ANA MUÑOZ.- La existencia de personas dedicadas a cuidar de los enfermos es, probablemente, casi tan antigua como el ser humano. Sin embargo, del cuidado caritativo al nacimiento de la enfermería profesional hay un largo camino trazado por siglos y siglos de evolución. En ese tránsito, la formación ha tenido un papel determinante. Aunque está comúnmente aceptado que el origen de la enfermería moderna llegó de la mano de Florence Nightingale, lo cierto es que antes de ella ya existieron algunos intentos de impulsar una formación enfermera reglada y sistemática. Localizar esos antecedentes, ese germen de las actuales escuelas de Enfermería, ha sido y es una de las inquietudes de los historiadores de la profesión.

Situación en Egipto del pueblo de Abu Zabel

Situación en Egipto del pueblo de Abu Zabel

Recientemente, dos investigadores del Hospital General Universitario de Ciudad Real, Ángel Pozuelo –bibliotecario- y Ahmed Dusuky –neurocirujano- han conseguido datar la creación de lo que podría ser el primer antecedente de escuela de enfermería y matronas del mundo en el año 1832 en Abú Zabel (Egipto). Así lo han presentado ya en varios congresos y lo han divulgado en artículos publicados en diferentes revistas. La suya es una investigación independiente que, si todo transcurre como desean, culminará con la publicación de un libro.

Buceando en la Historia

Ese primer antecedente de escuela de enfermería se llamaba Madrasat al Kabilat o Escuela de Hakimas , y nació bajo el virreinato de Mehmet Alí. El ejecutor, el que llevó a cabo el proyecto, fue el médico francés Antoine Barthelemy Clot, conocido como Clot Bey. “De él estamos intentando descubrir si era exiliado o simplemente emigrante en Egipto”, explica Ángel Pozuelo.

Históricamente, se había pensado que la primera escuela de enfermería del mundo la fundó en Kaiserswerth (Alemania) el pastor Theodor Fliedner, en el año 1836. Era el conocido como Instituto de Diaconisas donde Florence Nightingale recibió su periodo de entrenamiento formal. Sin embargo, los hallazgos de Pozuelo y Dusuky apuntan en otra dirección y la sitúan un año antes curiosamente en Egipto, un país musulmán. “En Historia nunca puedes dar nada por sentado”, señala el investigador.

Retrato del virrey Mehmet Alí (1769-1849) , obra del pintor Auguste Couder

Retrato del virrey Mehmet Alí (1769-1849) , obra del pintor Auguste Couder

La creación de esta escuela o madraza se enmarca en una reforma muy importante llevada a cabo por el virrey de Egipto, primero en el ejército y después en otros ámbitos como la sanidad. Se impulsó la calidad de la asistencia sanitaria y se llevaron a cabo distintas campañas de salud pública que lograron desarrollar la demografía. En paralelo, el proyecto reformista se extendió a la agricultura, la industria, etc. Según explica Pozuelo, “se trataba de un proyecto estatal, totalmente desvinculado de órdenes religiosas. No estaba motivado por ningún espíritu caritativo o humanitario”.

En 1832 Egipto tenía una población de unos tres millones de habitantes, sin la posibilidad de acudir a un hospital y, por lo tanto, afectados por gran cantidad de enfermedades. “Gracias a la formación de las hakimas, la población paso de tres millones en 1832 a nueve millones en 1849. Antes de la creación de la escuela sólo había parteras que no sabían leer ni escribir. Eso cambió radicalmente”, asegura Dusuky.

Documentos dormidos

Retrato de Clot Bey (1793-1868), obra de Antoine-Jean Gros. Al fondo se observa a varios camilleros transportando heridos hacia el hospitald e Abu Zabel

Retrato de Clot Bey (1793-1868), obra de A.Jean Gros

 

Para documentar todos estos hallazgos, los investigadores se han valido de escritos datados en el siglo XIX de, precisamente, los protagonistas que pusieron en marcha este proyecto de escuela de hakimas, como Clot Bey. “En aquella época había en Egipto cónsules y embajadores ingleses, españoles e italianos que enviaban a sus gobiernos toda la información que recogían, y que ha quedado por escrito. Son documentos que llevaban muchos años dormidos, y creímos que era necesario hacer esa revisión histórica. También nos ha resultado muy útil toda la información publicada en la revista The Lancet sobre el proyecto reformista de Clot Bey en Egipto. Ha sido relativamente fácil indagar porque muchos de estos recursos están digitalizados y disponibles en Internet”, detalla Pozuelo. “Está todo documentado: desde cuántos médicos, boticarios y hakimas había en cada ambulatorio hasta en qué zonas estaban repartidos”.

La formación de las hakimas

El proyecto educativo de la madraza era muy amplio: seis años de formación, con teoría y práctica, basada en los tratados de medicina más actualizados de la época. “Hemos comprobado que los estudios de enfermería que se impartían en esta escuela, salvando las distancias temporales, tienen mucho en común con el Grado de Enfermería que se imparte ahora en las universidades”, asegura Pozuelo.

También las habilidades que adquirían entonces eran muy parecidas a las de ahora. Se formaba a las hakimas en curas, vendajes, preparación de medicamentos, vacunación de la población… Una de sus funciones principales era registrar los nacimientos y las defunciones, gracias a lo cual se pudo hacer un censo de población.

Detalle del retrato de Clot Bey, en el que se observa a varios camilleros transportando heridos hacia el hospitald e Abu Zabel

Detalle del retrato de Clot Bey. Varios camilleros transportan heridos hacia el hospital de Abu Zabel

Dusuky explica que a la madraza llegaban profesores desde Francia que enseñaban en árabe a las enfermeras, es decir, en su lengua. “De hecho, había traductores que les hacían los apuntes para que pudieran estudiar. La madraza o escuela tenía una imprenta propia para imprimir libros”, asegura. El interés del virrey en la preparación profesión de las hakimas era tan alto que les proporcionaba dinero y ropa dos veces al año, así como dinero para sus gastos. Vivían como interinas dentro de la propia escuela, les daban los libros que necesitaban y cuando terminaban su formación abandonaban la madraza con el grado de teniente, lo que les daba prestigio social. “Quien tenía un título militar de ese tipo se sentía protegido. La preparación de estas mujeres era un asunto de Estado”, sentencia Dusuky.

Por otro lado, en un país musulmán, en pleno siglo XIX, no se puede pasar por alto la cuestión de género: no estaba permitido que los hombres exploraran a las mujeres, así que era necesario contar con féminas preparadas para hacerlo. “Que una mujer tuviera que salir de su casa de madrugada para atender un parto en una zona alejada era una cuestión problemática”, explica Dusuky, “de ahí que el virrey también se preocupara porque contrajeran matrimonio”.

Barrera ante las infecciones

Aspecto aproximado de una hakima de la época

Aspecto aproximado de una hakima de la época

El virreinato de Egipto quería exportar sus productos al extranjero, pero se topaba con el obstáculo de la cuarentena que intentaba contener infecciones: peste, cólera, etc. Al mismo tiempo, el país estaba inmerso en guerras en Siria, Líbano, Turquía, Creta, Chipre, etc. Las filas del ejército eran víctimas de gran cantidad de enfermedades. Los soldados volvían de la batalla enfermos de sífilis y contagiaban a las mujeres egipcias.

Por eso, y siempre según los resultados de esta investigación, el virrey distribuía a las hakimas por los diferentes puertos del Mar Rojo y el Mediterráneo, “para acoger a las personas que venían de La Meca afectadas por distintos tipos de infecciones. Les recibían nada más bajarse del barco, les exploraban y ponían en cuarentena a aquellos que presentaban signos de enfermedad”, explica Dusuky.

Más incógnitas

El nivel de detalle de esta investigación permite describir con gran precisión cómo era la madraza y cómo trabajaban las hakimas. “Sin embargo”, dice Dusuky, “todavía nos queda bastante por saber y documentar”. Especialmente lo relativo a las promociones de hakimas posteriores al virreinato de Egipto que se mantuvo en el poder entre los años 1805 y 1849, que es el periodo en que los investigadores han centrado su trabajo. “Nos gustaría saber, por ejemplo, cómo cambió el funcionamiento de la escuela con la llegada de los ingleses a Egipto en 1882. Por la madraza pasaron generaciones y generaciones”, concluye.