ÁNGEL M. GREGORIS.- Un sensor de medición de glucosa es un implante que se inserta en la piel y mide de forma continuada el nivel de glucemia, permitiendo que los usuarios realicen un seguimiento de su patología mediante móvil u ordenador. Estos dispositivos mejoran enormemente la calidad de vida de los pacientes, ya que evitan los pinchazos recurrentes en los dedos y permiten tener un mejor control de la enfermedad.
“Con el sensor puedes pasarte el móvil y te dice el valor sin pincharte. Ahora, han sacado una actualización en la que con el móvil sin tener que pasártelo te dice constantemente el valor de azúcar que tienes. No tienes que estar preocupándote. Tienes también alarmas y en cuanto bajas o estás un poco alto te suena el móvil para poder poner solución”, afirma Alberto Moreno, paciente con diabetes desde los dos años.
«No duele»
“No duela nada, me lo pone mi madre y es un pinchazo rápido”, cuenta Mónica Salmerón, también paciente con diabetes.
Las enfermeras son un referente para estos pacientes. En las consultas, tanto de hospitales como de centros de salud, les forman, informan y ayudan durante toda la vida para conocer mejor su enfermedad y prevenir problemas derivados de la diabetes. Con estos dispositivos, también tienen un papel clave a la hora de enseñarlos cómo instalarlos y cómo medir y valorar los datos que marca la aplicación.
Taller común
“Nosotros seleccionamos a los pacientes y haremos un taller común para informar de cómo funciona y luego otro taller práctico para enseñarles cómo ponerse el monitor e instalar la aplicación”, puntualiza Marina Morán, coordinadora de Enfermería del centro de salud El Restón, en Valdemoro (Madrid). A través de su propio móvil o del ordenador pueden ir viendo la gráfica de cómo evoluciona su glucosa e, incluso, hay alarmas que les avisan cuando los niveles no son los correctos.
Tras financiar estos dispositivos a las personas con diabetes tipo 1, la Comunidad de Madrid va a comenzar a hacerlo también con la diabetes tipo 2. Se estima que hay más de 20.000 pacientes con unos criterios clínicos de cronicidad, que podrán beneficiarse de esta medida.
“La insulina se la deben seguir poniendo, pero sí facilita que antes tenían que pincharse en el dedo para hacer el control y ahora ya no porque el sistema de monitorización lo hace de manera continua”, concluye Morán.