GEMA ROMERO.- Quince millones de niños nacen cada año en el mundo de forma prematura, una cifra continuamente en aumento. De ellos, aproximadamente un millón muere anualmente por complicaciones derivadas de su inmadurez. Su ingreso en unidades de Neonatología convierte a los enfermeros en sus cuidadores principales, bien hasta que su desarrollo sea equiparable al de un recién nacido a término o hasta que los cuidadores familiares sean suficientes para garantizar su supervivencia. Durante su ingreso el bebé se encuentra sometido a diversas fuentes de estrés y sufrimiento, que junto a la separación de sus padres dificultan su desarrollo neurológico y emocional. Por ello Paloma González, enfermera del centro de salud del Llano de Gijón ha realizado un estudio de revisión narrativa con la evidencia existente sobre los beneficios de implantar los cuidados centrados en el desarrollo en las unidades de neonatos.

Entre los estudios consultados se centró en tres aspectos, las características del desarrollo que diferencia al prematuro del recién nacido a término, los cuidados centrados en el desarrollo y el papel de la enfermería en los mismos. Sus conclusiones defienden que los CCD son la mejor forma de atención para los bebés prematuros, por ser lo más racional e intuitivo en la atención a estos pacientes, “siendo el papel de las enfermeras fundamental para su correcta aplicación y divulgación dentro del equipo mutidisciplinar, por ser quienes tienen un contacto más estrecho con el niño y sus familias. Pero, ¿en qué consisten estos cuidados?

Como explica Paloma Fuente, en declaraciones a DiarioEnfermero.es, los cuidados centrados en el desarrollo son “un sistema de cuidados, un modelo de atención que pretende mejorar el desarrollo del niño, entendiendo al neonato y su familia como una unidad. Este modelo considera al recién nacido como un ser humano capaz de sentir, relacionarse e intervenir en su desarrollo y a los padres como principal pilar del crecimiento”.

Estas intervenciones buscan reducir el estrés y el dolor asociados a los tratamientos y facilitar la participación de los padres en el cuidado de su hijo. El resultado final “será prevenir la sobrecarga sensorial tóxica sobre el sistema nervioso inmaduro, pero en rápido crecimiento”. Por ello se basan en tres tipos de intervenciones: las dirigidas a optimizar el macroambiente que rodea al niño, con modificaciones ambientales que reduzcan la luz y el ruido “por ser los que más efectos negativos parecen tener sobre el desarrollo del niño”; las intervenciones dirigidas a optimizar el microambiente en el que se desarrolla, por ejemplo, limitando la manipulación, con el posicionamiento correcto del recién nacido o la disminución del dolor al que es sometido. Por último estarían las intervenciones para favorecer el vínculo entre el niño y sus padres, “con cambios tanto en la estructura de las unidades como en sus horarios de acceso, o favoreciendo el vínculo piel con piel o la lactancia materna mediante el método canguro”, sostiene Fuente.

Papel de la enfermería

Como señala Paloma Fuente en su artículo “el cuidado no debería centrase únicamente en los aspectos biológicos del individuo, sino también en la estimulación del desarrollo psicológico y emocional. Cuando sólo se centran en la tecnología, los procedimientos y las patologías, el medio que rodea al niño y el cuidado se vuelven impersonales y la dimensión humana del paciente no recibe atención alguna”.

Cambiar esa situación es labor de las enfermeras, pues son ellas quienes se encargan del cuidado de los prematuros en las unidades de neonatos. Para Fuente, son ellas quienes deben “ayudar a concienciar al resto de profesionales implicados de la importancia de una buena práctica, además de enseñar a realizar correctamente las recomendaciones con estándares de calidad”. Además, las enfermeras “son una de las principales fuentes de apoyo para las familias por ser quienes pueden establecer una relación más cercana con ellos”, de ahí que también son las que mejor pueden favorecer la participación activa de los padres en el cuidado de los recién nacidos hasta su alta.

Situación en España

bebeprematuroDurante los últimos años se han ido implantando en los distintos hospitales españoles algunas medidas incluidas en los CCD, como la aplicación de método madre-canguro o disminuir los niveles de luz y ruido. Sin embargo, sólo dos centros han desarrollado de manera oficial el modelo NIDCAP (Programa de Evaluación y Cuidado del Desarrollo Individualizado del Recién Nacido), el principal método de implantación de todas las intervenciones de los CCD. Se trata del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid y el Vall d’Hebron de Barcelona.

En ellos, como explica Fuente, “no sólo se aplican todos los cuidados incluidos en los CCD sino que también se imparten cursos, talleres y programas de formación dirigidos a médicos, enfermeras y todos aquellos profesionales de la sanidad que puedan estar interesados”. Se trata de programas realizados por “profesionales entrenados en neurodesarrollo y basado en observaciones formalizadas del bebé antes, durante y después de los procedimientos”. De ahí que sean los dos únicos centros en España reconocidos oficialmente por la federación NIDCAP.

Las principales dificultades para una correcta implantación en nuestros hospitales radican, según esta enfermera asturiana, “por un lado en la verdadera concienciación por parte de todo el equipo sanitario que participa en las unidades neonatales y por otro los problemas estructurales de la arquitectura que presentan las propias unidades”.

“Adquirir la formación necesaria para la correcta manipulación de los recién nacidos, a la vez que se conciencia de la necesidad de un cambio en sus actitudes y creencias culturales” solventaría en primer escollo. Respecto del segundo, para Fuente “la infraestructura debería adaptarse de la forma más eficaz posible al espacio del que se dispone para poder proporcionar un mayor confort a las familias, evitando mantener barreras en el acceso de las familias a las unidades”.

Tal y como sugiere Paloma Fuente “ninguna de estas premisas requiere grandes inversiones económicas y cualquiera de nuestros hospitales podrá estar capacitado para llevarlas a cabo adecuadamente”, finaliza.