ÁNGEL M. GREGORIS.- La prevalencia de las enfermedades alérgicas a nivel mundial sigue aumentando y se estima que entre el 30 y el 40% de la población se encuentra afectada por alguna de ellas. En España, las cifras son similares y una de cada cuatro personas padece alguno de estos trastornos, tal y como reflejan los datos del “Libro de las enfermedades alérgicas” de la Fundación BBVA, realizado con la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic). Este tipo de enfermedades constituye un problema de salud pública a nivel global cuya incidencia supondrá un incremento de la demanda sanitaria con el consiguiente impacto sobre la salud pública y los recursos sanitarios disponibles. Debido a este aumento, los profesionales de enfermería juegan un papel fundamental a la hora de detectar y tratar a estos pacientes.
El programa ‘En primera línea’ de CANAL ENFERMERO ha pasado un día en la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid, para descubrir desde dentro cómo es el trabajo de las enfermeras en la unidad de Alergología del hospital. Decenas de pacientes pasan diariamente por la primera planta del centro, donde las enfermeras se encargan de realizar las pruebas para detectar diferentes tipos de alergias, poner vacunas e informar a los pacientes sobre ellas.
“Ellos llegan y nosotras nos ocupamos de realizarles las pruebas y, en muchas ocasiones, tenemos que tranquilizarlos porque fundamentalmente tienen miedo. Algunos son pacientes que ya han sufrido una reacción previa y que han estado muy cerca de sufrir una parada cardiorrespiratoria, por lo que les da mucho miedo que al hacerles las pruebas vuelvan a tener ese tipo de reacción”, explica Julia Castro, enfermera del servicio de alergología de la Fundación. Siete despachos médicos, cinco locales para laboratorio y uno para tratamientos de reacciones graves forman la unidad, en la que se realizan más de 15.000 consultas al año y todo tipo de pruebas.
Trabajo en equipo
Castro destaca que, por lo general, en la unidad se trabaja bastante en equipo y todas las semanas las enfermeras se cambian de consulta para ir variando y que no se les haga muy monótono el trabajo que realizan. Las pruebas cutáneas para detectar alergias a pólenes, animales y hongos suelen ser las más comunes y más en primavera, que es cuando suelen afectar a un mayor número de personas. “Este año está siendo bastante polínico debido a los cambios tan bruscos de temperatura que estamos sufriendo. De todos modos, los pólenes están en todas las épocas y hay gente alérgica a determinados pólenes en invierno y otros ahora”, afirma la enfermera.
20 minutos para los resultados
Estas pruebas, en las que se depositan las muestras sobre la piel del brazo del afectado, dan los resultados a los 20 minutos. “Hay que hacer unos pequeños pinchazos para que las gotitas penetren en la capa más superficial de la piel, pero sin que sangre. Además, solemos marcar con un rotulador dónde está cada muestra para luego poder hacer el diagnóstico”, resalta Julia Castro. Una vez que estas reaccionan, las enfermeras son las encargadas de marcar sobre la piel cuál es el grado de reacción que tiene el paciente y transmitirlo en una plantilla para que el alergólogo pueda valorar cuál es el mejor tratamiento a seguir. Además de estas, en el centro también realizan provocaciones con alimentos o medicamentos, test de intolerancia a la lactosa y fructosa, pruebas de función respiratoria y estudios diagnósticos de urticarias físicas, entre otras muchas.
“Las alergias más frecuentes suelen ser las de pólenes, ácaros y determinados animales como el perro y el gato porque son las mascotas con las que solemos convivir. Con respecto a las provocaciones con medicamentos hay mucha gente alérgica a la penicilina y a los contrastes yodados”, cuenta la enfermera.
Según su experiencia, las alergias a los alimentos muchas veces suelen desaparecer conforme la persona va creciendo y va generando diferentes anticuerpos. “Hay muchos niños alérgicos al huevo y la leche y también muchas personas a los frutos secos y pescados”, puntualiza.
Muchos de estos alérgicos tienen que ponerse vacunas y las enfermeras son las encargadas de administrárselas. “Ellos van a las farmacias, se les hace una vacuna a su medida y luego nosotras somos las que tenemos que ponérselas por si acaso tienen algún tipo de re-acción poder atacarlo lo antes posible”.
Reacciones
Debido a los problemas que puedan surgir, la unidad cuenta con una consulta equipada con todos los accesorios necesarios para atender cualquier tipo de reacciones. “Tenemos una salita con dos camas, un monitor y el carro de paradas por si hubiese complicaciones”, apunta la enfermera.
En cuanto al aumento de alérgicos en estos últimos tiempos, Julia Castro considera que “antes estaban bastante infradiagnosticados y ahora es mucho más común acudir a las consultas”. “La gente ahora ve la televisión, habla con otras personas, conoce esta nueva situación y viene a hacerse las pruebas. Antes probablemente lo achacasen a un catarro prolongado o a otro tipo de reacciones”, concluye Castro.