ÁNGEL M. GREGORIS.- Lo que nunca esperaban Andrea y Uxue era lo que les iba a pasar un sábado cualquiera al salir de la discoteca para irse a su casa en Vitoria. Sin quererlo, fueron protagonistas de los minutos posteriores de una pelea que acabó con cuatro apuñalados. Ellas, estudiantes de tercero de Enfermería, vieron mucho revuelo al salir de la sala, “mucha gente, gritos, alboroto y el suelo lleno de sangre”.
“Vimos a la víctima apoyada en la puerta con las manos en el estómago y desangrándose. Fuimos hacia él, preguntamos que qué pasaba y ya nos explicaron lo que había pasado. Con la ayuda del portero le tumbamos en el suelo y con la camiseta le hicimos presión en la herida para frenar la hemorragia”, cuentan.
No lo dudaron
A pesar de que acababan de terminar la fiesta, no dudaron ni un segundo que su lugar era atender al herido. La vocación salió a flote sin pensarlo. “No lanzamos a ayudar, nos salió inconscientemente, le presionamos la herida y le mantuvimos consciente mientras hacíamos presión. Llamamos para decir que era una situación grave, que había cuatro heridos y entre ellos algunos desangrándose”, subrayan.
Reconocen que para ellas fue algo muy excepcional y que no habían vivido una situación así. “Fue muy impresionante para nosotras, más que nada al día siguiente porque no teníamos noticias de herido ni sabíamos cómo estaba, si estaba bien, si le habían operado. El domingo por la noche se puso en contacto con nosotras y nos contó lo que había pasado”, explican.
Recuperación
Posteriormente, han seguido manteniendo el contacto con él, que tiene ahora ante sí una recuperación que va para largo con mucha medicación. Las dos futuras enfermeras aseguran que es algo que les marcará para siempre y que les ha hecho crecer como persona y como profesionales.