ALICIA ALMENDROS.
Acaban la carrera con ilusión, y nada más salir de la universidad ven su sueño truncado. El paro y la inestabilidad laboral les obligan a salir de España en busca de empleo. Alemania, Gran Bretaña, Finlandia y Holanda son algunos de los países que ofrecen empleos para enfermeros. De todos ellos, tan sólo el primer destino está generando irregularidades de forma sostenida.
Guardias continuas sin descanso, limpieza de camas y pacientes, distribución de comidas o ser obligadas a cambiar de ciudad de residencia con un preaviso de pocas horas, son las condiciones que muchos enfermeros encuentran en tierras germanas. A pesar de ser cientos los puestos de trabajo allí ofertados para estos profesionales en paro, el Consejo General de Enfermería lleva meses dando la voz de alarma por las condiciones laborales.
Paro
Del pleno empleo al paro en cadena. Así podríamos resumir la situación actual de la sanidad española. Con la crisis, el paro en enfermería se ha disparado hasta acumular más de 21.000 desempleados, se han destruido 18.000 empleos enfermeros, no se cubren apenas bajas y los recién graduados no tienen oportunidad alguna de trabajar ni un solo día al año para poder acumular experiencia. Ante esta tesitura, la presidenta del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), Judith Shamian, ha advertido del grave problema que puede sufrir la sanidad española con la fuga de profesionales. “Deben hacer entender a sus políticos que, una vez que finalice la crisis, necesitarán a todas esas enfermeras”, ha declarado.
España tiene una media de 528 enfermeros por cada por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea es de 759. “Hay multitud de estudios que han demostrado científicamente que una enfermera menos en determinados servicios asistenciales equivale a un mayor número de complicaciones y muertes”, puntualiza Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería de España.
En busca de un futuro
Eliezer Reyes, enfermero de cuidados intensivos a domicilio en Alemania, es uno de los que decidió salir de España.“Tomé esta decisión porque la situación laboral en ese momento distaba mucho de ser digna. No era lógico encontrar ofertas laborales de 600 euros al mes con un contrato de prueba o contratos de duración de semanas”, comenta este enfermero canario.
Las empresas alemanas suelen ofrecer contratos que acaban suponiendo unas 150-200 horas al mes dependiendo de si se trabaja en el ámbito hospitalario o con cuidados domiciliarios.
“No conozco el funcionamiento de todas las empresas que traen enfermeros desde España, pero las que conozco puedo decir que ofrecen un curso de idiomas, que no es gratuito, porque la empresa lo acaba ‘cobrando’ de los sueldos, un contrato laboral de duración no inferior a un año y medio, un alojamiento, que también acaba ‘cobrando’ la empresa tarde o temprano, y la gestión burocrática”, relata Reyes.
Además de los contratos, Eliezer explica que existen otras diferencias respecto al empleo en España, “aquí se realiza un cuidado integral del paciente, el cual es posible porque la carga de pacientes por enfermero es claramente inferior a España. En general, —continúa Reyes—, aquí se nos valora, especialmente los médicos, cosa que al principio puede sorprender”. Para él su experiencia se resume en muy buena en lo personal y mejorable en lo laboral, “si tuviera que volver hacerlo lo haría con los ojos cerrados”, afirma.
Algo similar le ocurrió a Lourdes Ramet, enfermera de quirófano en el Hospital Universitario de Múnich. Después de acabar la carrera y recorrer varios hospitales en busca de trabajo, Lourdes decidió volar a Alemania en busca de un futuro mejor. “Al tener los estudios recién acabados no tenía ningún punto en la bolsa pública y en los hospitales o clínicas privadas a pesar de entregar el currículum no me llamaban porque no tenía experiencia. Una amiga me comentó la oferta de trabajo en Alemania y dada mi desesperación, después de casi dos años de paro, decidí probar con esta nueva aventura”, explica Ramet.
La empresa con la que contactó le ofrecía un curso intensivo de alemán con su respectivo examen al finalizar y ellos mismos se encargaban de buscarle un trabajo en diferentes puntos de Alemania, siempre como enfermera. “Sólo se nos exigió que no podíamos rechazar el trabajo antes de los tres meses. Antes de hacer el examen, los jefes de enfermería del hospital, donde ahora trabajo, vinieron a España a hacernos una entrevista personal y nos ofrecían un contrato de seis meses de prueba con vistas a quedarnos indefinidos y, además, con la posibilidad de elegir en qué departamento queríamos trabajar”, relata Ramet.
Estafas
Aunque la experiencia de Lourdes Ramet ha sido buena, reconoce que existen otras ofertas que son una estafa. “La enfermería en Alemania es diferente a la de España: nosotros somos universitarios y aquí es un módulo; por tanto, hay diferencias a la hora de trabajar. Por eso, todo aquel que quiera trabajar aquí tiene que tenerlo claro y, además, no fiarse de cualquier empresa: investigar, preguntar e informarse bien”, comenta.
Y es que en muchas ocasiones los enfermeros que se van a Alemania, lo hacen reclutados por empresas de captación, la inmensa mayoría creadas sólo para este fin y por personas sin experiencia alguna en este sector. Además, los profesionales se ven engañados para que firmen contratos (ejemplo de contrato) que, en muchas ocasiones, ni siquiera se les facilita en español y que contienen cláusulas abusivas e incluso ilegales.
Este es el caso de Natalia Sierra. Esta enfermera lleva un año y cuatro meses trabajando en cuidados intensivos a domicilio en tierras germanas. “En mi empresa nada ha sido transparente desde el principio. Se dedicaba a hacer de forma mensual entrevistas en Madrid con el fin de conseguir grupos de 10 o más trabajadores nuevos mensualmente”, comenta Sierra. Les ofrecían una permanencia de dos años en la empresa con la posibilidad de hacerlo más tarde indefinido, “y en el caso de que la relación laboral se rompiese antes de finalizar el tiempo de contrato tendríamos que pagar una cantidad de hasta 6.600 euros. Nuestro contrato es de cuidados intensivos a domicilio, 180 horas mensuales en turnos de 12 horas con un solo paciente”, explica Sierra. Y es que el recorrido de esta enfermera no ha sido un camino de rosas.
“La organización de la empresa es horrible: no recibimos planilla de trabajo de forma regular, ni tampoco que pacientes… y esto nos impide organizar nuestra vida. Las bajas y las vacaciones nunca las cobramos 100% y hemos realizado todo tipo de tareas: limpiar la casa, cocinar, regar las plantas…”, prosigue.
Ante esta situación, un grupo de trabajadores que no estaban de acuerdo con las injusticias a las que estaban expuestos se unieron y se afiliaron al sindicato Ver.di, y gracias a ellos y al grupo de acción sindical GAS han conseguido que algunas de las cosas en sus empresas cambien.
A pesar de todo, Sierra asegura que su experiencia ha sido buena “desgraciadamente no con esta empresa (Gip intensivepflege), ya que uno de los problemas es que estamos atados a su contrato con una multa, sabiendo que hay ofertas laborales mucho mejores”.
Además, recomienda a la gente que vaya a otros países a trabajar, “que se informen antes de firmar un contrato, ya que con la situación actual en España firmas lo primero que te ofrecen”. Estibaliz Calahorro lleva 18 meses de enfermera en Alemania y reconoce que prefirió buscar todo por su cuenta.
“Quizás es más costoso al principio, pero mejor porque así no dependo de nadie”, comenta. Aunque Estibaliz estuvo primero como enfermera de quirófano, trabajó en planta un par de semanas. “Las tareas de quirófano no sé cómo son en España porque nunca he trabajado en este ámbito sin embargo el trabajo en planta en Alemania es diferente, al menos donde yo estuve. No se realizan lo que son técnicas de enfermeras, eso siempre lo hace el médico; y nosotras nos encargamos de limpiar camas, los pacientes, la distribución de comida, la medicación y colocar todo el material cuando llegan los pedidos”, relata. “En cambio, —prosigue— no todo es negativo. En planta existe una hora de cambio de turno obligatoria para contar los historiales de los pacientes a las enfermeras entrantes, y eso es algo que me ha gustado”.
Idioma
El idioma es el primer obstáculo que tienen que superar a su llegada. “Los primeros meses son duros. Te enfrentas a un idioma que nunca has visto. Lo estudias en España y al llegar allí tienes la sensación de que no te enteras absolutamente de nada, pero con paciencia y estudiando aprendes a defenderte”, explica Ramet.
La formación de las enfermeras españolas está reconocida como la número uno de Europa, pero “no todo el mundo lo sabe. He conocido a gente que me ha tratado como una analfabeta casi, que aún me trata así y se cree que no tengo ni idea de nada. Aquí en Alemania los enfermeros suelen tener recelo de nosotros al saber que hemos estudiado una carrera y que somos capaces de hacer muchas más tareas que ellos. Aunque también hay compañeros que son muy amables con nosotros, yo la verdad que he tenido suerte”, relata Calahorro. “De hecho en mi trabajo, en quirófano, los enfermeros están mejor preparados a este nivel, porque aquí hay un módulo que se llama “técnico asistente en quirófano”; pero en el resto estamos claramente mucho mejor cualificados”, recalca.
“En mi caso el trato con el resto de enfermeros ha sido estupendo, saben de nuestra formación y sienten un poco de admiración hacia nosotros. De hecho, una vez que te integras en el trabajo, los médicos te “dejan” hacer parte de su trabajo, que en España es el nuestro, como por ejemplo coger una vía”, explica Ramet.
Su experiencia es muy positiva, “me he desarrollado mucho a nivel profesional y no paro de aprender algo nuevo cada día”, comenta. Aunque a la pregunta de si le gustaría volver a España, Ramet asegura que sólo volvería si encuentra un trabajo similar. “Aquí estoy en un hospital importante en la parte de quirófano, en septiembre inauguran un ala nueva con la última tecnología; y en España soy realista y sé que no podré trabajar, al menos de momento, en lo mismo que aquí”.
Para Calahorro esta experiencia está siendo un “boom de emociones”. “Es dura pero a la vez gratificante. Recomendaría a otros españoles que salgan a buscar trabajo fuera, pero que tengan claro que esto no es el paraíso, hay que trabajar duro”, asegura. “A mí me encantaría volver a España. Aquí estoy aprendiendo mucho y se me ha dado la oportunidad que allí no pudo ser, pero a nivel profesional no puedo crecer más aquí. Además, se echa mucho de menos la tierra”, puntualiza.