La Inteligencia Artificial (IA) tiene múltiples aplicaciones en la vida diaria de una persona. Nos ayuda a escribir textos, nos proporciona ideas, nos genera imágenes perfectas para cada contexto… En el ámbito sanitario sus aplicaciones y beneficios no son menores. Hay múltiples ejemplos de que las aplicaciones de la IA están transformando la sanidad. Se puede aplicar para la mejora de los diagnósticos, apoya la toma de decisiones clínicas y personaliza tratamientos. Pero, su uso requiere de formación y conocimientos en muchos casos escasos, especialmente de aquellos profesionales que tienen un contacto estrecho y directo con los pacientes, como son las enfermeras. ¿Sabemos qué perspectivas tienen las enfermeras sobre la IA? Itxaso Mugica es enfermera, doctora y actualmente profesora adjunta en la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco, en Donostia. Ella ha puesto en marcha un estudio para conocer cuáles son las impresiones, percepciones y actitudes que tienen las enfermeras ante el uso y desarrollo de la IA en el ámbito sanitario. Y, de momento, las conclusiones son claras: es necesaria una inversión en formación enfermera.
En pleno siglo XXI, con todo el desarrollo tecnológico y las herramientas que tenemos a nuestro alcance seguimos presenciando cómo las enfermeras recopilan datos en papel y bolígrafo. Atendemos a una estructura arcaica que lejos de facilitar el trabajo, no promueve ni fomenta el uso de tecnologías de vanguardia. “Esto sucede por una combinación de factores estructurales, educativos y culturales. Por un lado, muchas enfermeras no han recibido formación específica en nuevas tecnologías, especialmente aquellas que llevan más años en ejercicio. La rápida evolución tecnológica no ha sido acompañada de programas de actualización accesibles y sistemáticos. Por otro lado, existen limitaciones en el acceso a los recursos tecnológicos, especialmente en áreas rurales o en instituciones con menor presupuesto. Otro factor importante podría ser que, en ocasiones, la tecnología se ha impuesto en el ámbito sanitario sin un análisis profundo de las necesidades específicas de la profesión enfermera. Esto ha podido llevar a la implementación de herramientas poco intuitivas, que no se han alineado con los flujos de trabajo reales y que incluso han podido aumentar la carga laboral en lugar de reducirla. Esto ha podido generar frustración e incluso resistencia al cambio entre las profesionales”, explica la autora del estudio “Perspectivas de profesionales de Enfermería y estudiantes de Enfermería sobre la Inteligencia Artificial: Análisis de percepción, actitudes y conocimiento”.
A pesar de que el proyecto aún se encuentra en la fase de recogida de datos, esta enfermera considera importante destacar que es fundamental entender los desafíos y oportunidades que tienen las enfermeras en este campo. “Se evidencia una carencia de formación específica y herramientas para evaluar este conocimiento, lo que refuerza la necesidad de incluir educación en IA en los planes de estudio y programas de formación continua. Según los estudios, las enfermeras tienen, en general, una actitud positiva hacia la IA, reconociendo su potencial para mejorar la atención al paciente. Sin embargo, las preocupaciones éticas, la falta de preparación técnica y la desconfianza hacia los sistemas tecnológicos atenúan este optimismo. Por último, factores como la pérdida de autonomía profesional y la integración de la IA en flujos de trabajo ya sobrecargados se han analizado como barreras importantes. Sin embargo, la formación adecuada y la participación de las enfermeras en el diseño de herramientas tecnológicas son percibidos como facilitadores clave para su aceptación”, añade.
Concepción social de la IA
Puede que a las enfermeras les falte formación o confianza para aplicar la IA en su labor diaria. En este sentido, ni siquiera la propia ciudadanía está familiarizada con estos conceptos o cuáles son sus usos y beneficios en su propia salud. Por ello, contar con profesionales que transmitan estos conocimientos se vuelve esencial. “Hoy en día, existen múltiples ejemplos de aplicaciones de IA que están transformando la sanidad. En el diagnóstico, la IA analiza imágenes médicas para detectar anomalías como tumores, arritmias o melanomas de forma rápida y precisa. También apoya en la toma de decisiones clínicas, personalizando tratamientos y detectando signos tempranos de deterioro, como en los casos de sepsis. En la gestión hospitalaria, optimiza recursos, mejora flujos de trabajo y facilita la comunicación con pacientes a través de asistentes virtuales y sistemas de triaje digital. En rehabilitación y salud mental, la IA apoya con robótica asistida y herramientas de terapia emocional, mediante chatbots. Además, dispositivos portátiles permiten un monitoreo más personalizado de enfermedades crónicas. En el ámbito de la enfermería, la IA ayuda en el seguimiento remoto, prioriza tareas y automatiza la documentación, reduciendo la carga administrativa. Y, también está revolucionando la formación sanitaria con simuladores virtuales que fortalecen las habilidades de los profesionales. Algunas de estas aplicaciones ya están en uso, y se están empezando a observar mejoras en la eficiencia, la personalización y la calidad de la atención sanitaria”, cuenta Mugica.
Las enfermeras cuentan con un papel crucial en la transformación digital de la sanidad, por ello es fundamental entender cómo perciben estas herramientas, qué necesidades formativas tienen y cuáles son las medidas que se pueden adoptar para apoyarles y que adoptes estas tecnologías de la forma más efectiva posible. Este es el principal objetivo de esta investigadora, que propone como soluciones “incorporar formación tecnológica en los planes de estudio de las futuras enfermeras, abordando herramientas digitales y aplicaciones emergentes como la inteligencia artificial; desarrollar programas de formación continua, que sean flexibles y adaptados a los horarios de las profesionales en activo; dotar a los centros sanitarios de recursos tecnológicos adecuados y asegurar su mantenimiento o diseñar tecnologías adaptadas al trabajo enfermero, con la participación activa de las propias enfermeras en el desarrollo e implementación de estas herramientas. Mi perspectiva de futuro es optimista. Creo que, con formación, recursos adecuados y políticas claras la IA no solo será aceptada, sino también integrada de manera natural en la práctica enfermera. Espero que este proyecto sea un punto de partida para diseñar estrategias de implementación y formación que empoderen a las enfermeras y las conviertan en líderes de la innovación en salud“, concluye.