DAVID RUIPÉREZ.- Hablamos de un terreno tan fértil, dinámico y apasionante como es la enfermería nefrológica de la mano de David Hernán, director de enfermería de la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo (FRIAT) y miembro de la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica (SEDEN). Además cuenta con mucha formación de posgrado en liderazgo y gestión y es licenciado en Administración y Dirección de Empresas.
Desde hace ya muchos años, tanto profesionales como sociedades científicas y pacientes venís denunciando que todo lo que tiene que ver con la patología renal es considerada por la sociedad, los medios o la opinión pública como un problema de salud menor, comparado con otras patologías, como el cáncer, por mencionar alguna.
Sin embargo, las patologías renales tienen una elevada prevalencia, un gran impacto en el plano socioeconómico en su
tratamiento y alta mortalidad y morbilidad. ¿Es así?
Una de cada diez personas tiene algún tipo o grado de enfermedad renal en España y eso condiciona mucho su evolución, en relación también con otras patologías y sobre todo cuando deriva en una enfermedad crónica terminal con tratamiento sustitutivo, bien con hemodiálisis o con diálisis peritoneal. Entre el 2,5 y el 3 por ciento del presueste grupo de patologías, y eso que no son muchos pacientes, apenas 60.000, lejos de las cifras del asma o la diabetes, por ejemplo. Son pocos pacientes, pero consumen una cantidad de recursos importantes. Eso más el drama personal de los pacientes, sobre todo en su estadío final cuando hay que dializarse.
¿Cuál es el rol de las enfermeras nefrológicas?
La enfermera nefrológica resulta fundamental en el tratamiento de los paciente renales. Aunque no se considere legalmente una especialidad, la verdad es que los profesionales se especializan en el cuidado de estos pacientes, una enfermera tiene que tener conocimiento de las máquinas, de cómo puncionar y aumentar la supervivencia del acceso vascular, lo que es primordial para que los pacientes se puedan dializar. Además, realizan tareas de educación a los pacientes, que son crónicos, para que su dieta, su vida y sus hábitos estén adaptados a su enfermedad.
¿Os hacen caso los pacientes cuando la enfermedad impacta en su vida?
Resulta muy complicado cambiar hábitos, siempre es un reto para la enfermera. Pero lo cierto es que cada dos días acuden a sesión de hemodiálisis y en esos momentos la enfermera puede hacer un refuerzo activo en lo que se refiere a la dieta, los alimentos prohibidos y los saludables, la restricción hídrica y lo que es muy importante, cuidar su acceso vascular, algo que sí acaba haciendo el paciente y también sus familias.
Con unas visitas tan frecuentes, ¿surgen vínculos y relaciones entre profesional y enfermo?
Siempre respetando el límite entre paciente y profesional los vínculos afectivos son inevitables. Son pacientes crónicos y las enfermeras se hacen un poco crónicas también. A la que le gusta y vive la nefrología nace y muere en la diálisis, no quiere cambiar, le gusta tratar a los enfermos renales.
Eres miembro activo de SEDEN, cada vez más enfermeras investigan, pero las de nefrología se muestran muy activas y publican mucho, tenéis en la sociedad una revista científica de nivel. ¿Están muy a la vanguardia en este terreno?
A nivel europeo la SEDEN tiene bastante peso, tanto en publicaciones como en comunicaciones orales. Es una sociedad bastante antigua, integrada por grandes profesionales. Pero no podemos dormirnos, las nuevas generaciones tienen que aprender que la investigación, además de la asistencia y la docencia, es clave para seguir motivado. No se puede perder el capital científico y humano de la enfermería.
¿Qué consejos podríamos dar a la población para cuidar la salud de sus riñones?
Hay factores de riesgo que son inevitables, de tipo genético o ambiental, pero la mitad de las causas son las mismas que en las enfermedades cardiovasculates. Hay que cuidar la dieta, no cometer excesos, practicar un poco de ejercicio regular. Lo importante es la detección precoz, así la evolución será más lenta y retrasaremos la entrada en un programa de diálisis. Pero el riñón no avisa, es una enfermedad silente hasta que los síntomas dan la cara. Conviene hacer revisiones periódicas.