DAVID RUIPÉREZ.- En la búsqueda de una vacuna frente al virus del sida los investigadores intentan hallar nuevas formas de neutralizar el patógeno, algunas algo insólitas. La clave reside en descubrir cómo inducir una respuesta inmunitaria por parte del organismo mediante anticuerpos que neutralicen el microorganismo. El último hallazgo en este campo se basa en una combinación de anticuerpos procedentes de las llamas que pueden destruir una parte importante de los virus que circulan en la sangre.
Según se publica en el último número de la revista PLOS Pathogens, los anticuerpos conocidos con esa capacidad para acabar con el virus lograrían su objetivo cuando se dirigen a una parte específica del virus, el receptor CD4, que “ancla” el virus a la célula humana. Pero el problema es que, según revelan los estudios de biología estructural, ese “gancho” o “cerradura” donde se unen es una ranura bastante estrecha. En la mayor parte de los mamíferos, los anticuerpos están hechos a base de proteínas relativamente grandes formadas por dos copias de dos cadenas y ese volumen excesivo podría explicar por qué es raro que los anticuerpos puedan neutralizar la acción del virus.
En las llamas se produce una nota discordante dentro del reino animal. Producen también unos anticuerpos más pequeños formados por sólo dos de esas cuatro cadenas. “Los anticuerpo de la llama son más sencillos de manejar, pues sólo están compuestos de un gen, cuando en la mayoría de las especies hay dos copias que deben ir perfectamente emparejadas para formar el anticuerpo. Eso dignifica que resulta mucho más complicado probar anticuerpos individuales para el fin que perseguimos. Además, hay otra razón, estos anticuerpos de la llama tienen la mitad de la anchura de un anticuerpo humano, así que es más fácil para ellos acoplarse a la superficie del virus”, explica a Diarioenfermero.es Laura McCoy, coordinadora del grupo internacional de científicos que estudian esta respuesta inmunológica en las llamas e investigadora del departamento de Inmunología y Microbiología del Centro de Investigación Scripps de California (Estados Unidos).
El resultado de la investigación muestra que al anticuerpo previamente identificado en un trabajo anterior se suman ahora dos nuevos anticuerpos que han conseguido otorgar inmunidad a dos ejemplares de este mamífero andino. Un cuarto anticuerpo actuó sobre distintas partes de la zona de unión del virus y la célula. Combinado los cuatro anticuerpos identificados, en lugar de interferir unos sobre otros, se logró una acción conjunta más potente y pudieron neutralizar hasta el 60 por ciento de las cadenas de virus testadas.
Una nueva vía
“El mensaje principal que nos transmite esta investigación es que para trasladar a humanos el desarrollo de una vacuna frente al VIH hay que centrarse en estudiar los anticuerpos de forma individual además de considerar la actividad de un suero que contenga una gran cantidad y variedad de acticuerpos. Pero usando esta aproximación hemos hallado una selecta minoría de anticuerpos cuyas propiedades superan a las del suero y nos proporcionan una gran capacidad de comprensión de cómo el sistema inmune responde a la vacunación. Podríamos estudiar la posibilidad de transferir estos anticuerpos y ver si pueden proteger de la infección “in vivo”. Esto podría lograrse por la inyección tradicional o usando nuevas tecnologías como la terapia génica. Algo a lo que hay que estar atentos es a que la especie receptora de esos anticuerpos podría mostrar rechazo a los anticuerpos de la llama, así que habría que probar con cuidado su eficacia, pero también su seguridad”, concluye McCoy.