ÁNGEL M. GREGORIS.- He visto a muchos hombres y mujeres en su último viaje sumirse en una profunda tristeza superados por el dolor y la desesperanza; a otros muchos, resistiéndose a aceptar la marcha, rogando tratamientos que se les deniega por ineficaces y agresivos, buscando remedios inexistentes, luchando sin cesar, sin reparar en que el tiempo de la lucha ya pasó; incapaces de aceptar, incapaces de frenar; nadando a contracorriente…
Este es un pequeño resumen de He visto. He aprendido, el primer libro de Víctor Mencía, que cuenta su experiencia y las historias que ha vivido trabajando más de 16 años como enfermero domiciliario de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de Laredo (Cantabria).
“Durante todo este tiempo he notado que la población tiene por una parte miedo a este momento y por otra, curiosidad. Por eso me motive a escribir este libro”, destaca el cántabro, que subraya que también quería contar y transmitir las vivencias que él mismo ha tenido.
“Es necesario que la gente conozca esto, que sepa que existe un punto de dolor, pero que el final de la vida es mucho más que eso, se viven momentos muy intensos, otros bonitos”, comenta Mencía.
351 historias componen el relato, que hace un recorrido sobre las personas desde antes de tener la enfermedad, cuando reciben la noticia, en el transcurso de la misma y cuando se aproxima el final de la vida. “He querido abordar cómo se relacionan con los familiares, qué tipo de cuidados les dan, cómo es la comunicación con ellos”, constata el enfermero.
Con este libro, Víctor Mencía ha querido trasladar a la gente que no tiene o no ha sufrido un caso así cuáles son las vivencias de estos enfermos y sus familiares. “Quería hacer entender que esto nos va a llegar un día a todos y que hay personas que se enfrentan a esta situación de una forma más alegre y otras de una manera más triste. Algunos aprovechan el tiempo que les queda para despedirse, para casarse, etc. y otros sufren una mayor desesperanza en estos momentos”, recalca.
Tras tantos años y recuerdos acumulados, Mencía reconoce que hay algunos casos que se quedan grabados para siempre, “sobre todo las que tienen que ver con niños”.
“Hay historias muy dolorosas, ya no sólo niños que sufren una enfermedad, sino aquellos que hay que ocultarles que sus padres la tienen. Eso cuesta muchísimo. Luego tenemos momentos muy emotivos, como un niño que metió un sobre de cromos en el ataúd de su abuelo para que jugase con ellos”, concluye el enfermero.
El libro se puede conseguir a través de la editorial www.edicionestantin.com o en librerías físicas bajo pedido.