AMAIA FERNÁNDEZ.- Hace 10 meses, el terremoto de 7.8 grados en la Escala de Richter que asoló la costa oeste de Ecuador provocó la pérdida de centenares de vidas, así como la destrucción de un número importante de edificios y diferentes infraestructuras de base (centros de salud, postes eléctricos, carreteras, fuentes de abastecimiento de agua, etc.). Desde el primer momento Enfermeras Para el Mundo fue consciente de la magnitud del desastre y de la necesidad de desarrollar un plan de acción para mejorar las condiciones de vida de las personas afectadas por el terremoto. Para ello, EPM llevó a cabo una importante campaña de recaudación de fondos y de búsqueda de apoyo de diferentes financiadores. Actualmente la organización realiza un balance con resultados positivos: más de un centenar de familias monomarentales ha podido acceder a una vivienda segura, 50 familias han mejorado las condiciones de acceso al agua y saneamiento de sus hogares ya que se les ha provisto de equipamientos (lavabos y letrinas) que garantizan la higiene y salubridad y un millar de personas —de las que el 70% son mujeres— han fortalecido su capacidad de resiliencia para superar el trauma provocado por el terremoto así como sus competencias para hacer frente a los riesgos de salud pública.
Después del terremoto
El impacto del seísmo agravó las condiciones de vida de muchas familias de Manabí, que vieron cómo sus casas quedaban reducidas a escombros, así como sus pequeños negocios familiares. Desprovistas de un hogar, muchas mujeres, menores, personas mayores y hombres, se encontraron en una situación de desprotección total: inseguridad, incertidumbre por el futuro, problemas de ni vel emocional y psicológico, mayores situaciones de conflicto…. además de peores condiciones de salud, de acceso a recursos de agua y saneamiento, educación, ocio y tiempo libre, y un mayor riesgo de sufrir violencia en lo que respecta a las mujeres y las niñas. Ante esta situación, el acceso a una vivienda en condiciones de habitabilidad resultaba primordial y urgente, ya que la vivienda era un recurso necesario para la creación de un entorno donde las personas pudieran comenzar a reconstruir sus vidas con seguridad, dignidad y de forma sostenible en el tiempo.
Del mismo modo, era necesario conseguir que la población identificara los riesgos que podían empeorar sus condiciones de vida, y que generalmente son los asociados a la salud, a los problemas de acceso al agua y saneamiento, etc., con el objetivo de prevenirlos. Por esta razón Enfermeras Para el Mundo movilizó todos los recursos posibles para dar una respuesta a los problemas relacionados con la salud de la población damnificada en la Provincia de Manabí, una de las zonas más afectadas por el terremoto, y donde EPM trabaja desde hace más de 15 años. Inmediatamente, la ONG elaboró el Plan de Acción Post-terremoto con la participación de varias organizaciones locales como la Fundación Santa Marta, la Asociación de Mujeres Santa Marta y Cáritas de la Arquidiócesis de Manabí, e internacionales, como la Asociación Manabí Navarra, la Asociación Manabí Madrid y Mensajeros de la Paz.
En el marco de dicho plan se puso en marcha una campaña de recaudación de fondos para la reconstrucción de los cantones de Pedernales, Portoviejo, Jama, Rocafuerte y Manta de dicha provincia, que contó con el apoyo económico de la sociedad española y de los Colegios de Enfermería de Salamanca y Tenerife. Con los fondos recaudados, se ha dotado de vivienda a medio centenar de familias, que han mejorado así sus condiciones de habitabilidad.
Por otro lado, el apoyo financiero del Gobierno de Canarias y del Ayuntamiento de Toledo ha permitido mejorar las condiciones de salud y el acceso a unos servicios de agua y saneamiento adecuados de la población de Manabí. La contribución de un grupo de 13 enfermeras y una trabajadora social vinculadas al Programa de Voluntariado Internacional (VOLIN) de EPM, que viajaron a Manabí fue especialmente significativa. Colaboraron con la Fundación Santa Marta en las acciones de educación para la salud y sensibilización de la población. Ante el éxito de estos resultados Encarna Pinto, directora de EPM agradece el “apoyo recibido tanto de personas anónimas como de organismos oficiales y privados que nos ha permitido contribuir a paliar el sufrimiento y las pérdidas de miles de familias”.
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