DAVID RUIPÉREZ / ALICIA ALMENDROS.- Once años de maltrato durante los cuales ni tan siquiera era consciente de lo que estaba sucediendo, hasta que un día decide romper su silencio y poner fin a su situación. A partir de ahí, Ana Bella ya no es “víctima” sino “superviviente. Tanto es así que sirve de ejemplo a otras mujeres maltratadas y a través de su Fundación ayuda a todas a salir de esa situación. De hecho, recientemente la plataforma Facebook ha contactado con ella para hacer un encuentro internacional, que tendrá lugar en Londres, de mujeres que han vivido maltrato, y ella será la encargada de hablar de esta lacra que no es exclusiva de nuestro país.
¿Cómo fueron estos once años de calvario?
Siempre digo que he tenido mucha suerte, porque estoy viva. A los 18 años conocí a este hombre y lo primero que me hizo fue hacerme elegir entre ir a la universidad o seguir con él. Renuncié por amor. Durante estos once años yo no me daba cuenta de que era una mujer maltratada, aunque la situación era insostenible., con cuatro hijos pesaba 45 kilos.
¿Por qué no te dabas cuenta? ¿Cómo te engañaba?
El me hacía firmar muchos documentos como por ejemplo que tenía que estar a menos de tres metros de él siempre, no podía leer libros, tenía que darle recibos de todo lo que compraba, el día de nuestra boda él me decía a quién podía besar y a quien no… Pero llegó una noche con un documento que quería que firmase en el que me comprometía a seguir casada con él, aunque el me pegase. Porque su justificación es que me pegaba porque me quería. Después de once años, le propuse separarnos y sus palabras fueron “no chiquita, tú no te separarás de mí por lo nuestro es amor o muerte”. Yo insistí en que no quería firmar y cada vez estaba más violento porque era la primera vez que le llevaba la contraria. De rodillas rezaba porque pensé que no saldría. Seguí insistiendo que no quería firmar y se abalanzó a por mí, y no me dejaba respirar. En ese momento estaba rendida, no tiene fuerza ni para decir que sí ni para decir que no. Y, además, cuando una es maltratada tenemos una indefensión aprendida que nos impide reaccionar ante los malos tratos por eso necesitamos que la gente de alrededor nos ayude. Ellos nos roban los instintos, por eso no puedes reaccionar. Pero el instinto de madre era lo único que no había robado y escuche a mi hijo de nueve meses llorar y eso me dio la fuerza para cogerle los brazos, firmar todo lo que quiso, hacer lo que quiso después… Pero esa noche use mi fuerza y mi valor, no para seguir durmiendo, sino para coger a mis cuatro hijos meterlos en el coche e irme a la policía a denunciar.
Eso fue el detonante que te dio fuerza…
AB: Sí, por eso les digo a todas las mujeres que tenemos fuerza, somos valientes y resistentes, lo que pasa es que estamos usando nuestra fortaleza para resistir un maltrato en vez de para ser felices. Hay que hacer un cambio de foco.
¿Qué tipo de maltrato recibías por parte de este hombre?
En la casa de acogida cuando me explicaron qué era esto y lo que yo había vivido es cuando me doy cuenta de que todo lo que había vivido lo había normalizado y no eran conductas de una relación sana. Puedo recordar un día, en los inicios de vivir juntos, que él estaba echado la siesta, yo me fui a la tienda de la esquina a comprar y cuando vuelvo me da contra la pared, me insulta, me pregunta que dónde he ido… y mi reacción fue coger la ropa la ropa echarla en la maleta e irme otra vez a casa de mis padres. Pero el me sentó, me tranquilizó y me justificó su reacción por miedo a que me pasara algo porque él era responsable de mi ante mi familia. Después de cuatro horas con ese discurso acabé pensando que la culpa era mía por haber salido de casa sin decir dónde iba.
Por tanto, ¿había una especie de control o dominio psicológico?
Exacto. Cuando hay violencia de género en la pareja, no es que te quieran pegar, es que es una relación de dominio y sumisión. A mí que me ha pegado es porque yo he tenido personalidad para revelarme y él ha tenido que usar la fuerza física para tenerme dominada. Así que aprovecho para hacer una reflexión: a la mayoría de las mujeres no las tienen que pegar para llegar a ese extremo. Insultos, humillaciones, castigos de silencio, prohibiciones, vejaciones… estas mujeres pasan desapercibidas, pero son las que son más maltratadas porque ni siquiera les tienen que pegar. No hay que ser asesinada para ser una víctima de violencia de género. Una vida de maltrato es una vida perdida y está en las manos de la gente de alrededor que nos ve cada día el que nos ayude a romper el silencio porque no te das cuenta de que estás siendo maltratada. Puede parecer surrealista, yo saqué todo matrícula de honor en mis estudios de instituto, teníamos un negocio, se idiomas… y no sabía que estaba siendo maltratada. Yo llamé al teléfono del maltrato, y no llamé para pedir ayuda, llamé para preguntar si yo podía separarme, aunque mi marido no quisiera porque él me había dicho que lo nuestro era amor o muerte. Me dijeron que tenía que ir a la asesora jurídica y le dije que no podía ir, me preguntaron por qué, y mi respuesta con 29 años fue que no podía salir de mi casa sola. Mi cárcel era mental, pero es que once años atrás él me había dicho que salir de mi casa sola no estaba bien y tampoco tenía amigas alrededor que me avisaran que eso no era así. Él se encargó de llamar a mis amigas para decirles que yo era una mujer casada y no había que molestarme. Eso lo se ahora porque nadie me dijo nada, empezaron a desaparecer y el aislamiento fue total. Porque el aislamiento además de físico era emocional porque te quedas sin nadie al que contarles las cosas.
Eras como una esclava, ¿no podías tener ninguna libertad para hacer nada?
Así es, vives para él y por él. Dejas de tener tu propia vida. Por eso siempre digo que una vida de maltrato es una vida perdida y está en nosotros y nosotras recuperar ese talento de todas las mujeres que somos más fuertes por resistir ese maltrato para que volvamos a la sociedad como mujeres victoriosas, supervivientes y que podemos ser un gran valor. Nosotras no somos el problema, somos parte de la solución.
Tras denunciar pasaste un tiempo en la casa de acogida, ¿qué paso después?
Imagínate la situación: cuatro niños pequeños -de 1 a 11 años-, no tenía dinero, no tenía trabajo, nadie me alquilaba con cuatro hijos… Fue una situación difícil. Lo único que tenía era un certificado que acreditaba que yo era una víctima de violencia de género y con eso yo podía pedir una renta activa de reinserción. En aquella época eran 320 euros, y 17 años después son 426 euros. Con eso dinero y cuatro hijos yo me vine abajo como muchas mujeres porque no veía como podía salir de esa situación. Además, pendiente de la custodia de mis hijos que pensaba que se la iban a dar a mi marido porque su situación económica era mucho mejor. Pero mirando ese certificado y echando la vista atrás me di cuenta que yo no era una víctima, era una mujer superviviente, muy fuerte y que si estaba ahí viva con mis cuatro hijos es que era una mujer con unos recursos increíbles que lo había utilizado para resistir un maltrato pero que ahora lo podía utilizar para conseguir mi casa, mi trabajo y empezar una vida feliz. Yo rompí ese certificado, jamás fui a pedir la ayuda porque creía que valía más de esos trescientos euros y me merecía y podría ganar más que esa cantidad y empecé una vida feliz porque me atreví a pedir ayuda. Pero imagínate que, en Europa, 62 millones de mujeres son maltratadas y solo el 14% pide ayuda. Para animarlas a las mujeres a que pidan ayuda, vemos en los medios de comunicación campañas que muestran las consecuencias físicas del maltrato, noticias en las que salen las mujeres asesinadas o mujeres en de espaldas o llorando… Si tu estás siendo maltratada y ves esto, no pides ayuda porque piensas que vas a acabar muerta. Además, que eso a mi no me valió, jamás me vi identificada en la tele.
¿Cuándo decides contar tu historia y salir a los medios?
Pensando en tantas mujeres decidí hacer un cambio y dar otro tipo de mensaje. En el año 2002 empecé a salir en los medios de comunicación, pero a cara descubierta dando un mensaje en positivo: “si rompes el silencio y denuncias cuando estás preparada hay otra alternativa a ser asesinada que es ser feliz”. Y que si yo pude tú también puedes. Y también quería que la sociedad y las empresas no nos vean como víctimas, sino como mujeres fuertes con grandes capacidades. Después del primer programa que salí en la tele más de 1.000 mujeres me llamaron; estuve un año para devolver todas las llamadas. Ahora ya lo hacemos a través de facebook y nuestros vídeos, “Lo nuestro es amor o muerte”, lo han visto más de 80 millones de personas y más de dos millones de mujeres pidiendo ayuda gracias a ese vídeo.
Si la mujer no puede pedir ayuda porque vive en un limbo donde ni siquiera es consciente de su propio maltrato, si puede haber otras personas que se percaten de ese maltrato. ¿Cuáles son los signos de alerta que puede detectar cualquiera para que dé la voz de alarma?
La Fundación de Ana Bella somos una red de supervivientes que usamos nuestro amor, empatía y solidaridad y sobre todo nuestro ejemplo para ayudar a otras mujeres a que rompan el silencio y comiencen una vida feliz. La primera mujer que ayudamos se quedó en mi casa, por ejemplo. Era psicóloga y es que la violencia de género no tiene nada que ver con los estudios, cualquier mujer puede ser maltratada y cualquier hombre puede ser un maltratador. Y como nosotras lo hemos vivido, sabemos reconocer muy bien las señales de alarma. Las leyes han cambiado, pero tenemos que cambiar cada una de nosotras y para ello hay que formarse. Se nos pide a las víctimas que rompamos el silencio, pero no sabemos que estamos siendo maltratadas. La gente de alrededor si que puede darse cuenta de lo que esta ocurriendo y sí que pueden actuar como agentes de cambio y de una vez por toda conseguiremos una sociedad libre de violencia de género.
¿Cómo pueden darse cuenta?
Un amiga, compañera o en el caso de la enfermera, por ejemplo, ve a su paciente cada x días; entonces puede ver un cambio cuando tiene una nueva pareja, puede ser que este más gorda y se haya quedado más delgada de repente o al contrario… que ha cambiado la personalidad, era una mujer que se arregla mucho y ahora no, o al revés; que en vez de hablar de ella habla de él todo el rato, se refiera a ella como una tonta o alguien que no sabe… Nosotras vamos a empresas porque pensábamos que es donde pasamos más tiempo en nuestro día a día y nuestros compañeros y compañeras nos pueden ayudar si están en preparados pero tienen que estar formados. Ha habido veces que vamos a una empresa y cuando les damos las pautas pues pueden asociar determinados comportamientos alguna compañera, entonces la empresa se pone en contacto con nosotros que hablamos con la mujer… Entonces que la veas más huraña más triste, más nerviosa…. Que, si antes quedabas con ella a tomar café ahora siempre la está esperando, que se pone nerviosa mirando los horarios… Son pequeños detalles, que alomejor no hay señales evidentes, pero si hay alguna sospecha no hay que callárselo, díselo, pregúntale… porque tener pareja es estar más feliz… Preguntar, ¿está bien? ¿eres feliz?… Es muy fácil o son palabras tan fáciles de decir. Esto hará que se acorte el tiempo de respuesta. La mayoría de mujeres no va a decir nada, pero va a volver a su casa y cuando ni siquiera ella misma se ha dado cuenta de qué le pasa se mirará al espejo y se harán más preguntas. Es decir, tu puedes ser el espejo en el que esa mujer se mire y vea que esa situación no es sana. Entonces es importante decir, no me quiere hablar ahora, pero si necesitas algo vivo en tal sitio o este es mi teléfono. Y si alguna vez esta mujer necesita apoyo recurrirá a ti. Y si llega este momento de que esta mujer te habla, se pone a llorar, y te cuenta lo que está viviendo. Es muy fácil, hay que escucharla, y no decir que no llore porque alomejor es la primera vez que puede llorar tranquila como me decías antes. Porque por ejemplo cuando yo era violada a mí me dolía mucho y yo lloraba me decía mucho que aguantase y llorase cuando acabase en el cuarto de baño. Y muchas veces decimos, ¿cómo has aguantado esto? ¿Cómo no te has dado cuenta? Esto hace que nos retraiga más y nos sentimos tontas y en vez de abrirnos nos cerramos. Entonces solo hay que escucharla, sin juzgarla… La gente de nuestro alrededor son los verdaderos agentes del cambio para conseguir que no se maltrate a la mujer. Además, está demostrado que enfermeras y enfermeros formados detectan cuatro veces más casos que los que no están formados, así que es muy importante que se formen. Nosotras hemos ayudado ya a más de 23.000 mujeres.