ALICIA ALMENDROS.- Amberes se caracteriza por mezclar elementos tradicionales con símbolos modernos. La primera parada es la Estación Central, una de las más bonitas del mundo. Si en otras ciudades las estaciones son un sitio de paso, aquí es una visita obligada. La enorme cúpula que cubre el edificio, de 75 metros de altura, el imponente mármol y la cantidad de columnas de todo tipo—corintio, jónico, dórico…—dejarán al viajero impactado nada más llegar a la ciudad.

Testigo del paso de los años, esta urbe es rica en aquitectura. Tan pronto nos topamos con edificios medievales, como el impresionante Ayuntamiento o las casas de la Plaza Mayor, como con obras contemporáneas como el Palacio de Justicia.

Ciudad con estilo la denominan muchos, y no sólo por el de sus edificios. Si en años posteriores fue lugar de acogida de grandes pintores barrocos como Rubens y Van Dyck, hoy es una pasarela de moda en la que los diseñadores de moda han alcanzado el nivel de artistas. Y es que Amberes es conocida por sus numerosas tiendas con cuidados escaparates y por un activo comercio de diamantes.

Inspiración

El Ayuntamiento de Amberes, que ha servido de inspiración de muchos edificios gubernamentales de todo el norte y centro de Europa como por ejemplo la Puerta Verde en Gdansk (Polonia), suele tener 87 banderas de los países de la Unión Europea.

Mezcla estilos renacentistas e italianos y está reconocido como uno de los edificios más importantes del país. Captarlo en una instantánea a veces puede resultar complicado ya que, por su ubicación, en la Grote Markt, o Mercado Central, suele estar repleta de puestos que impiden contemplarlo en su totalidad, sobre todo cuando se acercan fechas navideñas.

En el centro de la plaza se halla la Fuente de Brabo, una fuente que ilustra el momento de los supuestos orígenes de Amberes, con Silvius Brabo a punto de acabar con el gigante Duron Antigonus. Y es que cuenta la leyenda que Brabo, un soldado romano, cortó la mano del gigante que tenía atemorizados a los habitantes y la arrojó al río, deteniendo el avance de muchos barcos de guerra que querían conquistar la ciudad. Precisamente, Antwerpen o Amberes—en su traducción al castellano— proviene de la palabra Handwerpen, que significa tirar la mano. De ahí el nombre de la ciudad.

La Casa de Rubens es otra de las paradas en el recorrido de esta ciudad. En su interior se encuentran muchas de las obras que pintó en la urbe, pero también muestra a los viajeros cómo vivió y trabajó el artista.

Siguiendo la vida del artista nos encontramos con el Castillo Steen, el edificio más antiguo de la ciudad, y aunque inicialmente, fue construido con fines de defensa de la ciudad su principal ocupación ha sido servir de prisión. Años más tarde Rubens lo compró y vivió en él los últimos años de su vida. Junto a la escultura de la Fuente de Brabo, aquí se encuentra otra de las esculturas curiosas de la urbe. Se trata del gigante que atemorizaba al pueblo en tiempos medievales hasta que le cortaron la mano.

El Museo MAS

Sin querer su forma exterior atrapa y cuando quieres darte cuenta estás delante del Museo MAS (Museum aan de Stroom). Sus múltiples niveles escalonados de arenisca roja y panales curvos de cristal lo hacen muy llamativo. El precio para acceder no es muy elevado —aproximadamente cinco euros— pero, además de poder disfrutar de millones de artículos y obras que cuentan aspectos de la ciudad, merece la pena subir a la terraza exterior desde donde ver una de las mejores vistas de Amberes desde el aire.