ALICIA ALMENDROS.- La disfagia es la dificultad para tragar alimentos. Un trastorno que en muchas ocasiones se convierte en una patología en sí misma dificultando la vida de los pacientes que la padecen. Ahora, dos enfermeras -Marilourdes de Torres y Mercedes López-Pardo- han demostrado en un estudio publicado en la revista científica Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria cómo el yogur puede ser la mejor medicina para hacer frente a esta patología. «Tanto Mercedes como yo, llevamos bastante tiempo dando formación a enfermeras sobre la alimentación en pacientes con alteraciones de la deglución. Esto nos lleva a ver qué alimentos tienen en sí mismo la textura modificada para no necesitar espesantes, pero es difícil salir más allá de purés y de cremas u otros alimentos que al final es necesario pasar por la batidora. Nos dimos cuenta que el yogur lo podíamos utilizar de postre y que siempre tenía buena aceptación», relata De Torres, responsable de la Unidad de Dietética y Nutrición del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Además, asegura que haber visto su estudio publicado en una revista indexada y de prestigio les ha hecho mucha ilusión.
Hasta ahora, eran muchos los estudios publicados sobre la disfagia, algunos muy relevantes. “Las casas comerciales están siempre muy pendientes de ayudar a la enfermería consiguiendo espesantes cada vez más atrayentes para los pacientes. La característica de haber protocolizado el yogur es porque en sí mismo es un alimento de textura modificada (ATM), no necesita manipulación, con lo que conseguimos que psicológicamente el paciente observa que puede comer un producto que se consume entre su familia y se siente menos desplazado”, recalca De Torres. Fundamentalmente lo atractivo de este producto es la consistencia del yogur; es la perfecta para las alteraciones de la deglución. Además, el hecho de estar fresco produce un confort en la boca y la garganta, proporciona de manera muy equilibrada los nutrientes necesarios y sobre todo aporta organismos vivos que favorecen la microbiota intestinal y la orofaríngea. “Otros productos lácteos o incluso la leche no son tan adecuados por tener exceso de carbohidratos y azúcares, como por ejemplo las natillas”, añade la autora del estudio.
Estas enfermeras tras ver los resultados empezaron a protocolizar el uso y a contarlo en los seminarios reglados y acreditados a los que iban, sobre todo en Atención Primaria. “Queremos seguir viendo cómo se comporta la microbiota intestinal y orofaríngea en pacientes con alteraciones de la deglución y cómo podemos ayudar en su alimentación diaria, con la recomendación de ingestas de probióticos en leches fermentadas. Pero estos procesos son largos hasta que sale publicada la metodología, las conclusiones, los resultados… De momento seguimos formando a nuestras colegas interesadas, a nuestros pacientes y a sus cuidadores”, relata De Torres.