ANA MUÑOZ (Cáceres).- A grandes problemas, grandes soluciones. Eso debió de pensar la reina Isabel la Católica cuando, en 1476, ordenó mediante un edicto desmochar casi todas las torres de los palacios de Cáceres; esto es, quitar todas sus almenas. El objetivo era evitar las constantes disputas entre familias nobles en tiempos de intrigas y conspiraciones y, por qué no, evitar también posibles desafíos a la corona. Desmochar las torres era todo un gesto de sumisión ante los reyes.

La historia de Cáceres es la de una ciudad que ha pasado de mano en mano, de religión en religión y de cultura en cultura a través del tiempo. Norba Caesarina fue el nombre que los romanos le dieron cuando la fundaron allá por el año 34 a.C.; sin embargo, no fue hasta mucho después (siglo XII) cuando la ciudad alcanzó su esplendor con la llegada de los árabes. Cien años más tarde la ciudad fue reconquistada por el rey Alfonso IX de León y pasó a manos cristianas. “Nacer en Cáceres, morir en otra parte”, dice un refrán popular, ya que muchos de los que nacían en la ciudad marchaban después a buscarse la vida en otros sitios.

La ciudad de Cáceres debe a su casco antiguo, uno de los mejores conservados de Europa, la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. El paseo por sus calles traslada a la época medieval y renacentista, y es tranquilo y pacífico. Calles estrechas empedradas, pequeñas plazas, palacios renacentistas de piedra, iglesias y murallas configuran la estampa. No encontrará aquí el visitante el típico complejo monumental abarrotado de tiendas de souvenirs y restaurantes con menú para turistas. La ciudad tiene todo eso, pero lo tiene “extramuros”, más abajo, a partir de la Plaza Mayor.

Plaza Mayor / Imagen: Ayto. de Cáceres

Plaza Mayor / Imagen: Ayto. de Cáceres

Precisamente esa plaza, rodeada de soportales apoyados en pilares de piedra y arcos de medio punto, es el comienzo de la ruta que nos llevará por el casco antiguo de la ciudad. Es el gran punto de reunión, el centro de la vida social de Cáceres y el lugar donde se agolpan las tiendas, hoteles, bares y restaurantes. En la parte sur de la plaza se encuentra el ayuntamiento y comienza la calle Pintores, la más comercial y bulliciosa de la ciudad. Desde la Plaza Mayor se accede a la antigua ciudad amurallada por el punto de acceso más importante: el Arco de la Estrella, obra de Manuel de Lara Churriguera.

La construcción religiosa más importante de la ciudad es la Iglesia Concatedral de Santamaría, construida entre los siglos XV y XVI y coronada por gárgolas de fieras y leones. Compuesta íntegramente por sillares de granito, su estilo es próximo al gótico. La iglesia tiene una sola torre de tres cuerpos en cuya parte más alta habitan decenas de cigüeñas. Quienes estén dispuestos a subir los más de cien escalones de la torre podrán disfrutar de una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.

Probablemente el tesoro mejor preservado de Cáceres es el aljibe hispano-árabe, por su espectacular estado de conservación y por la vista que ofrece cuando la luz dorada se vierte desde el cénit hacia las cinco naves de arcos de herradura que componen la construcción. Está ubicado en el Palacio de las Veletas, actual museo de la ciudad, y aún contiene agua en su interior porque sigue recogiendo la lluvia que cae en el patio renacentista que lo cubre.

Aljibe hispano-árabe de Cáceres / Imagen: Ayto. de Cáceres

Aljibe hispano-árabe de Cáceres / Imagen: Ayto. de Cáceres

Gastronomía

A Cáceres hay que ir para disfrutar del buen comer, y más este año, que ha sido elegida capital gastronómica de España. Su cocina tradicional presenta muchos derivados del cerdo y recetas de origen pastoril: caldereta de cordero o cabrito, carne en salsa con huevo y tomate y, por supuesto, las tradicionales migas extremeñas con de chorizo y tocino. Para acompañar estos platos típicos, nada mejor que uno de los vinos cacereños protegidos por la Denominación de Origen Ribera del Guadiana.

Paseo nocturno

Hay ciudades que hay que conocer por la noche, y Cáceres es una de ellas. El paseo nocturno por el casco antiguo revela un universo misterioso de luces un sombras –la iluminación está muy cuidada-, evoca un viaje al medievo donde el silencio sólo se rompe por los pasos del visitante y, quizá, la música de algún artista callejero. No hay edificios de nueva construcción que rompan la armonía, ni estridentes letreros luminosos. Quienes lo deseen pueden contratar una visita nocturna guiada e incluso teatralizada.

Terminamos el paseo buscando una vista panorámica de la ciudad, que encontramos en el mirador de San Marquino. La Ciudad Monumental se levanta frente a nosotros con sus palacios, murallas, iglesias y, como no, sus decenas de torres, esbeltas y vigilantes unas, cortadas al raso otras; resignadas, con el paso de los siglos, a vivir “desmochadas” por la decisión de Isabel la Católica, que marcó el skyline de la ciudad para siempre.

Más información: http://turismo.ayto-caceres.es