REDACCIÓN.- Los adultos que utilizan inhibidores de la bomba de protones (IBP) tienen entre un 16 y 21% más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón que las personas que no toman estos medicamentos antiácidos comúnmente prescritos, según un nuevo estudio realizado por científicos del hospital Houston Methodist y la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.

Un examen de 16 millones de historias clínicas, que representan a 2,9 millones de pacientes, mostró que las personas que usan un tipo diferente de medicamento antiácido llamado bloqueador H2 no tienen mayor riesgo de infarto. Los resultados, publicados en Plos One, son la continuación de un informe de 2013 en el que los especialistas mostraron cómo, a nivel molecular, los IBP podrían causar enfermedades cardiovasculares a largo plazo y aumentar el riesgo de ataque al corazón de un paciente.

«Nuestro trabajo anterior identificó que los IBP pueden afectar negativamente el endotelio, el revestimiento como de teflón de los vasos sanguíneos», subraya John Cooke, autor principal del informe. «Esta observación nos llevó a la hipótesis de que cualquier persona que tome IBP puede estar en mayor riesgo de ataque al corazón. En consecuencia, en dos grandes poblaciones de pacientes, nos preguntamos qué pasó con las personas que tomaban IBP frente otros medicamentos para el estómago», relata.

En el presente estudio, los investigadores encontraron una asociación clara y significativa entre la exposición a los IBP y las incidencias de infartos. «Al observar los datos de las personas a las que se les dio medicamentos IBP principalmente para el reflujo ácido y no tenían antecedentes de enfermedad cardíaca, vimos una asociación con una mayor tasa de ataques al corazón», explica el autor principal de la investigación, Nigam H. Shah, profesor asistente de Informática Biomédica en Stanford, donde se realizó el trabajo.

«Nuestros resultados demuestran que los IBP parecen estar asociados con un riesgo elevado de ataque al corazón en la población general, y los bloqueadores H2 no muestran esta relación». El aumento estimado del riesgo cardíaco oscila del 16 al 21%, debido a la incertidumbre en el proceso de estimación, según Shah.
La agencia norteamericana del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) estima que aproximadamente 1 de cada 14 estadounidenses ha utilizado inhibidores de la bomba de protones. En 2009, los IBP fueron el tercer tipo de fármacos más tomado en Estados Unidos. Los médicos recetan los IBP para tratar una amplia gama de trastornos, incluyendo la enfermedad de reflujo gastroesofágico, o ERGE; la infección por la bacteria causante de las úlceras Helicobacter pylori, el síndrome de Zollinger-Ellison, y el esófago de Barrett.

También se pueden adquirir estos medicamentos sin receta médica. Los IBP vienen en una variedad de formas químicas ligeramente diferentes, terminando siempre con el sufijo «-prazol», por ejemplo, omeprazol o lansoprazol.

Los bloqueadores H2 son otro tipo de medicamento antiácido, que no están asociados con un mayor riesgo de ataque cardíaco o enfermedad cardiovascular. Algunos ejemplos de este fármaco son cimetidina y ranitidina.

Los investigadores recogieron datos de dos sitios: STRIDE (Stanford Translational Research Integrated Database Environment), que contiene información sobre 1,8 millones de pacientes de hospitales y clínicas de Stanford, y un subconjunto de información de los 1,1 millones de pacientes de Practice Fusion, una empresa de registros médicos electrónicos basados en la web.

Como alternativa a los antiácidos Cooke recomienda “evitar comer comidas grandes a altas horas de la noche y elevar la cabecera de la cama. La pérdida de peso, además de efectos positivos para la salud cardiovascular, puede reducir los síntomas de ERGE. En caso de que fuese necesario su uso para aliviar los síntomas deberán usarlo durante un periodo corto de tiempo (2-6 semanas), y si los síntomas persisten puede ser necesario volver a su médico para una evaluación adicional”.