EUROPA PRESS.- En el año 2015 alrededor de 250 millones de personas consumieron drogas, de ellas, al menos, 29,5 millones padecen algún trastorno mental por el consumo abusivo de drogas, concretamente el 0,6 por ciento de la población mundial adulta, según se desprende del último Informe Mundial sobre las Drogas, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Los opioides fueron la droga más dañina, ya que supone el 70 por ciento de los efectos negativos para la salud asociados con trastornos por consumo de drogas en todo el mundo; de cerca le sigue el uso de anfetaminas que, señala el informe, «también representan una parte considerable de la carga mundial de la enfermedad».
En ambos casos el consumo mundial es muy elevado, al contrario, que el de nuevas sustancias psicoactivas (NPS), «que es todavía relativamente pequeño», y aún los usuarios no son conscientes del riesgo que puede suponer el abuso de estas sustancias. En este caso, lo que más ha aumentado es el consumo de análogos de fentanilo, se esta dando un número creciente de sobredosis entre los usuarios de opiáceos. Por otro lado, el informe revela que la hepatitis C es la primera enfermedad derivada del abuso y la que causa mayor daño. El informe estima que aproximadamente 12 millones de las personas que se inyectan drogas en todo el mundo, de ellas una de cada ocho (1,6 millones) tiene VIH y más de la mitad (6,1 millones) tiene hepatitis C, mientras que alrededor de 1,3 millones están sufriendo de la hepatitis C y VIH.
Como dato, el informe muestra que hasta tres veces más los drogodependientes se mueren a causa de la hepatitis C (222.000) que de VIH (60.000). Sin embargo, el informe destaca que a pesar de los recientes avances en el tratamiento de la hepatitis C, el acceso a los nuevos fármacos sigue siendo pobre, ya que el tratamiento sigue siendo muy caro en la mayoría de los países. Este año se cumplen 20 años del Informe Mundial sobre las Drogas, que se produce en un momento en que la comunidad internacional ha decidido seguir adelante con la acción conjunta. «Hay mucho trabajo por hacer para enfrentar los muchos daños infringidos por las drogas para la salud, el desarrollo, la paz y la seguridad, en todas las regiones del mundo», ha señalado el director ejecutivo de ONUDD, Yury Fedotov.
En 2014 se estimó que los grupos transnacionales del crimen organizado en todo el mundo han generado entre un quinto y un tercio de sus ingresos de la venta de drogas. Según el informe las comunicaciones móviles ofrecen nuevas oportunidades para los traficantes, mientras que la red oscura permite a los usuarios comprar anónimamente fármacos. En este sentido, destaca que, aunque no todos los grupos terroristas dependen de ganancias de la droga, algunos lo hacen. «Sin los ingresos de la producción y tráfico de drogas, que constituyen casi la mitad de los ingresos anuales de los talibanes, el alcance y el impacto de los talibanes probablemente no sería lo que es hoy en día», advierten, al tiempo que recuerdan que hasta el 85 por ciento del cultivo de opio en Afganistán se produce en el territorio bajo alguna influencia de los terroristas.
Por otro lado, se ha ampliado considerablemente las sustancias disponibles en el mercado de la droga, según el informe. El mercado de opiáceos, en particular, es cada vez más diversificado, con una combinación de sustancias sometidas a fiscalización internacional, como la heroína, y medicamentos recetados que se desvía bien del mercado legal o produce como medicamentos falsificados. Las sustancias denunciadas aumentaron en 2015, hasta duplicarse, pasando de 260 a 483. Asimismo, la producción de opio se mantiene en alza y el mercado de la cocaína está prosperando. En 2016, la producción mundial de opio aumentó en un tercio en comparación con el año anterior y esto se debió principalmente a los rendimientos de adormidera en Afganistán. El informe también apunta a la expansión del mercado de la cocaína, de tal modo que desde 2013-2015 el cultivo de la coca se incrementó en un 30 por ciento, principalmente como resultado del aumento del cultivo en Colombia. Tras años de declive, el informe alerta de que «hay indicios de que el consumo de cocaína está aumentando en los dos mercados más grandes, América del Norte y Europa».