oficial de Psicólogos y la Comunidad para gestionar el servicio. Jesús Linares, es uno de los cinco coordinadores de este Dispositivo de Psicología de Emergencias que atiende tanto a profesionales sanitarios como a población general.
En su experiencia, explica Jesús, “los problemas por los que nos llaman las enfermeras y enfermeros son muy parecidos a los que puedan tener los médicos, pero es cierto que tienen también sus particularidades y que, en general, son más proclives a pedir ayuda”. El contacto permanente con los pacientes y el sufrimiento del que son testigo las enfermeras, por ejemplo, las que trabajan en UCIs, lleva a muchas de ellas a sufrir lo que denominan “fatiga por compasión”.
Desde la psicología de emergencias, explica Jesús, los casos que atienden se engloban dentro de lo esperable o normal cuando se trata de una situación como la que estamos viviendo y, por ello, no se entienden como algo patológico. Sin embargo, detrás hay un auténtico sufrimiento y no intervenir a tiempo puede conllevar problemas futuros graves.
Impacto emocional inicial
El impacto emocional que la pandemia ha tenido en los profesionales sanitarios ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Así, explica Jesús Linares, desde que se pusiera en marcha el servicio, el 27 de marzo, y durante las primeras dos semanas, los motivos de las llamadas estaban relacionados principalmente con la sobrecarga de trabajo, la falta de equipos de protección y el miedo al contagio. Esto ha sido así en Madrid, la comunidad más castigada por el coronavirus desde el principio, pero también en otras regiones. Así, Tránsito Bernal, psicóloga general sanitaria y responsable del servicio de atención psicológica puesto en marcha por el Colegio Oficial de Enfermería de Córdoba, explica cómo, en el caso del miedo al contagio, muchas veces no es tanto al suyo propio como al de sus familiares, a las personas con quienes conviven y entre quienes puede haber población de riesgo. “Se han dado unas recomendaciones o pautas para reducir ese riesgo, pero no siempre se pueden cumplir. Por ejemplo, se aconseja que empleen cuartos de baño distintos, pero no todo el mundo en su casa dispone de ellos”, apunta la psicóloga.
Ese miedo, añade Jesús, ha derivado en algunos casos a desarrollar una obsesión por la limpieza que si perdura puede llegar a ser patológica. “Algunas enfermeras también nos han llamado tras acostar a sus hijos porque llevaban días sin darles un beso por miedo a contagiarles y se sentían mal como madres”, cuenta.
Para el psiquiatra Juan Luis Mendívil, director del Centro Tadi, a través del cuál ofrece este servicio el Colegio Oficial de Enfermería de Bizkaia, la incertidumbre ha sido otro motivo de estrés o ansiedad añadido. “En esta crisis se ha generado una gran incertidumbre debido al desconocimiento, a la sensación de que faltaba información clara… al cambio de protocolos casi constante… a la escasez de pruebas diagnósticas…”, subraya. Además, añade, “no debemos olvidar las situaciones, muchas veces dramáticas, a las que se enfrentan las enfermeras, por ejemplo, a la pérdida de pacientes, con las circunstancias en que tienen lugar y el sufrimiento que supone para las familias. Su manejo no es nada fácil”.
Segunda etapa: estrés mantenido
Para Jesús Linares, uno de los principales problemas de esta crisis sanitaria en comparación con otras de las que se han vivido es su duración. El estrés se ha mantenido en el tiempo y así, mientras en otras, como el 11M, ese estrés duró 72 horas, aquí ha ido incrementándose día a día, siendo conscientes, además, de que ese incremento se iba a producir y sin saber cuánto iba a durar.
En esta segunda etapa, explica el psicólogo, “el miedo de las enfermeras y enfermeros a contagiarse se ha confirmado. Son muchos los que se han contagiado, pero es que además han fallecido compañeros. Esto puede llegar a generar un miedo intenso que se añade al estrés y al hecho de que no disponen de los equipos de protección individual que necesitan para trabajar con seguridad”.
En esta etapa, explica, “ese miedo está evolucionando a situaciones dramáticas en algunos casos”. Es, por ejemplo, el de aquellos profesionales que están confinados en hoteles para no poner en riesgo a sus familiares. Un escenario que les arranca de su contexto habitual, les genera una sensación de soledad y les deja tiempo para pensar. “Muchos nos llaman porque casi están mejor en su trabajo, donde no tienen ocasión para darle vueltas a la cabeza. Hemos tenido varios casos de médicos y en concreto de una enfermera que sin tener sintomatología alguna y encontrándose en perfecto estado de salud había escrito una carta de despedida a su marido y a sus hijas por si le pasaba algo. Es muy duro”, afirma Jesús.
En este punto, nos dice Tránsito Bernal, “el insomnio y la ansiedad generalizada son dos de los síntomas más frecuentes”.
Lo que está por llegar
Si bien en Madrid la demanda de atención psicológica ha sido elevada, en el caso de Vizcaya ha estado por debajo de lo esperado. Para Juan Luis Mendívil, el motivo reside en que será cuando la crisis esté llegando a su fin o se dé por zanjada cuando realmente veremos el impacto emocional del coronavirus en nuestros profesionales. En su opinión, la mayoría se encuentra todavía en esa primera etapa del estrés que es el estado de alerta o quizás en la segunda, conocida como de resistencia; pero hay una tercera de agotamiento, cuando la persona ya no puede más ni física ni emocionalmente y en la que previsiblemente entremos cuando esto, de alguna forma, haya pasado. “Mi sensación es que los profesionales tienen un buen nivel de resiliencia, están aguantando el tirón y están en esa primera fase o en la segunda. Están muy implicados y se demuestra su profesionalidad. Mi temor es que vayamos a pasar en no mucho tiempo a la fase de desgaste”, advierte el psiquiatra. Y en este punto coinciden también Tránsito Bernal y Jesús Linares.
En esa nueva etapa pueden aparecer problemas que sí sean ya patológicos, como el trastorno de estrés postraumático, trastornos adaptativos… De ahí la importancia de estos servicios de atención temprana que, en muchos casos, permiten contener y gestionar la situación, pudiendo evitar que lo que es una respuesta normal a una situación como la que se está viviendo acabe siendo patológica.
“Héroes humanos”
El agradecimiento de la población hacia los profesionales se ha venido manifestando desde el inicio de muy diversas formas, entre ellas, el aplauso diario a las ocho de la tarde desde las ventanas de toda España. Entre otros calificativos, el de “héroes” ha sido uno de los más utilizados para referirse a nuestras enfermeras, enfermeros y resto de profesionales. Sin embargo, para Jesús Linares, quizás esto haya sido, hasta cierto punto, contraproducente: “desde mi punto de vista, creo que ha hecho un poco de daño. Hablamos de profesionales muy autoexigentes ya de por sí y el hecho de tratarles como héroes ha hecho que de manera exponencial saquen esa parte de autoexigencia, como si, de alguna forma, no fueran humanos y sí lo son. Están aguantando el tirón muy bien. Lógicamente, muchos están cayendo porque la situación se está prolongando demasiado en el tiempo, pero en el momento en el que se puedan relajar, a nivel psicológico, van a aparecer bastantes dificultades”.
Las sesiones
El teléfono o la videoconferencia, según el caso, son los métodos habituales en que se realizan este tipo de intervenciones. En algunos casos, de acción inmediata y en otros mediante cita. En el caso de Vizcaya, por ejemplo, complementan la atención individual con la terapia en grupos abiertos. Esto, explica el psiquiatra, les permite compartir experiencias y darse cuenta de que lo les sucede a ellos les sucede también a otros.
Durante las sesiones se repasan algunas técnicas de relajación, la respiración abdominal… pero, como apunta Tránsito Bernal, “hablamos de enfermeras, son profesionales y están acostumbradas a manejarse en situaciones de tensión, por ello, para la mayoría lo más importante de estas sesiones es el hecho de poder desahogarse con un tercero, con alguien que sea ajeno a la situación y no seguir ‘cargando’ emocionalmente a sus familiares o compañeros de trabajo”.
Recortes y falta de reconocimiento
En su experiencia, Tránsito Bernal lamenta el que no se haya reconocido lo suficiente a las enfermeras y se refiere no sólo a la situación actual: “Llevan muchos años sufriendo recortes y no se las ha valorado en su justa medida. Son profesionales que tienen a su cargo la vida de otras personas, a las que se les exige mucho y rápido, pero no se les dan los medios necesarios, y no hablamos ya de salarios sino de los recursos para trabajar con seguridad. Eso por no mencionar a las recién tituladas a las que han soltado directamente en las UCIs. Se merecen que se las reconozca y se las dote de los recursos adecuados”.