ANA MUÑOZ.- Las altas temperaturas dificultan la conservación de los medicamentos y por eso el verano es un momento especialmente delicado para pacientes crónicos, polimedicados o de avanzada edad. Sus principales aliadas son entonces las enfermeras, que cumpliendo sus funciones de información y promoción de la salud, pueden orientar a los pacientes sobre qué pautas seguir para evitar que su tratamiento farmacológico se eche a perder.

Mónica Moreno, enfermera con más de 7 años de experiencia en el servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, explica que el error más común entre los pacientes sigue siendo romper la cadena de frío de las medicaciones de nevera, entre las que se encuentran, sobre todo, inyecciones subcutáneas «para la enfermedad de crohn, para tratar la esclerosis múltiple, metástasis óseas… Son medicaciones que necesitan conservarse en un medio frío».

La enfermera Mónica Moreno

La enfermera Mónica Moreno

Las vacaciones suelen venir acompañadas de una alteración en los hábitos de vida y de un cambio de horarios, lo que puede provocar tanto que se olviden algunas tomas de medicación, como que se descuide esa cadena esencial de frío. Por eso, Moreno recomienda dejar la medicación en el hotel o apartamento siempre que sea posible, «en las zonas más alejadas de la terraza», y hacer uso de «la nevera del minibar para guardar los medicamentos que requieran frío».

La enfermera hace hincapié en que si algo debe evitarse por encima de todo en estas fechas «es llevar la medicación en el maletero cuando viajamos, ya que acumula muchísimo calor». Óvulos vaginales, cremas antiinflamatorias y supositorios son los tratamientos farmacológicos más proclives a echarse a perder por culpa de las altas temperaturas.

No obstante, Moreno señala que «todos los medicamentos de nevera pueden conservarse fuera de la misma durante unas horas, por ejemplo, pueden aguantar un trayecto no demasiado largo en coche siempre y cuando no vayan en el maletero ni les dé directamente el sol». Por otro lado, «es difícil que un paciente padezca contraindicaciones graves» como consecuencia directa de tomar o administrarse un medicamento que no se ha conservado correctamente. «Lo más normal es que no le haga efecto», explica la enfermera.