ÁNGEL M. GREGORIS.- La OMS define la violencia en el trabajo como “incidentes donde el personal es maltratado, amenazado o agredido en circunstancias relacionadas con su trabajo”. Dentro de esta violencia se distinguen varias formas y entre ellas el mobbing o acoso psicológico, que consiste en una conducta abusiva a base de palabras, actos o comportamientos que pueden dañar la integridad física o psíquica del trabajador. Así lo resalta Vega Cifuentes, enfermera de la Universidad de Salamanca, en su trabajo de fin de grado, que acaba de publicar en la revista Enfermería de Castilla y León.

Tras analizar diferentes estudios, Cifuentes destaca que “existe entre un 88% y un 89,5% de personas que han experimentado al menos una conducta de acoso en su lugar de trabajo”. Asimismo, respecto a la percepción que la víctima tiene del mobbing, “varía mucho entre países, ya que se encuentran datos de hasta un 37,8% en México hasta un 62% en Bolivia o, mucho más bajo en España con un 17,2% de las personas que se consideran acosadas”.

Estas cifras, demuestran que hay una alta prevalencia de mobbing en los profesionales de enfermería. “La evidencia internacional sugiere un alto índice de mobbing contra las enfermeras, ya que es un colectivo altamente vulnerable”, subraya Cifuentes.

Así, el acoso en la enfermería es un problema de “singular magnitud”, cuyo impacto va más allá de la dinámica del profesional, servicio o usuarios, ya que también afecta a los costes administrativos tanto de manera directa como indirecta. Tras analizar los resultados, la enfermera vio que los episodios de mobbing traen consigo “alteraciones en la salud física y mental, cambios en las relaciones sociales y también cambios en la atención prestada al trabajo que se hace”. En definitiva, las amenazas, descalificaciones o humillaciones desencadenan problemas psicológicos, deterioro de las relaciones interpersonales y disminución del rendimiento.

Para la enfermera, “es un problema global y se debería empezar a trabajar más el tema para poder establecer una línea de actuación”. Asimismo, considera que “es importante intervenir de manera que no se culpabilice a la víctima y que el responsable o responsables sean penalizados, garantizando siempre la seguridad y el bienestar de todo el equipo de trabajo.