GEMA ROMERO.- Desgraciadamente las agresiones a profesionales sanitarios, en general, y a enfermeros en particular, están a la orden del día. Pero ¿sabemos cómo hay que actuar ante un paciente o familiar potencialmente conflictivo? El programa Apple Advice de Canal Enfermero ha repasado con dos miembros del equipo del interlocutor sanitario de Policía Nacional las principales claves para prevenir las agresiones.
Como explica Ana Álvarez, desde Policía Nacional “tenemos que tener claro que la seguridad total no existe, por lo que sería ideal contar con un plan prediseñado de afrontamiento ante estas situaciones. Además, sería recomendable la disposición del mobiliario de forma que no se obstaculicen posibles vías de escape”. También se debe evitar tener al alcance inmediato objetos potencialmente peligrosos: tijeras, un marco de fotos, una grapadora, el móvil…
Antes incluso de entrar en consulta ya hay signos que nos permiten reconocer a un posible agresor. Para Sandra Pérez hay que fijarse tanto en el lenguaje verbal como no verbal. “Las conductas no verbales son muy visuales, podemos ver si una persona está deambulando por la sala, si tiene tensión muscular agresiva, si cierra los puños, se sienta en el borde la silla, si juguetea nervioso con un anillo, por ejemplo”. En el lenguaje puede ser más fácil, “si vemos a una persona que chilla, habla rápido, utiliza palabras mal sonantes”, pueden ser también un indicio. Aunque, como recuerda Pérez, también puede darse el caso de que hable de forma pausada o irónica, “en este caso, el lenguaje no verbal prima sobre las expresiones verbales”, subraya.
Ya en el trato directo con un paciente o familiar la clave, estaría según el equipo del interlocutor sanitario, en dirigirnos a ellos con un tono tranquilo, “no entrar en sus argumentos, no responder de forma hostil ni desafiante”. Así, Sandra Pérez sugiere preguntarle cómo podemos llamarle o en qué podemos ayudarle puede facilitar la comunicación. No se trata, como señala, de dar ni quitar la razón a lo que comenta: “lo que deberemos transmitir es tranquilidad, seguridad y que nos dé información para poder ayudarle”.
Nuestra integridad, lo primero
Si pese a estas estrategias no logramos calmarle, Ana Álvarez sostiene que “nuestra integridad es lo primero, así que guardaremos una distancia mínima de seguridad, no perderemos de vista sus manos, no le daremos la espalda, intentaremos huir, valorar la posibilidad de utilizar el mobiliario como escudo y, si no es posible, pedir ayuda de forma inmediata, bien a través de Alertcops, la aplicación de Policía Nacional, o gritando si es posible”.
Si nada de todo esto surte efecto y finalmente se produce la agresión, Álvarez recuerda que “hay que denunciar siempre, ya sea en agresiones físicas como en casos de amenazas, coacciones. Es importante para que el agresor no se sienta impune ante este tipo de actos y para que la policía tenga los datos acerca de los hechos que se producen y pueda buscarle soluciones”.
Además, conviene recordar que también hay que denunciar tanto en los servicios de prevención de riesgos o salud laboral como en el observatorio de agresiones del Consejo General de Enfermería, pues tanto las comunidades autónomas como el Consejo garantizan la defensa del profesional en caso de agresión.
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