MIRIAM OLIVAS-. 12 horas tardó el equipo sanitario del Gregorio Marañón en salvar el corazón del donante que sería imprescindible para la vida de Naiara. Es un bebé de dos meses que ha luchado por vivir desde su gestación. Los profesionales sanitarios creían que las posibilidades de sobrevivir tras el parto eran pocas y Naiara había empeorado significativamente 24 horas antes de su operación.
Entonces sucedió el hito histórico. Los padres de un bebé de 3 kilos fallecido habían donado el corazón de su hijo. Esta era la esperanza de Naiara y el equipo médico del hospital madrileño no dudó en volar hasta la Comunidad Autónoma del donante para salvar un corazón en parada y transportarlo después de haber estado varias horas en isquemia fría. Después se concluyó un hecho insólito hasta el momento y único en el mundo: llevar a cabo el primer trasplante de corazón infantil de donante en asistolia y con incompatibilidad sanguínea.
La función del enfermero perfusionista
Para esta operación sin precedentes ha sido fundamental la labor del enfermero perfusionista del hospital Gregorio Marañón, José Ángel Zamorano. La labor de estos profesionales es sustituir la función de los pulmones y el corazón durante el proceso de trasplante. “Nosotros somos el corazón y los pulmones del paciente durante la cirugía cardiaca”, afirma el enfermero.
Un reto mucho más agudo en este caso concreto al tener que adaptar a una niña muy pequeña la bomba de circulación extracorpórea. Esta parte fue la de mayor estrés para los sanitarios. Además de sumar el desafío de recuperar un corazón que estaba parado para salvar la vida de Naiara y hacer una doble reanimación.
Para lo que muchos es un milagro, para los enfermeros perfusionistas tan solo es su trabajo diario, un trabajo diario con el que pueden hacer que vuelva a latir una vida como la de la pequeña Naiara.