ÁNGEL M. GREGORIS.- Las enfermeras especialistas en Familiar y Comunitaria son profesionales que deben tener conocimientos sobre cuidados desde el nacimiento hasta el final de la vida. De hecho, es la especialidad de la que más plazas se convocan anualmente. En el año 2023 fueron 824 y una de ellas la consiguió Mónica Avilés, residente de primer año que compagina sus rotaciones entre el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y el Centro de Salud de Barajas. Aunque al principio no tenía claro cuál elegiría, ahora no se arrepiente de su decisión: “Me decanté por esta especialidad por el manejo que se hace de las diferentes etapas vitales. Cuidamos desde niños recién nacidos hasta ancianos que tienes que ir a sus casas para realizar cuidados paliativos”.

Ahora se cumple un año desde que comenzó esta nueva aventura y reconoce que estos meses “le han dado una visión muy holística de las diferentes patologías que hay”. “Tenemos muchas rotaciones con distintos profesionales especialistas de cada área, que a nosotras nos proporciona un manejo integral y especializado de cada una de ellas. Estoy muy contenta”, apunta.

Cartera de servicios

Tanto en el centro de salud como en el hospital se forma en todas las ramas de la especialidad. En el primero, por ejemplo, se encargan de aprender el manejo de la cartera de servicios y los diferentes programas que hay organizados para la población, como el de crónicos. Después, en el hospital, se aprende, sobre todo, el manejo y la patología de las unidades en las que están presentes. “Si estamos en la consulta de ostomía, vemos el manejo y los diferentes dispositivos que tienen los pacientes para poder llevar a cabo un cuidado experto a estas personas”, asevera.

Ella está siempre respaldada por las tutoras de residentes tanto en el hospital como en el centro de salud. Adela Garachana es la tutora hospitalaria de residentes de Enfermería Familiar y Comunitaria del Ramón y Cajal y se encarga de acompañar a estos futuros especialistas, así como de gestionar todo el itinerario formativo. “Preparamos el plan de rotaciones de hasta 13 servicios diferentes. Realizan también cursos obligatorios, acuden a jornadas. En definitiva, me encargo de organizar esa planificación y de recoger todas las valoraciones de las evaluaciones que hacen los colaboradores docentes, que son enfermeros expertos en su ámbito que los ayudan en cada uno de los servicios”, explica Garachana.

Conocimientos

Tal y como la tutora considera, estas rotaciones y la participación de los trabajadores docentes es esencial porque transmiten sus conocimientos a los residentes y les permiten ganar independencia, destreza y habilidades en esos servicios. “Los residentes de Atención Primaria tienen que conocer la parte de la patología aguda para luego poder comunicarse y estar coordinados con el hospital. La verdad es que se queda corta porque es increíblemente amplia y necesitarían más tiempo”, afirma.

Aunque Mónica ya había trabajado como enfermera, se siente muy orgullosa de todo lo que está aprendiendo en este primer año. “Sabía que iba a aprender, pero no tantas cosas, ni a tanto nivel ni con tanto rigor. Además, ya no es solo lo asistencial, sino que también profundizamos en los temas de investigación”, recalca.

Ella todavía tiene un año más por delante en el que compartirá escenario con los nuevos especialistas que entran este mes de mayo. Y, según dice, tiene muchas ganas: “Hay rotaciones que me apasionan como cuidados paliativos o salud mental. Todavía no he tenido la oportunidad de estar ahí en este primer año y me encantan”.
Aun así, el futuro lo ve “incierto” y confía poder trabajar como enfermera especialista.

¿Qué es lo mejor y lo peor de la especialidad?

  • Lo mejor: la visión holística que te da la especialidad. Te genera una visión de todo que antes de realizar la especialidad yo no la tenía.
  • Lo peor: el número de guardias que hacemos y el cansancio y estrés de algunos momentos. No es un camino de rosas, pero una vez que echas la mirada hacia atrás te das cuenta de que todo era necesario y se puede lograr.

Adela Garachana, tutora, y Mónica Aviles, EIR de Familair y Comunitaria en el Hospital Ramón y Cajal (Madrid)