D.RUIPÉREZ.- Diez factores de riesgo controlables y modificables están detrás de nueve de cada diez ictus. Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación de la Salud de la Población de la Universidad McMaster de Canadá ha identificado el impacto de la actuación sobre esos factores y en qué proporción se reduciría el número de ictus con un estudio –bautizado como Interstroke- que ha involucrado en su primera fase a 6.000 participante de 22 países distintos y que cuando finalice involucrará a 20.000 personas de 32 países de Europa, Asia, América, África y Australia y que busca identificar las causas principales de los ictus en distintas poblaciones por grupos de edad y sexo.
Los dos tipos principals de ictus son el tipo isquémico, causado por un coágulo, por ejemplo, y que representa el 85% de los casos; y el de tipo hemorrágico, que está detrás el 15% restante. El estudio, publicado en The Lancet, identifica la hipertensión arterial como el factor más determinante. Sin hipertensión, los casos de ictus se reducirían prácticamente a la mitad -48%-; bajarían un 36 por ciento si las personas se mantuvieran físicamente activas y si tuvieran mejores hábitos alimenticios una quinta parte de los infartos cerebrales no se producirían. Actuando sobre otros factores también se obtendrían beneficios. Por ejemplo, la proporción de ictus caería un 12 por ciento si se eliminara el Tabaco, un 6 sin alcohol o sin estrés.
Llamamiento a los gobiernos
El peso de cada factor de riesgo no es el mismo en todos los continentes y regiones. La importancia de la hipertensión es menor en Europa Occidental, Norteamérica y Australia, donde se hallan los países más desarrollados, que en el sudeste asiático. En el caso del alcohol, es un factor menos determinante en los países ricos que en Asia o África. La influencia de la falta de ejercicio físico fue más alta en China, según demuestra el estudio.
Este trabajo viene a demostrar que reducir el número de ictus, que tiene un importante impacto en forma de incapacidad y mortalidad, está en nuestras manos. «Es el momento de que los gobiernos, las organizaciones vinculadas a la salud y las personas a título individual se muestren más proactivos para reducir la carga global del ictus. Los gobiernos de todos los países deben implementar un plan de actuación de emergencia para prevenir esta enfermedad”, aseguran los autores.