MIRIAM OLIVAS.- La juventud está siendo señalada por el incremento de la incidencia por COVID-19. El foco se pone en aquellos que buscan en las normas una manera de saltárselas, sin embargo, la juventud tiene otras muchas realidades. Las enfermeras de menor edad se han puesto en primera línea en la pandemia, salvaguardando, no sólo la salud de sus pacientes, también la salud de sus propios compañeros. Eso lo saben muy bien los profesionales sanitarios que han vivido la pandemia en sus etapas más oscuras. José Tomás, enfermero de Granada, ha sido uno de ellos. Mientras vivía a esa angustia, se dio cuenta de la labor de sus compañeras. En ese mismo momento, decidió que quería reflejarlo en imágenes, fotografías en honor a ellas, “sus ángeles”.
“Decidí hacer un reportaje con las enfermeras más jóvenes que tenemos en el centro de salud que eran las que nos habían apartado de las pruebas más peligrosas: hacer los PCR, ir a los domiciliosde gente con COVID, a las residencias…En un principio todos lo hacíamos por igual, pero hubo un momento en el que a los de mayor edad o riesgo nos apartaron y yo estoy en deuda con ellas. Como regalo, les propuse hacerles un reportaje. De ahí sale todo”, asegura el fotógrafo enfermero.
Desde ese momento, la idea del enfermero se fue conformando poco a poco. Quería registrar con su fiel compañera de vida -su cámara de fotos- todo lo que estaba pasando, desde su centro de salud hasta cuándo iba al supermercado a comprar, cuándo estaba confinado…para luego exponerlo. “Salió algo interesante de ahí y decidí hacer la exposición de una manera clara y que las fotografías de las enfermeras sirvieran de hilo conductor a los fotogramas -las fotografías que había hecho en el centro de salud-”, añade el enfermero.
Los ojos de quiénes vieron cosas que nadie vio
En esas fotografías se refleja el horror que vivieron los sanitarios. Momentos impactantes que quedan en la retina de lo todos los que tuvieron que hacer frente a una situación para la que no estaban preparados. “Fue un impacto que nadie esperaba. El inicio lo recuerdo oscuro, entrabamos a trabajar y siempre era de noche, veíamos como limpiaban las calles con lejía, las cristaleras de nuestro centro, como se contagiaban las residencias y teníamos que ir nosotros con un material escaso a hacer las tomas de PCR cuando estaban todos contagiados, los residentes y los monitores. Fue una época con pocas horas de sueño porque llegabas a casa la hora de dormir no era descanso era seguir pensando en lo mismo para el día siguiente volver a lo mismo, a la incertidumbre, al miedo, nos teníamos que instruir nosotros mismos…”, subraya Pepe Tomás.
A pesar de la dureza de la situación, ha habido espacios silenciados, como la atención primaria. El enfermero fotógrafo reivindica la labor tan importante que se ha hecho desde esa área. “Nosotros éramos el primer muro de contención de la infección, lo que nosotros lográbamos parar no llegaba al hospital y no siempre teníamos los medios necesarios para parar esto. Nosotros teníamos que ir a las residencias, medicalizarlas, hacer los controles, el seguimiento de los pacientes enfermos con COVID, teníamos que hacer los rastreos, que eran listas interminables, y no nos daba tiempo. Todo eso sumado a nuestras labores de siempre”.
Todos esos momentos, esa angustia condensada que, poco a poco, se disipa con la sensación de esperanza empujada por la campaña de vacunación y la sensación de seguir salvando vidas. Instantes que se reflejan en esta exposición que se ha podido ver en el patio del Ayuntamiento de Granada pero que ya busca su próximo lugar por España para que, a través de imágenes, la gente entienda hasta qué punto se sufrió, siendo sanitario, en los momentos más crudos de la pandemia.