RAQUEL GONZÁLEZ.- En el marco del Congreso Internacional de Enfermería, la Nutrición ha ocupado un espacio destacado. Varias sesiones se centraron en temas relacionados con la alimentación, entre ellos, un taller patrocinado por Interporc sobre el consumo de carne blanca como parte de una dieta equilibrada. En él, las enfermeras Marilourdes de Torres, responsable de la Unidad de Dietética y Nutrición del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, y Victoria Fernández, enfermera educadora en nutrición y obesidad del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, defendieron el consumo de carnes blancas, entre las que, destacaron, se encuentran también determinadas partes de la carne de cerdo.
“El consumo de carne de cerdo, al igual que la de pollo o la de conejo, es recomendable tanto en una dieta equilibrada normal como en dietas de adelgazamiento y en determinadas patologías”, apuntaba Marilourdes de Torres en una entrevista en Canal Enfermero. Y es que, como explicaba esta enfermera experta en Nutrición, “la carne de cerdo tiene una proteína de alto valor biológico. A menudo, se piensa que la de ternera es la que aporta la mejor proteína, pues bien, la proteína es la misma, pero en el caso de la carne de cerdo con el aliciente de que no tiene grasa saturada y sí nos aporta zinc, vitamina B12 y sales minerales”.
Eso sí, esto se refiere a la carne magra, por ello, a la hora de consumirla, al igual que sucede en otras carnes, se recomienda eliminar la grasa visible. De hecho, durante el encuentro, Marilourdes de Torres recordó al médico e investigador en Nutrición Francisco Grande Covián que solía referirse al cerdo como “al olivo con patas”, destacando la importancia nutricional de esta carne. Una afirmación que, apuntaba la enfermera, “ha sido posteriormente refrendada por todas las investigaciones al respecto”.
Jamón cocido: con matices
Estas afirmaciones se refieren al consumo de carne fresca y quedan exentos los procesados, mayoritariamente ricos en grasas saturadas y sal. Existen excepciones, como el jamón cocido, aunque eso sí, con matices. Este alimento, especificó Marilourdes de Torres, puede ser muy útil en la alimentación de determinados pacientes e incluso de los niños, puesto que es muy fácil de digerir. Sin embargo, no todos los que encontramos en el mercado son iguales y es que, advirtió la enfermera, además de su alto contenido en sal, basta que contengan un 14% de carne de cerdo para que la legislación permita etiquetar el producto como jamón de York y eso, obviamente, no es garantía de calidad. “Debemos buscar aquellos que sean bajos en sal y contengan, al menos, un 60% de carne de cerdo”, explicó.
Cómo y cuándo consumirla
Tanto al horno como al vapor y con verduras como guarnición, defendió Victoria Fernández, la carne de cerdo y otras carnes blancas son saludables y compatibles, incluso, con dietas para perder peso.
Con respecto a la frecuencia de su consumo, ambas expertas abogaron por el sentido común. La clave reside en la variedad y alternar el consumo de carnes de cerdo, pollo y conejo con el de pescado en las comidas y en las cenas el de huevos y pescados. La ternera, eso sí, una vez cada quince día.