VICTORIA CONTRERAS.- En 2008, una amiga le propuso ir a Perú y echar una mano y “se lio la manta a la cabeza”. Después de esa primera vez, ha ido a Etiopía durante 6 ó 7 años, la última ocasión fue el pasado mes de febrero, para 10 días. “Puedes formar parte de este tipo de proyectos de manera puntual, pero a medio y largo plazo, si le das continuidad, se planifica y se evalúa, le ves el avance porque es algo que se hace poco a poco. No puedes tener la mentalidad occidental”, explica Ana Maldonado, enfermera de Atención Primaria en Archidona (Madrid).
Esta enfermera recuerda cómo empezaron en una guardería con programas de desnutrición, embarazos y temas sanitarios pero reconoce que “no se puede trabajar solo a ese nivel”, así que las actuaciones pasan también por la higiene, la buena alimentación, la salubridad de la zona, el agua potable o las posibilidades de la agricultura y sus huertos de autoconsumo.
Son zonas de conflicto y algunos de los viajes que ha realizado ha tardado más en llegar hasta la zona que los días que ha podido quedarse. “Si hay riesgos, no te dejan subir al poblado, pero por poco tiempo que sea, merece la pena”, asegura y añade que “es complicado trabajar en esos países”.
Ana siente que cada vez que participa en este tipo de iniciativas se “crece a nivel humano” y se “recibe más de lo que se da”. “Te da una paz interior que te ayuda en tu día a día. Yo lo recomiendo a todo el mundo, pero no hace falta irse a África. Hay muchas personas solas y con un par de horas a la semana puedes ayudar también”, comenta.
Fundación Harena
Ana lo sabe de primera mano porque la asociación con la que realiza estos proyectos en otros países, la Fundación Harena, trabaja también en esa línea, con programas de acompañamiento a mayores de Málaga. “Hay mucho sufrimiento en el mundo y se ignora. Tus esquemas mentales se amplían con todas estas experiencias, adquieres otros valores y aprendes a mirar de otra forma, porque no es lo mismo ver la calle desde abajo, que desde la azotea”, bromea.
La Fundación Harena lleva más de 10 años trabajando y según cuenta su directora, Angie Moreno, surgió como iniciativa de un grupo de amigos con empresas con delegaciones en África y América Latina “ante la necesidad que había en esos países en materia de educación, sanidad, desarrollo…”
Además de eso, en Málaga donde tienen su sede, realizan actividades con los mayores para salvar la llamada brecha digital y ya han llegado a más de 1000 personas con sus talleres por la provincia, según explica Moreno. Con los mayores también realizan los programas de acompañamiento, de los que se benefician más de 2.000 personas.