MARINA VIEIRA.- Chile es un país de grandes contrastes. Al sur, la naturaleza explota entre volcanes; al este, la altitud de la cordillera de Los Andes alucina a cualquiera que tiene el honor de poder sobrevolarla; al oeste, un helador mar plagado de leones marinos enamora a surfistas y al norte, en un altiplano a casi 3.000 metros de altura, se encuentra el desierto de Atacama. Es el más seco del mundo y uno de pocos los lugares de la tierra que nos hacen sentir que estamos de turismo por el espacio. Para acceder a este árido lugar, lo mejor es volar desde Santiago de Chile a Calama. Esta ciudad del norte de Chile ha crecido gracias a la gran industria minera, uno de los motores ecoómicos del país andino. No merece la pena visitarla, ya que se ha extendido sin plan urbanístico y es fea y ruidosa.
Desde el aeropuerto de Calama salen multitud de furgonetas que trasladan a todos los turistas interesados en conocer el desierto chileno. Tras una hora de viaje atravesando puro desierto y explotaciones mineras, se llega a San Pedro de Atacama. Los chilenos cuentan que San Pedro tiene una vibra diferente que hace que se pasen todas las penas. Según ellos, es un antidepresivo natural. Posiblemente tenga algo que ver que el litio —uno de los componentes de muchos tratamientos contra la depresión— sea uno de los minerales que se obtienen en sus alrededores. Antidepresivo o no, lo que es palpable es que en el pequeño pueblo de adobe el ambiente festivo se respira en cada esquina. Ahí se encuentran todos los alojamientos y es el centro desde el que salen las excursiones para visitar los espectaculares paisajes que decoran el altiplano.
Las agencias turísticas ofrecen tours de un día a todos los lugares visitables. A diferentes precios ofrecen packs para no perderse los puntos clave. Otra opción es alquilar un jeep: puede subir un poco el precio del viaje, pero a cambio se consigue huir de aglomeraciones y de pasar varias horas al día en un autobús repleto de turistas.
Géiser del Tatio
Uno de los lugares imprescindibles del desierto de Atacama son los géiseres del Tatio. Las rutas para visitar este extraño fenómeno de la naturaleza suelen comenzar a las seis de la mañana, el momento del día en el que los géiseres suelen estar más activos. Entre un fortísimo olor a azufre y una heladora temperatura —con facilidad el termómetro baja a menos quince grados— se puede dar un paseo entre formaciones volcánicas con erupciones intermitentes. Realmente, uno se siente un verdadero astronauta investigando lugares remotos del universo según se recorren estas peculiares explosiones del suelo. Para terminar la experiencia, muchos atrevidos se lanzan a bañarse en las lagunas que están cerca. La energía geotérmica consigue calentar sus aguas y resulta muy agradable bañarse en agua caliente sintiendo un frío helador en las mejillas. Para esta excursión recomendamos aceptar la invitación a té de coca que ofrecen las agencias, ya que está a más de 3.000 metros de altura y entre el ambiente cargado de azufre y la falta de oxígeno es fácil sufrir mal de altura.
Salares
Entre todos los volcanes que decoran el desierto se encuentran numerosos salares. En ellos, se pueden observar vicuñas —un camélido de la familia de la llama— correteando libremente. Tampoco es difícil ver zorros y flamencos, aunque para ver estos últimos hay que informarse muy bien del salar porque dependiendo del momento del año se encuentran en un sitio u otro. Merece mucho la pena preocuparse de dónde se encuentran estas aves porque el espectáculo rosa que ofrecen es maravilloso. En muchas de las lagunas también es posible darse un baño, donde por la alta concentración de sal se flotará como si del mar muerto se tratara.
Valle de la luna
El atardecer en el valle de la Luna es uno de los grandes espectáculos de San Pedro de Atacama. Cuando empieza a caer el sol, las piedras rojizas de este rocoso lugar comienzan a cambiar de color y la luz se transforma en brillante. Después, se puede contratar un tour para ver las estrellas. En San Pedro de Atacama se encuentra uno de los cielos más limpios del mundo y las estrellas brillan como bombillas iluminando el camino. En pocos lugares de nuestro planeta se entiende mejor por qué la vía láctea se ha denominado así. En San Pedro de Atacama es una autopista de estrellas.
Volcanes, géiseres, lagunas de sal, flamencos, marte y la luna son sólo algunas de las muchas razones por las que el desierto de Atacama y San Pedro, el pueblo que acoge todas estas maravillas de la naturaleza, debe estar en la lista de lugares que hay que visitar antes de morir. Todo unido a la cariñosa actitud de los chilenos, que con su dulce acento harán que se sientan parte de su cultura en todo momento.