ÁNGEL M. GREGORIS.- Alrededor de 300 enfermeras se forman cada año para convertirse en especialistas en Salud Mental. En concreto, en 2022 fueron 285 las plazas ofertadas y de las que Gloria Gallego logró hacerse con una de ellas. No pudo conseguir en su comunidad, Extremadura, pero se marchó a Madrid en busca de cumplir su sueño. Fue en el Hospital de Ciempozuelos (Madrid), Orden Hospitalaria San Juan de Dios, donde inició hace dos años la formación. Ahora está a punto de acabarla y, aunque ha estado muy contenta en Madrid, “se vuelve para su tierra”.
“Mi trayectoria profesional anterior había sido en unidades de Cuidados Intensivos y en Urgencias. Ahí es cierto que adquirimos mucha destreza en técnicas, pero muchas veces descuidados la parte emocional del paciente. Esto me generaba mucho interés y quería profundizar en ello”, explica Gloria.
Unidades
Durante estos dos años ha podido conocer muy de cerca distintas unidades en las que ir aprendiendo mucho sobre salud mental. Echa la vista atrás y recuerda cómo empezó en la Unidad de Hospitalización Breve de la Clínica Nuestra Señora de la Paz (Madrid), donde el paciente se encuentra más crítico con patología aguda. También ha pasado por adicciones, patología dual, hospital de día, trastornos de conducta alimentaria, larga estancia, donde viven los pacientes durante varios años, y, actualmente, se encuentra en la Unidad de Rehabilitación y Reinserción a la comunidad.
Además de una atención asistencial, Gloria ha potenciado enormemente su labor investigadora. “Hemos participado en el Congreso de Enfermería de Salud Mental con algunos póster y comunicaciones. También estoy ahora con el trabajo de fin de residencia sobre el apego como herramienta de protección para evitar la adversidad temprana. En esta etapa sí he podido trabajar el vínculo con los pacientes y profundizar un poco en los apegos”, subraya la residente.
Iniciativa
Por su parte, Pedro Fernández de Velasco, coordinador de Enfermería de la Unidad de TCA del centro y tutor de residentes, asegura que es una satisfacción poder ayudar a los nuevos especialistas. “Es muy bonito porque ves que son personas que vienen con mucha iniciativa, con muchos conocimientos y muy implicadas. Cuando terminan su residencia sabes que van a ser enfermeras que van a ejercer su especialidad de una forma correctísima”, recalca.
Él se encarga de la gestión del itinerario formativo de las residentes, además de darles apoyo y seguimiento durante los dos años. “Al principio necesitan más atención por parte de los profesionales y del tutor, pero con el paso del tiempo van siendo más autónomas, que al final es el objetivo que perseguimos, que cuando salgan de aquí estén lo más formadas y adecuadas para trabajar en la especialidad”, asevera.
Destrezas
Para Gloria, es fundamental contar con las enfermeras especialistas en Salud Mental porque “adquirimos destrezas para el manejo emocional del paciente”. “Creo que nosotros tenemos mayores capacidades y mayores recursos para realizarlo. Es importante también el tratamiento del estigma y eso podemos hacerlo desde la especialidad porque una enfermera formada puede disminuir o eliminar esa marginación social, legal o espiritual que sufren”.
¿Lo mejor y lo peor de la especialidad?
- Lo mejor: trabajar ese vínculo con los pacientes en cada una de las unidades en las que he estado. Además, por supuesto, el vínculo con mis compañeros es algo que me ha ido aportando mucho.
- Lo peor: al realizar mi trabajo de fin de residencia, la escasez de investigaciones previas que me he encontrado sobre enfermería especialista en Salud Mental.

Gloria Gallego junto a sus compañeros