JUANJO CAMPILLOS.- Las agresiones a enfermeras se han vuelto una lacra para la profesión. No es extraño el mes que asistimos a un nuevo caso en el que una enfermera es intimidada, insultada y/o golpeada en su puesto de trabajo. Según el Observatorio de Agresiones del Consejo General de Enfermería, los datos son preocupantes. En el informe que han presentado hoy, contabilizan 1.629 agresiones a estas profesionales, en el año 2021. Dos ejemplos de agresiones son los casos de Raquel y de Natalia (nombre ficticio). A Raquel le hicieron burla, fue amenazada “con darle dos hostias” y la cogieron del cuello, empujándola contra la pared. A Natalia la golpearon, sin mediar palabra, y «sintió culpabilidad» por si, sin querer, había generado el altercado.
Raquel López estaba en el poste de triaje de las Urgencias del Hospital Puerta de Hierro, junto a una compañera y un alumno, cuando llegaron dos mujeres, que eran madre e hija. La hija venía con un proceso febril. Así que procedieron a hacerle el triaje, le tomaron las constantes y la pasaron al nivel que le correspondía. Inmediatamente, la madre volvió pidiendo que le pusieran medicación, antes de que la viera el médico “porque se encontraba muy mal”. Esta situación, como reconoce Raquel, es muy habitual, por lo que procedieron a explicarle con calma que no se le puede administrar medicación hasta que el médico valorase a su hija.
Primer encontronazo
En este punto sucede el primer encontronazo, pues la señora no admite la respuesta de las enfermeras y afirma que “eso no es así y que en otra ocasión sí le han puesto medicación”. “Entramos en bucle. Vimos que estábamos perdiendo el tiempo y le comentamos que fuese al mostrador para que los compañeros le dijesen qué médico era el suyo y que este considerase si la tenía que adelantar o no”, añade López, “le volví a repetir que, por favor, me dejase seguir trabajando y me dijo que me callara, porque sino me iba a pegar dos hostias, y se me echó un poco encima. Pasó de cero a cien, en un momento”. Fue ahí cuando Raquel le indicó a la alumna que pulsara el botón antipánico, a lo que la agresora reacción con burlas: “Sí, pulsa el botón antipánico, que venga seguridad. ¿Qué miedo, eh?”.
La señora, de unos 60 años, vio que estaba formando un escándalo y se marchó hacia donde estaba su hija. Llegó seguridad y optamos por ir a pedirle los datos, por lo que pudiera pasar. Cuando llegamos a donde estaba, gritaba “la sanidad es una mierda y esto es una vergüenza”. Por desgracia, nada nuevo para los sanitarios, en especial para los que se encuentra trabajando en el servicio de Urgencias. Al ver a Raquel, fue subiendo el tono y volvió con las amenazas: “A ver si te piensas que a mí me tiembla el pulso. Al final, te voy a dar dos hostias”. Un chaval, que también estaba esperando, se levantó y la defendió. Le dijo que todos se encontraban en su misma situación y le pidió que se calmase. Pero, de repente, apareció una tercera mujer y se lanzó a por el joven.
Agresión y denuncia
“Mi compañera y yo nos pusimos hombro con hombro para que no le llagase a dar. Y fue cuando me cogió el cuello y me tiró contra la pared. No reaccioné quitándomela ni grité. Me quedé bloqueada. Me dijeron que parecía una momia con los brazos colgando, pero sí recuerdo mucha rabia e impotencia. Hasta que me la quitaron del cuello los de seguridad y una celadora, no pude reaccionar. A la celadora también la agarró del cuello y a un compañero de seguridad le dio varias patadas en las piernas. Se lio la de dios”, narra. Tuvo que personarse la Guardia Civil para sacar a la agresora del Hospital.
No obstante, el altercado no quedó ahí. Cuando Raquel se dirigió al cuartel de la Guardia Civil más cercano para denunciar todo lo que había sucedido, le comentaron que la denunciada había sido ella: “Me dijeron que esta señora nos había denunciado porque la habíamos acorralado y porque la habíamos cogido del cuello. Increíble. Luego, me llegó por redes sociales el testimonio de una compañera que contó que había ido al rey Juan Carlos con los brazos llenos de arañazos. Eso no es verdad, porque la señora no se guitó el abrigo en ningún momento”. Raquel afirma que “va a ir hasta el final” y anima a todos los compañeros a hacerlo cuando se sientan agredidos, aunque “sea mucho papeleo”. Ella va a contar con ayuda del abogado del Colegio de Enfermería de Madrid, pero también solicita colaboración de los que presenciaron la agresión: “Con el revuelo que se ha creado en Facebook y redes sociales, tengo casi 20 testigos. Lo que sí estaría bien es contar con algún vídeo. Sé que mucha gente grabó en Urgencias lo que pasó”. Si estuvieron allí ese día o cuentan con un testimonio audiovisual de los hechos de ese día, no duden en contactar con el Hospital Puerta del Hierro. Cuantos más sean, mejor.
Sin mediar palabra
El caso de Natalia (nombre ficticio) similar en el fondo, pero distinto en la forma. Ella fue agredida sin ni siquiera mediar palabra con su agresora: «Necesitaba unos materiales y fui al almacén. Al cerrar la puerta, escuché unos gritos. Al girarme me encontré una chica que venía hacia mí, con las manos en alto. Cuando vi que iba a golpearme en la cara, me eché hacia atrás y recibí el golpe en el hombro. Se formó un gran revuelo. Mis compañeros me ayudaron mucho».
Cuenta que se quedó en shock y que sintió, como enfermera, «un poco» de fracaso. «Me sentí incluso yo culpable, por si yo había ocasionado ese altercado. Siempre intentas hacer bien el trabajo. Lo que menos te esperas es que te lleves un golpe de un paciente», explica. Natalia termina dejando claro que «es un hecho que no volvería a ocurrir». Para ello, el Consejo General de Enfermería, junto a la Policía Nacional, señalan la importancia de denunciar cualquier tipo de agresión. Porque solo con la unión de todos lograremos acabar con las agresiones a enfermeras.