MARINA VIEIRA.- Noviembre de 2015. Unos brutales ataques terroristas conmocionan la ciudad de París. Pocos meses después, en marzo de 2016, una historia parecida se repite en Bruselas. En total se cuenta con más de 150 muertos que lamentar. El mundo lleva en un estado de alerta latente desde que tuvieron lugar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, y los gobiernos occidentales han de mantenerse vigilantes ante la posibilidad de que se produzca un atentado terrorista en cualquier momento. En esta situación, hospitales, personal sanitario y unidades de urgencias deben estar preparados para activar sus dispositivos.
España necesita sanitarios que al ver una docena de heridos reaccionen rápidamente para asistir, curar y aumentar al máximo el número de supervivientes. Se requiere personal entrenado para no entrar en pánico ante un escenario teñido por miedo y horror. Enfermeros, médicos, policías o bomberos colaboran activamente para poner en marcha protocolos que han entrenado y estudiado para saber cómo reaccionar. La enfermería es necesaria en todo el proceso: desde que se produce el primer aviso de atentado hasta que finalizan las secuelas, atendiendo o dando apoyo psicológico.
Organizar el caos
Se ha producido el incidente, las unidades de emergencias reciben la alerta y se empiezan a organizar los primeros dispositivos de atención. Lo primero, ante este tipo de alerta, es “diferenciar si nos encontramos ante un accidente de múltiples víctimas o una catástrofe. Normalmente los atentados terroristas se suelen clasificar como accidentes de múltiples víctimas, lo que quiere decir que se cuenta con los medios sanitarios necesarios para atenderlas”, puntualiza Juan Carlos Gómez, enfermero experto en Urgencias y Emergencias del Consejo General de Enfermería. Una vez se ha recibido la llamada de alerta se ha de organizar el caos. “Normalmente cuando se recibe la voz de alerta, los dispositivos de emergencia acuden al lugar del accidente sin saber qué se van a encontrar —cuenta Gómez— la catástrofe se planifica antes de que ocurra, a través de simulacros y duros entrenamientos”.
Así fue como ocurrió en los terribles atentados de la sala Bataclán de París, tal y como declara a DIARIO ENFERMERO Anne Pouessel, senior manager de Enfermería en la Unidad de Urgencias del Hospital de Saint Louis, “el hospital en el que trabajo se encuentra a escasos 200 metros de la sala de conciertos. Cuando empezaron a llegar las primeras víctimas de disparos no sabíamos qué había pasado, sólo habíamos oído por los medios de comunicación algo sobre una explosión e inmediatamente empezaron a aparecer pacientes. Nuestra unidad de urgencias no está acostumbrada a atender heridos de bala, ya que no somos especialistas en traumatología, por lo que al principio fue bastante chocante. Pero gracias a los entrenamientos y el sistema de triaje que conocíamos a la perfección supimos reaccionar rápidamente, a pesar de que todo el personal sanitario estaba conmocionad. Lo primero que se hizo fue vaciar las urgencias, para atender al máximo número de pacientes. Se hicieron llamadas a trabajadores de otros hospitales y la acogida fue sobrecogedora: sanitarios de centros de toda la ciudad se presentaron en tiempo récord”.
Una formación especializada es esencial para tener capacidad de reacción ante estas situaciones. “Con una formación específica en urgencias y emergencias
el profesional es capaz de desarrollar su práctica asistencial en escenarios, física, mental o emocionalmente difíciles”, puntualiza Mercedes Huidobro enfermera de gerencia en emergencias sanitarias y profesora en el curso de Experto en Urgencias y Emergencias de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud (EICS).
La formación es esencial, ya que “posibilita el conocimiento de la organización en la escena y permite la adquisición de destrezas y habilidades para la resolución de incidentes con escasez de recursos materiales y humanos. Además, es un excelente indicador de la capacidad de respuesta individual y del trabajo en equipo en una situación de estrés”, cuenta Huidobro. En París, los sistemas de emergencias actuaron rápidamente porque “los equipos del SAMU (servicio de emergencias de la ciudad de París) llevaban entrenándose desde hacía dos años. Tanto es así que la misma mañana de los atentados, realizamos un simulacro en el que participó gran parte del personal sanitario que luego estuvo en la catástrofe”, informa Antoine Lafont, cardiólogo en el Hospital Georges Pompidou de París.
Catástrofe
Cuando se llega al lugar en el que se ha producido el incidente existe una desinformación absoluta sobre lo que ocurre y todo el mundo se encuentra en estado de pánico por lo que “lo primero que hay que hacer es recabar toda la información necesaria”, explica Gómez. Lo más importante en este tipo de casos es actuar de la forma más rápida posible. “En el 11M nosotros estábamos cerca de un polideportivo e improvisamos. De repente un campo de fútbol pasó a ser un lugar seguro para la asistencia de pacientes”, describe Gerardo Cossío, enfermero del SAMUR presente en el 11M. “Una vez clasificadas las víctimas, estas se han de evacuar a los hospitales más cercanos con una prioridad: no trasladar la catástrofe al hospital”, cuenta Gómez. Para ello hay que desarrollar una estrategia hospitalaria. “Tres acciones prioritarias son necesarias en esos momentos: liberar las urgencias, reforzarlas con personal de otros servicios y desocupar quirófanos”, indica Gómez, todo siempre en la medida de lo posible, ya que “la ciudad sigue dando emergencias”, puntualiza.
Después del desastre
Una de las partes más duras de la catástrofe es el reconocimiento de las víctimas, porque los sanitarios tienen que acompañar a las familias a reconocer los cadáveres de sus seres queridos. En este momento, entra en juego la importancia de los enfermeros especialistas en salud mental. En los atentados “los profesionales especialistas en salud mental consiguen actuar con una respuesta inmediata de cara a ofrecer información a la familia y escucharles para evitar que aumente la tensión en la sala”, explica Barbara Lakatos, enfermera especialista en psiquiatría en el Birgham and Women’s Hospital de Boston, que atendió a víctimas de la maratón de 2013 de Bostón.
Una organización exhaustiva, formación especializada, capacidad de reacción y una perfecta coordinación entre profesionales sanitarios es la fórmula necesaria para conseguir el objetivo que todo dispositivo de emergencias ha de tener ante un atentado terrorista: salvar vidas.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Un centenar de enfermeros se pone a prueba ante un accidente múltiple con riesgo biológico
Un espectacular simulacro de un accidente de tren en Guipúzcoa
Buenos dias, tengo que reconocer que no me he terminado el articulo, lo siento… pero ¿por que no se hace ninguna mención al atentado terrorista del 11M 2004 en Madrid? ¿Donde está el reconocimiento al personal sanitario y por supuesto de enfermería que estuvo allí desde el minuto 1? ¿Por qué se entrevista a enfermería francesa y no se incluye a la enfermería española con una experiencia importante en atentados terroristas?
En fin, no lo considero justo y no me gusta que no se valore lo que tenemos en casa.
Aquí está ese reconocimiento Carmen:
“En el 11M nosotros estábamos cerca de un polideportivo e improvisamos. De repente un campo de fútbol pasó a ser un lugar seguro para la asistencia de pacientes”, describe Gerardo Cossío, enfermero del SAMUR presente en el 11M. “Una vez clasificadas las víctimas, estas se han de evacuar a los hospitales más cercanos con una prioridad: no trasladar la catástrofe al hospital”, cuenta Gómez. Para ello hay que desarrollar una estrategia hospitalaria. “Tres acciones prioritarias son necesarias en esos momentos: liberar las urgencias, reforzarlas con personal de otros servicios y desocupar quirófanos”, indica Gómez, todo siempre en la medida de lo posible, ya que “la ciudad sigue dando emergencias”, puntualiza.
Un saludo.