IZAN GUERRERO (Almería).- María José Mullor finalizó sus estudios de Enfermería en 1989. Poco después le ofrecieron un contrato de larga duración para trabajar en la Unidad de Agudos de Psiquiatría. Cuando aterrizó allí no tenía “ni idea” de lo que era un “enfermo mental”, pero, desde el primer momento, encontró en sus compañeros un punto de apoyo. Ella es voz autorizada en la especialidad de Salud Mental, habla libre y su discurso fluye como el de una persona comprometida con su profesión.
Estudias Enfermería y cuando tienes que decidir la especialidad lo haces por Salud Mental, ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
Llevaba ya trabajando varios años en psiquiatría cuando nos dieron la posibilidad de acceder a la especialidad por “una vía extraordinaria” diferente a la vía EIR, para ello debías cumplir una serie de requisitos laborales que se ajustaban a mi situación laboral y profesional, además de presentarme a un examen al igual que otros tantos compañeros/as.
¿Es una labor reconfortante?
No sería honesto si dijera que siempre lo es, la realidad es que a veces sí y a veces no; la gran parte de enfermedades mentales tienden a “cronificarse” y los ingresos hospitalarios se repiten a menudo, lo que hace que muchas veces pienses si tu trabajo, tu tiempo, tu dedicación han servido de algo, aun cuando detrás de un alta hospitalaria hay un grupo de profesionales que trabajan para evitar descompensaciones, para hacer seguimientos en consulta… Aprendes que esta situación es inevitable y forma parte de nuestro trabajo.
La satisfacción es muy grande cuando el paciente se va de alta y lo ves bien.
¿Es la Salud Mental la gran olvidada de la Sanidad Española?
Yo no la calificaría de olvidada pero, obviamente, como fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos, la sensibilización, aceptación y normalización de este tipo de dolencias ha sido y es una asignatura pendiente en la que hemos avanzado mucho, pero no sería realista si no dijera que la enfermedad mental aún tiene una fuerte carga de estigmatización. Son muchos los esfuerzos, tanto personales como materiales, invertidos en este campo, pero aún insuficientes. En la parte que a mí me ocupa, asisto con cierta frustración a la continua marcha fuera de Andalucía de los EIR que nosotros hemos formado con tanto esfuerzo.
Con la pandemia de la COVID-19 los problemas de Salud Mental han vuelto a los medios de comunicación, pero ya existían anteriormente.
Los problemas de salud mental siempre han existido, lo que ocurre es que a raíz de la pandemia se han visto incrementados porque hemos vivido mucha soledad, mucho encierro, pérdidas de trabajo, muertes, falta en la asistencia sanitaria presencial… y las personas ante todo necesitamos socializarnos para encontrarnos bien, para dar sentido a nuestras vidas… necesitamos estar ocupados, necesitamos contarle a alguien lo que nos pasa…y, sobre todo, necesitamos recuperar la rutina diaria para seguir con nuestra vida de antes, pero es cierto que la pandemia ha servido para hacernos más visibles.
¿Deberíamos terminar con los tabúes?
Sí, la Salud Mental sigue siendo todavía una “fuente” de tabúes a pesar de que a diario se intenta luchar con el tema de la estigmatización desde los dispositivos de Salud Mental, es verdad que cada vez más este tipo de pacientes, están más integrados en la sociedad, pero luchar contra el estigma supone algo más como es devolverle al enfermo el lugar dentro de la sociedad que su enfermedad les ha arrebatado. Esto es posible, y se hace porque el paciente mental es ante todo “una persona y ser humano” que no es “culpable” de haber contraído este tipo de enfermedades. Aquí quiero resaltar el término de HUMANIZACIÓN, tan vigente hoy en día en nuestra práctica enfermera, como la manera de procurar unos cuidados al paciente desde un punto de vista holístico, donde es la persona y no el paciente el sujeto activo, así como la familia que le acompaña.
¿Cómo separas el trabajo de tu vida fuera de este?
Pues intento desconectar en cuanto dejo el centro de trabajo, aunque no siempre es posible, porque parte del personal que trabajamos allí tenemos contacto fuera del hospital y sin querer terminas hablando del tema, de casos puntuales, de anécdotas, de buenos y malos momentos, etc.
Por último, un mensaje…
Creo que se han empezado a fijar los pilares para dar voz a este tipo de pacientes, pero debemos seguir construyendo este edificio para que cada día el enfermo mental forme parte de nuestra sociedad de una manera activa y normalizada, respetando, por supuesto, sus momentos de descompensación como “baches” en el camino. No debemos olvidar que, según la OMS, una de cada cuatro personas es susceptible de pasar por un problema mental a lo largo de su vida, por consiguiente, una de esas personas podemos ser nosotros o bien algún familiar y no nos gustaría que fuera calificado con una etiqueta de “loc@”, es por ello que la empatía es primordial en el cuidado diario.