RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- Son muchas las patologías que afectan a la piel. La psoriasis es una de ellas. Más allá de tratamientos tópicos, fototerapia, inmunosupresores o biológicos, las personas con psoriasis pueden beneficiarse del maquillaje terapéutico.

Enfermeras del Hospital Ramón y Cajal y maquilladoras voluntarias imparten talleres de maquillaje dirigidos a camuflar los efectos visibles de algunos tratamientos como la quimioterapia, a ganar confianza a personas con trastornos de la alimentación y a disimular lesiones de la piel derivadas de enfermedades como la psoriasis. En cada caso, estas profesionales personalizan el cuidado, atendiendo a las características de la piel y al estado de sus lesiones.

Mayte Embid Pardo, enfermera de Dermatología, es también una de las responsables de organizar, algunos viernes, estos talleres que tienen lugar en una habitación que más parece un camerino que una sala de hospital. Los pacientes citados en esta ocasión tienen psoriasis. Aquí van a aprender a disimular sus lesiones, mejorando su autoestima y confianza en sí mismos.

Maquillarse paso a paso

Como explica esta enfermera, no hay dos pacientes iguales, por eso, hay que personalizar y adaptarse a las lesiones de cada paciente, lesiones que, además, evolucionan. Hay cuidados básicos como la limpieza, la hidratación y la nutrición que se repiten de uno a otro, pero la manera de cubrir las lesiones variará en función del tamaño y el color que presenten o si están abultadas.

En esta misma línea, Laura Gómez, maquilladora voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer, explica en qué consiste cada sesión: en una primera visita, son ellas las que maquillan al paciente y le explican el proceso; en la segunda, el paciente tiene un papel más activo y se le invita a que anticipe cada paso del proceso; y en la tercera, es él mismo quien debe maquillarse.

No obstante, apunta Laura, “en maquillaje no hay nada cerrado porque lo que les hicimos el primer día puede que ya no les sirva el tercero. Todo depende de cómo evolucione su enfermedad”. Lo único que permanece invariable es el orden de los pasos a seguir: “lo primero, el corrector para ojeras, granos o cualquier discromía que haya; a continuación, el maquillaje y luego, los polvos”. Esto constituye la base del maquillaje; después, y sobre todo en el caso de la mujer, añade, vendrían “ojos, cejas, colorete y labio”.

Recuperar la autoestima

Gracias a estas sesiones y consejos de maquillaje, no sólo se consigue que el paciente se vea mejor sino que, como apunta Mayte Embid, “se quiera más y mejore su autoestima”. Y es que para esta enfermera, “hablar de maquillaje quizás no diga mucho, pero si hablamos de maquillaje terapéutico, estamos yendo un pasó más allá”.

Esther, Mónica y María José han sido las pacientes citadas para esta sesión. Es la primera para las tres y todas ellas han quedado sorprendidas de cómo, gracias al maquillaje, sus lesiones son ahora casi imperceptibles. En siguientes talleres, continuarán aprendiendo las claves del maquillaje de camuflaje para hacerlo en su propia casa. Adiós a las medias y bienvenidos los escotes para recibir el buen tiempo, piensan las tres.

La enfermera, clave

La cercanía de los pacientes con las enfermeras, hace de estas profesionales una pieza clave en el diagnóstico de otros problemas asociados a su enfermedad. Así lo explica la dermatóloga Asunción Ballester Martínez, del mismo hospital, que en el caso de la psoriasis, por ejemplo, subraya cómo a esta patología pueden sobrevenirle ciertas comorbilidades entre las que se encuentran “problemas en articulaciones, problemas cardiovasculares o psiquiátricos como ansiedad y depresión”. “En su detección –añade- la enfermería nos ayuda mucho porque tiene una comunicación más directa y continuada con el paciente”.