GEMA ROMERO.- Hasta el 76% de las enfermeras que trabajan en Neurología creen que sus opiniones influyen de forma significativa en las decisiones terapéuticas de los neurólogos en el tratamiento de pacientes con esclerosis múltiple (EM). Así se ha puesto de manifiesto en el estudio “Aspectos conductuales de las enfermeras asociadas a la atención óptima de la esclerosis múltiple en España” publicado en la revista PLOS ONE, donde se ha demostrado que así influyen las enfermeras en la esclerosis múltiples.
Como explica Jorge Maurino, del servicio médico de Roche, y uno de los autores del estudio, “la frecuencia habitual de visitas de seguimiento de un paciente con esclerosis múltiple con su neurólogo es cada 6 meses y muchas veces está centrada fundamentalmente en si ha habido un brote y en la existencia de cambios en la resonancia magnética de control”. Sin embargo, a su juicio “hay muchísima información adicional que se puede perder en esta dinámica de visitas, y en este contexto, enfermería cumple un rol clave en esa aproximación más cercana al paciente que permite un intercambio de información, detectando cambios clínicos más sutiles y/o síntomas como fatiga, dolor, problemas cognitivos, disfunción sexual, etc. Toda esa recogida de información aporta a la toma de decisiones terapéuticas del neurólogo teniendo una visión más holística de lo que le está pasando al paciente en su vida habitual”, destaca Maurino.
Por este motivo, un comité de siete enfermeras, el equipo médico de Roche y un metodólogo de la Universidad de Toronto, Canadá, pensaron en la posibilidad de investigar la perspectiva de enfermería en cuanto al tratamiento de la esclerosis, a través de un estudio observacional atendiendo a los diferentes perfiles de eficacia, tolerabilidad y seguridad.
Estudio no intervencionista
Así, a través de un estudio no intervencionista, transversal han evaluado “la influencia de los factores conductuales (comportamientos sociales positivos, actitudes hacia las innovaciones terapéuticas, depresión) y de percepción (sensación de ayuda, agotamiento laboral, arrepentimiento relacionado con la atención médica) en las elecciones terapéuticas entre las enfermeras que atienden a estos pacientes, para lo que han contado con la colaboración de la Sociedad Española de Enfermería de Neurología.
Para Beatriz del Río, una de las autoras de este estudio, “los resultados del estudio nos muestran que la experiencia en el manejo de la enfermedad, la actitud positiva hacia la innovación basada en la evidencia y el sentirse útil y apoyada en el trabajo de equipo se asocian a un manejo óptimo de la enfermedad, buscando detener la progresión de la discapacidad”, explica esta enfermera de la Unidad de Enfermedades Desmielinizantes del Hospital de La Princesa (Madrid).
De hecho, según sus datos, casi el 70% de las enfermeras estaban satisfechas o extremadamente satisfechas con su vida. “La mayoría de los participantes tenían actitudes positivas hacia las innovaciones basadas en la evidencia y los comportamientos prosociales”.
Desgaste emocional
En el lado contrario, el 16,5% de las participantes “presentaron burnout severo relacionado con el trabajo y 13% presentaron síntomas depresivos y arrepentimiento relacionado con el cuidado.
Como explica Del Río, “las enfermeras nos encontramos expuestas a diferentes factores de riesgo psicosocial que pueden generar estrés laboral, el cual se refleja en las actitudes que asumimos con nosotras mismas y en nuestro contexto laboral y familiar”. A su juicio, este desgaste “influye de manera inversamente proporcional en la calidad del cuidado brindado a los pacientes, ya que a mayor desgaste de los profesionales menor es la calidad del cuidado proporcionado a los pacientes; situación que afecta en gran medida a la profesión, a sabiendas de que el cuidado es la esencia de la misma”.
Para esta enfermera, “como respuesta a este estrés laboral crónico, podemos tomar actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que trabajamos y hacia el propio rol profesional, mostrándonos emocionalmente agotados”.
Por ello, para Maurino “una de las conclusiones de este estudio es que los responsables de la dirección de las unidades de esclerosis deben tener en cuenta el bienestar y la salud de su personal de enfermería cuidando el entorno y carga laboral”. Para Beatriz del Río también debería haber “un reconocimiento por parte de las instituciones. La calidad de los cuidados brindados a este tipo de pacientes, así como de cualquier patología crónica, han de ser tenidos en cuenta para seguir manteniendo un gran nivel de atención especializada a través de formaciones específicas, reconocimiento laboral de la especialización y el apoyo del resto de los profesionales sanitarios del equipo multidisciplinar”, concluye la enfermera.