REDACCIÓN / AGENCIAS.- Más de 27.000 personas se contagiaron de ébola en África occidental en la epidemia más grande de toda su historia, que registró su pico de mayor intensidad hace justo un año. De ellos, 11.300 murieron. Doce meses más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que gran parte de los supervivientes -principalmente en Guinea, Liberia y Sierra Leona- sufre ahora graves efectos secundarios, entre ellos dolor en las articulaciones e inflamación en los ojos que puede derivar en ceguera.
Son aquellos que se enfrentaron a los episodios más severos de ébola los más propensos a sufrir este tipo de problemas, según explican los expertos de la OMs, que aseguran que aproximadamente la mitad de aquellos que derrotaron al virus siente ahora un dolor de articulaciones tan intenso que les impide trabajar. Casi el 25 por ciento de los supervivientes africanos presentan o han presentado problemas oculares que incluyen inflamación, dificultades de visión y, en casos graves pero poco frecuentes, ceguera. A esto hay que sumar una serie de problemas que aparecen a largo plazo pero que no por ello deben dejar de ser tenidos en cuenta, tales como depresión, desorden de estrés postraumático y exclusión social.
El conocimiento progresivo de la enfermedad ha llevado a concluir que el virus no sobrevive más de 21 días en la mayoría de los fluidos corporales, como la sangre y los vómitos, que son a la vez las principales vías de transmisión. Sin embargo, también se sabe que permanece en el semen y en los tejidos blandos del ojo durante varios meses después de la recuperación. Eso hace a los expertos inclinarse por la hipótesis de que las dificultades de visión que padecen los supervivientes del gran brote se deben a que el virus aún persiste en sus ojos.
Desde la OMS aseguran que supervivientes a brotes anteriores desde que la enfermedad se detectó en 1976 también han afirmado tener esas dolencias. Sin embargo, las epidemias anteriores a la que alcanzó su apogeo el año pasado fueron mucho más pequeñas, por lo que el número de supervivientes constituía una muestra escasa para ser estudiada o para llegar a alguna conclusión científica.