REDACCIÓN.- Un nuevo estudio de la Universidad de Tohokuha (Japón) ha demostrado que realizar ejercicio durante el embarazo mejora la salud metabólica de la descendencia, incluso cuando la madre es obesa o sigue una dieta rica en grasas.
En concreto, el ejercicio físico de la madre induce a la placenta a segregar la proteína clave superóxido dismutasa extracelular (SOD3), lo que se traduce en un menor riesgo de diabetes para la descendencia. Los resultados del trabajo, publicado en el Journal Diabetes, identifican los mecanismos que subyacen a este proceso.
Tal y como recuerdan los investigadores, la obesidad materna y la diabetes tipo 2 van en aumento. Más del 30 por ciento de las mujeres en edad fértil de los países occidentales y asiáticos están clasificadas como obesas. Mientras tanto, se prevé que 630 millones de personas vivirán con diabetes de tipo 2 en 2045. Los niños nacidos de madres obesas o con diabetes de tipo 2 tienen un mayor riesgo de padecerla, incluso después de llevar una vida sana.
Obesidad materna
«Con el aumento de la obesidad materna, se está formando un ciclo preocupante en el que los riesgos de diabetes se transmiten de generación en generación», afirma el profesor adjunto Joji Kusuyama, del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Fronterizas (FRIS) de la Universidad de Tohoku, y autor principal del estudio. «Detener este ciclo es un problema médico crítico y urgente«, sentencia.
Anteriormente, el grupo demostró que el ejercicio durante el embarazo tiene enormes beneficios en la salud metabólica de la descendencia, demostrando que la SOD3 derivada de la placenta desempeña un papel clave en la transmisión de los beneficios del ejercicio materno a los hijos.
A partir de ahí, el equipo se propuso entender cómo la SOD3 evita que los efectos negativos de la obesidad se transmitan de la madre al hijo y descubrió que la SOD3 inhibía las anomalías inducidas por una dieta alta en grasas en el metabolismo de la glucosa de la descendencia.
Vinculo
La metilación de las histonas desempeña un papel fundamental en la modificación epigenética, es decir, los cambios heredables en las cadenas de ADN que no afectan a los pares de bases heredados. El grupo metilo (-CH3) se une a un aminoácido en la cola de las proteínas histonas que envuelven el ADN, a veces activando la expresión de los genes, a veces inhibiéndola.
Cuando una madre consume una dieta rica en grasas, la trimetilación de la histona H3 H3K4me3 disminuye en el hígado del feto y dificulta la expresión de los genes del metabolismo de la glucosa.
Esto, según descubrieron los investigadores, está causado por dos cosas. Las especies reactivas de oxígeno (ROS) -oxígeno en estado reactivado y activado que ayuda al metabolismo del cuerpo y a las funciones celulares- se elevan. Por otro lado, la WDR82, una proteína clave que regula la histona metiltransferasa, se oxida, lo que perjudica las funciones de la proteína.
Los efectos nocivos de una dieta materna rica en grasas sobre el metabolismo de la descendencia se invierten con el ejercicio materno. La manipulación genética demostró que la SOD3 placentaria es indispensable para los efectos protectores del ejercicio materno en la descendencia.
El estudio también puso de manifiesto la importancia del ejercicio para anularlo. Cuando los investigadores infundieron en el hígado del feto N-acetilcisteína (NAC), un antioxidante que potencia el rendimiento del hígado, no se reprodujeron los resultados de la SOD3. Esto sugiere que la SOD3 producida naturalmente por el ejercicio durante el embarazo es fundamental para el bienestar metabólico de la descendencia.
Futuro
Dada la sencillez y la rentabilidad del ejercicio, animar a las madres a hacer ejercicio podría ayudar a invertir las alarmantes tasas de obesidad y diabetes de tipo 2. «Además ventajas de la SOD3 podrían no limitarse al metabolismo», subraya Kusuyama.
«Puede haber beneficios más amplios de esta proteína en otros órganos del niño», añade, para anunciar que, actualmente, su equipo está estudiando las modificaciones en el tejido de la placenta provocadas por la SOD3, que pueden tener efectos positivos de por vida en los pequeños.
Con todo, los autores advierten de que el estudio solo está en fase preclínica y que su aplicabilidad a los seres humanos requiere más investigaciones. Además, algunos aspectos de la vía de señalización requieren más investigación.