ÁNGEL M. GREGORIS.- Un aneurisma, una hemorragia gastrointestinal o cualquier otro tipo de hemorragia incontrolada suelen ser problemas muy graves con los que se encuentran diariamente los sanitarios. Solucionarlo pasa en la mayoría de las ocasiones por insertar diminutas bobinas metálicas en el vaso sanguíneo para prevenir así el sangrado adicional, pero hay ocasiones en las que este método tiene alguna limitación. Es el caso de los pacientes que toman medicamentos anticoagulantes o que no pueden coagular la sangre por otras razones, que pueden sufrir sangrías peligrosas.
Encontrar una solución a esto fue lo que se propusieron los bioingenieros del Hospital Brigham and Women’s, que han desarrollado un hidrogel que puede mantener su forma dentro de los vasos sanguíneos para prevenir el sangrado incluso en aquellas personas que no tienen capacidad para coagular.
“Este trabajo es un ejemplo de cómo la bioingeniería puede ayudar a solucionar los desafíos a los que se ven enfrentados los sanitarios y pacientes”, afirma Ali Khademhosseini, director del estudio, que ha sido publicado en Science Translational Medicine. Asimismo, apunta que “aunque es una investigación de laboratorio, es necesario que llegue a materializarse para extender este nuevo biomaterial tan importante para la embolización”.
“El sangrado es una de las principales causas de morbimortalidad en el paciente traumático, por lo que cualquier dispositivo o técnica encaminada a parar el sangrado siempre es bien recibida. Esto es, sin duda, un gran avance para el paciente”, afirma Juan Carlos Gómez, enfermero experto en Urgencias y Emergencias del Consejo General de Enfermería.
Este nuevo agente tiene una consistencia similar a la pasta de dientes y está hecho de gelatina. Para utilizarlo, es necesario tener un catéter para que el material pueda fluir dentro de un vaso sanguíneo, pero es capaz de mantener su forma una vez dentro del vaso, obstruyéndolo sin depender de la formación de un coágulo.
Inicialmente se realizaron pruebas en el laboratorio y se monitorizaron los cambios para optimizar las propiedades del material en algunos animales. Tras llevar a cabo la investigación, el equipo lo probó en roedores y cerdos, ya que estos últimos cuentan con vasos sanguíneos de dimensiones similares a los humanos.
Entre las propiedades del material destacan la capacidad de soportar la presión dentro del vaso sanguíneo, de permanecer en el sitio de la inyección y de diluirse con el tiempo de forma natural. A partir de ahora, el equipo espera comenzar los ensayos clínicos para probar la seguridad y la eficacia del material para humanos.
“Conseguir restañar el vaso en el punto de ruptura con un dispositivo tan simple y sin necesidad de utilización de actitudes quirúrgicas mucho más agresivas sería la solución al problema. Habrá que ver como evoluciona esta investigación y si llega a buen puerto”, apunta Juan Carlos Gómez.