ALICIA ALMENDROS.- “El estrés, la ansiedad generalizada, los ataques de pánico, la depresión severa y el trastorno por estrés postraumático son los principales problemas de salud mental que pueden desarrollar y presentar las personas víctimas de quemaduras graves”, resalta Francisco José Celada, enfermero de Urgencias, Emergencias y Cuidados Críticos, además de psicólogo de Emergencias. Y es que ante un accidente de tal envergadura la vida de una persona cambia de un día para otro, “va a tener una ruptura con su vida normal, dolor, heridas, curas, miedo, incertidumbre… que en muchas ocasiones los puede llevar a la desesperanza y a creer que su problema, es decir, sus quemaduras y las pérdidas que ha sufrido sobre su ideal futuro no tiene salida ni solución”, prosigue Celada.

Ante esto, lo ideal es crear modelos de intervención integrales. “El objetivo de una unidad de quemados, como señalamos mi compañera Marta y yo en un artículo publicado a finales del 2021 es la rehabilitación integral del paciente que ha sufrido quemaduras graves.

A los recursos clínicos, técnicos y de cuidados para curar las quemaduras, ha de añadirse que la persona y familiares superen también el sufrimiento emocional causado por las lesiones”, comenta Marta R. Rodríguez, psicóloga sanitaria y Máster en prevención de suicidio. “La personas con quemaduras graves va a necesitar de los apoyos percibidos de todo tipo para conseguir su recuperación a nivel integral. Se debe intentar prevenir el malestar psíquico, ya que incluso puede derivar en trastornos mentales de diagnóstico grave y en el suicidio. Se trata de acompañar a la persona durante todo el proceso hospitalario, post hospitalario y comunitario para que mantenga una situación de cambio y adaptabilidad, consiguiendo la reintegración social”, añade Rodríguez.

Enfermeras

Las enfermeras son las profesionales que están constantemente con el paciente velando por su salud a pie de cama. “Son un eslabón imprescindible en la prevención e intervención psicológica de los pacientes dentro de las UCIs o unidades de grandes quemados, por la constante interacción y por ser las encargadas de proveer de cuidados integrales a todas las personas víctimas de quemaduras críticas y graves”, señala Celada.

El trabajo en equipo es enriquecedor y curativo para el paciente. “Es primordial para conseguir que una persona con quemaduras graves evolucione de una manera sana para consigo misma, para con su entorno y consiga vislumbrar un futuro de vuelta a la normalidad con calidad de vida. Es un trabajo en equipo en el que además de enfermeras, médicos y psicólogos intervienen fisioterapeutas, TCAEs, celadores, personal de limpieza… Es decir, todas las personas que aportan”, argumenta el enfermero.

“Pero recordemos que en esta atención integral no solo hay que tener en cuenta al paciente con quemaduras graves que, por supuesto son nuestra primera preocupación, sino también a su familia y personas allegadas, ya que el impacto puede desencadenar riesgos de padecer problemas en su salud mental a corto, medio y largo plazo. Para hacer frente a todas estas posibilidades que desencadenarán el sufrimiento psíquico, lo ideal sería crear modelos de intervención grupal además de espacios de encuentro, en el que se integre no solo a la persona afectada, sino a sus familiares y allegados”, resalta Rodríguez.

Suicidio

En muchos casos de pacientes con quemaduras graves se ven inmersos en una desesperanza máxima que los pueden llevar realizar una conducta suicida. “Pensemos en la situación límite a la que se ha enfrentado una persona con un accidente térmico muy grave, que ingresa en una unidad especializada en la que todos los profesionales, las enfermeras las primeras, van a luchar por su vida, por su salud física y mental”, explica Celada. “En estos casos, la ideación suicida puede ser un problema que se presente, incluso de forma intrusiva y que se plantee la muerte como única salida para dejar de sufrir. En estos casos una detección precoz además de unas intervenciones integrales con los pacientes y familia puede prevenir futuros intentos autolíticos y salvar la vida de las personas. Hablar del suicidio es primordial y las enfermeras debemos acostumbrarnos a tratar este tema de manera abierta, profesional y con el calor humano que caracteriza a nuestra profesión. Detectar la conducta suicida es “salvar vidas”, añade el enfermero.

La atención psicológica debe de ser un derecho para cualquier persona, no solo en momentos críticos, sino también en momentos que se precise de un acompañamiento y seguimiento posterior”, finaliza la psicóloga.