DAVID RUIPÉREZ.- La profesora de la Universidad Pública de Navarra y subdirectora del departamento de Ciencias de la Salud, Cristina García Vivar, ha liderado el proyecto Mental Pro COVID que, como su propio nombre sugiere, aborda el estado emocional de los sanitarios durante la actual pandemia por el coronavirus en la Comunidad Foral de Navarra. Se trata de un trabajo multidisciplinar del que se van conociendo los primeros resultados.

¿Cuáles son las primeras conclusiones de esta investigación en la que ha colaborado también el Colegio Oficial de Enfermería de Navarra?
Si quieres un titular, diría que dos tercios de las enfermeras que han participado en este estudio, es decir enfermeras que han trabajado en todos los ámbitos de la atención en Navarra -hospitalización, Atención Primaria, Centros residenciales…- para dos tercios de estas enfermeras la pandemia ha supuesto un impacto en su salud mental en términos de insomnio, ansiedad, depresión y estrés postraumático. Son datos muy preocupantes, en línea con lo que apuntan otros estudios tanto nacionales como internacionales, pero incluso más elevados que en otras investigaciones.

Dos tercios afirman tener trastornos emocionales”

Llama la atención el hecho de que, por una parte, Navarra ha sido una comunidad con una alta incidencia de COVID-19 en su población, pero a la vez cuenta con uno de los mejores sistemas sanitarios de España. ¿Crees que las enfermeras navarras lo han pasado mejor, peor o igual que en otros sitios?
Es importante hablar de las condiciones de trabajo y los entornos saludables y efectivamente, Navarra es una CC.AA. con una ratio enfermera-paciente muy similar a la media europea -8,1 enfermeras por cada mil pacientes- a diferencia del resto de España que tiene una media de 5,5 enfermeras. En este sentido, considero que, a pesar de tener unas ratios mejores que otras comunidades, es cierto que el impacto ha sido muy importante. Habría que ver el resultado en otras regiones. Hay investigadores que ya están trabajando en ello y me han contactado para repetir este estudio en otras comunidades y ver si los datos son similares a los nuestros. Estos datos son recogidos para describir el estado de las enfermeras desde la primera ola hasta mayo de 2021. Pero los datos podrían ser aún más preocupantes. Nos han contactado muchas enfermeras que nos dicen “ahora estamos peor, si hicieseis el estudio ahora obtendríais resultados peores. Estamos lábiles, tenemos un insomnio muy importante y, en este sentido, justo hace poco -en colaboración con el Colegio Oficial de Enfermería- hemos vuelto a enviar a las 5.700 enfermeras colegiadas de Navarra esta misma encuesta para poder hacer esa comparativa. Esperamos que en breve podamos compartir los datos, pero en cualquier caso son datos que requieren de una acción urgente por parte de las administraciones y de los gestores.

Las enfermeras nos dicen que ahora están mucho peor que cuando hicimos el estudio”

¿Cómo se puede ayudar a esas enfermeras que declaran ese tipo de problemas emocionales? ¿está preparado el sistema sanitario para prestarles esa ayuda que necesitan? Si fueras consejera de Sanidad, ¿qué harías para paliar esta “epidemia” de problemas relacionados con la salud mental de los sanitarios?
Hay que intervenir a dos niveles; por una parte, hay que dar respuesta a las necesidades de esos profesionales, cuidar al que cuida. Hay que prestarles apoyo emocional. Desde el Colegio de Enfermería y también desde el Gobierno de Navarra se han propuesto ciertas intervenciones. Sin embargo, este estudio, que tuvo una fase cualitativa con unas entrevistas personales en las que se preguntaba a las enfermeras si habían utilizado estos servicios de apoyo psicológico, revelaba -y eso llama la atención- que la gran mayoría no utilizó aquellos servicios de ayuda que se ofertaban desde el colegio o la Administración y sí que algunas indicaron que utilizaron servicios privados. Por un lado, hay que dar respuesta a esas necesidades pero, por otro, lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de trabajo y proveer de entornos saludables, más enfermeras en las unidades, mejores contrataciones, continuidad en las contrataciones… Las contrataciones COVID son necesarias, pero luego acaban esos contratos y las enfermeras quedan perdidas en la transición, como dicen ellas, y eso conlleva que se vayan a una unidad donde probablemente no aporten tanto. El otro día me decía una enfermera: “yo es que he trabajado durante toda la pandemia en UCI y ahora estoy en una planta general y considero que puedo aportar más en una planta de UCI. Es importante contar con buenas condiciones laborales, ratios enfermeras adecuadas, incentivos… El año 2020 fue el año de las enfermeras a nivel mundial, declarado así por la Organización Mundial de la Salud, mostramos claramente la competencia el liderazgo y el impacto que tienen las enfermeras en la mejora del sistema, pero tenemos muchísimos problemas todavía. Hace falta una reflexión importante para hacer cambios en las condiciones generales de las enfermeras, reconocimiento profesional, porque social ya lo tenemos.

Los que hay que hay que hacer es mejorar las condiciones laborales de las enfermeras”

Cristina, esta claro que hay muchas enfermeras quemadas, con el llamado síndrome de “burn-out”, con esos problemas de insomnio, etcétera. pero hay quien apunta a que muchas enfermeras que a día de hoy no están experimentando esos síntomas, que lo llevan bien, consiguiendo controlar la situación, puede que pasado un tiempo, incluso mucho tiempo después, les explote un síndrome de estrés postraumático inesperado y que las secuelas sean mucho mayores de los que están experimentando las enfermeras actualmente ¿Ves factible ese escenario?
De hecho, cuando hablamos de salud mental, los síntomas se producen de forma aguda, a corto-medio plazo, habrá que estudiar esto, pero me atrevo a aventurar que, por otras pandemias con mucho menos recorrido, como puede ser el SARS en 2013 o el ébola en 2014, los estudios demostraron que cinco años después los niveles de depresión habían aumentado en las enfermeras y me temo y anticipo que con la actual pandemia estos niveles van a ser mayores a largo plazo. Lo mismo que está sucediendo a nivel social. Quiero decir que las enfermeras son personas, forman parte de la sociedad y además añadido tienen ese bagaje de haber visto muchísimo sufrimiento, muchas muertes… ya están cansadas, por esa cronicidad de la pandemia. Al inicio, incluso en mayo de 2020, decían “bueno, son dos meses podemos seguir”, pero ahora dicen “ya no podemos más”. A medio largo plazo, nos vamos a enfrentar a una situación complicada y considero que las enfermeras especialistas en salud mental van a tener – ya están teniendo-, muchísimo trabajo al igual que otros profesionales del ámbito de la salud mental.

¿Te preocupa mucho que se estén produciendo, independientemente de las situaciones clínicas o patológicas, abandonos de las vocaciones? Que era algo residual en la enfermería y que ahora haya gente replanteándose su profesión cuando, precisamente, faltan enfermeras.
Totalmente. Incluso el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) ya apuntó, antes de la pandemia, ese alto “burn-out” y tasa de abandono, algo que en España nunca había pasado. En esta segunda parte de la investigación hemos incluido una pregunta sobre este tema y en los datos preliminares que ya tenemos es muy muy alarmante