ALICIA ALMENDROS.-  Ponte guapa, te sentirás bien. Este es el lema de los talleres de maquillaje para pacientes oncológicas que el Hospital Universitario Fundación Alcorcón realiza todos los meses, en colaboración con la Fundación Stanpa y la Asociación Española Contra el Cáncer. “La idea nace de mejorar el autoestima y el autocuidado de los pacientes. Es un programa que está implantado en 23 hospitales de toda España. Llegamos ahora mismo a unos 1.500 pacientes y realizamos alrededor de unos 200 talleres al año”, explica Fátima Castaño, psicooncóloga de la Fundación Stanpa.

Las asistentes a estos talleres son pacientes de Oncología y Hematología. “Normalmente cuando las convocamos tienen la idea de que van a venir a maquillarse como si fuese una fiesta, y lo primero que hay que decirlas es que es un taller de maquillaje corrector, en el sentido de que primero se les va a enseñar cómo cuidar su piel en un proceso tan importante como es el proceso de quimioterapia”, asegura Montse Martínez, coordinadora de voluntariado de la AECC en el Hospital Fundación Alcorcón.

Minimizar

Objetivo: minimizar el impacto que supone el efecto físico de la quimioterapia sobre el aspecto de estas pacientes. “Las pacientes pierden el cabello, las cejas, las pestañas… y supone un impacto para la imagen personal casi igualable a lo que es el diagnóstico médico”, comenta Milagros Sánchez, supervisora de Oncohematología del Hospital Fundación Alcorcón. “Es un ratito de encuentro, es un ratito que nos sube la autoestima que no viene bien en general y me ha parecido muy agradable”, explica Cristina, una de las pacientes.

Y es que el asistir a un taller de estas características para ellas es importante “porque todos los profesionales: tanto el equipo de enfermería como las propias maquilladoras les van a enseñar exactamente qué tipo de productos son los aconsejables y cuáles no, con lo cual su nivel de ansiedad al respecto disminuye bastante”, argumenta Martínez.

Maquilladoras

Un taller llevado a cabo por maquilladoras profesionales pero en los que la visión y el control de la enfermería es fundamental. “Las enfermeras son las encargadas de observar y controlar los posibles efectos secundarios -que nunca se han dado- que puedan ocasionar los productos que se están utilizando. Además, sirven un poco de guía porque no queremos que los talleres se conviertan en sesiones con comentarios generalizados sobre la enfermedad. Son talleres lúdicos orientados a otra cosa, y por tanto en este aspecto, la enfermera hace un poco de filtro”, comenta Sánchez.

Las asistentes reciben de la Fundación Stanpa un neceser con todo lo necesario para la el taller. Inma es una de las maquilladoras voluntarias que participa en ellos y reconoce que aparte de haber perdido a su pareja con cáncer, siempre le ha interesado el hecho de que cualquier mujer se sienta bien: “sabemos que el maquillaje levanta el autoestima a cualquier mujer y en el caso de estas pacientes que están ante un momento de vulnerabilidad lo veo más necesario”, explica. “Lo que más les preocupa es como maquillar las pestañas y las cejas, sobre todo cuando las pierden”, añade la maquilladora.

“Aprendemos técnicas de maquillaje y cuidado de la piel que nos vienen bien para nuestro día a día”, comenta Encarnación, una de las asistentes.
Par las pacientes que las enfermeras estén presentes en el curso les da seguridad de que tanto los productos como el proceso está controlado en todo momento porque detrás hay una enfermera que lo avala.

Satisfacción

Sin duda, unos talleres en los que, además de aprender técnicas de maquillaje, las pacientes dejan a un lado los tratamientos y pasan un rato agradable con compañeras que atraviesan su misma situación. “Solo hay que verles la cara y nunca mejor dicho, no por el maquillaje que llevan, si no por la satisfacción que les supone venir al hospital a hacer una actividad totalmente diferente a la que están acostumbradas que suele ser recibir malas noticias, a hacerse pruebas o a ponerse tratamientos, entre otras. Cuando salen del taller han pasado dos horas absolutamente lúdicas en el que se han visto apoyadas por la presencia de más mujeres que están pasando todas por lo mismo y el efecto es mucho mejor porque han sido dos horas dedicadas totalmente a ellas mismas. El nivel de satisfacción suele ser muy alto”, finaliza Martínez.