ALICIA ALMENDROS.- Beatriz Alonso compagina sus dos pasiones: la enfermería y el flamenco. Ella trabaja como enfermera en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos desde hace 13 años. “Es un centro bastante peculiar. Es enorme. En el hay unos 1.200 pacientes y está dividido en diferentes áreas fundamentales. Entre cada una de ellas hay zonas verdes ajardinadas, tenemos una pis-cina enorme, zona de talleres, un polideportivo y una zona de tienda”, comenta Alonso. Y es que sólo hay que caminar un poco por el centro para darse cuenta de que es como “un pueblo”. Su corazón es la Plaza de la Convivencia. Es un punto de encuentro pa-ra pacientes, familiares, amigos y trabajadores, sobre todo en el mes de junio cuando se celebran las Fiestas de la Con-vivencia con actuaciones y comidas conjuntas. En sus 13 años como enfermera en el Centro San Juan de Dios, Alonso ha pasado por varias unidades, “en la actualidad estoy trabajando en la Unidad 12A Fray Pedro que es una zona de discapacidad, pero también he estado en otras como salud mental y psicogeriatría”, comenta. Está formada por 96 pacientes con discapacidad intelectual, la mayoría sin disconductas. En la unidad casi todas las puertas tienen llave de entrada y salida: “fue una de las cosas que más me impacto. Es algo muy importante ya que hay muchos pacientes que tienen riesgo de fuga. Es fundamental para los que trabajamos aquí, incluso para los propios pacientes, muchas veces son ellos quienes nos recuerdan que cerremos la puerta”, resalta la enfermera. Además del salón de la planta baja donde se reúnen todos para jugar a las cartas, al dominó, ver la televisión o simplemente charlar con sus compañeros, el edificio consta de dos plantas. En la primera están los pacientes más asistidos y en la segunda hay habitaciones individuales. “En su espacio pueden aprovechar para ver películas o leer, son pacientes que necesitan menos asistencia, incluso algunos pueden disfrutar de su propia llave para disfrutar de su espacio”, comenta.
Enfermería
Curas, controles, medicación… El control de enfermería es donde Bea pasa la mayor parte de su tiempo. “Esta dividido en dos partes: una para curas y extracciones y otras para la preparación de medicación y recibimiento de los pacientes y sus familias. Es un espacio muy abierto. Contamos, además, con muchos cajetines de medicación. Normalmente estamos entre una hora y media colocando la medicación del día. La mayoría es por vía oral y psíquica, aunque también contamos con medicación somática. Hay que recordar que son pacientes mayores y suelen tener otras patologías como diabetes, hipertensión, colesterolemia…”, enumera la enfermera.
Pacientes
El modelo de atención de este centro se adapta a las necesidades de los usuarios y sus familias. En el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos los enfermeros no sólo van a hacer los cuidados básicos o las técnicas de extracción y curas. “La enfermera en este centro viene a atender al paciente, escucharle, acompañarle… Es una labor fundamental que promulga la orden. Son los valores que tenemos. Para mí la enfermería aquí es fundamental porque se atiende al paciente de una manera integral y holística. No sólo ve-mos una enfermedad, sino que vemos al paciente en global. El paciente tiene una vida, una familia… y, sobre todo, tiene unas ganas de hacer cosas, de vivir que es muy importante. Que tenga una enfermedad mental no significa que haya perdido su vida. Puede vivir y además tiene ganas de hacerlo, sólo necesita que se le escuche y la enfermería tiene un papel fundamental en este aspecto”, argumenta Alonso.
El flamenco
Esta enfermera compagina los cuidados enfermeros con el baile. Es profesora de flamenco. “Empecé a bailar a los cuatro años y medio. Realmente no sabía dónde iba, pero enseguida empecé a sen-tir que bailar me hacía feliz. Conocí a una persona muy importante, Trinidad Giles, que ha sido mi profesora durante todos estos años. Gracias a ella puedo transmitir a mis alumnas todo el conocimiento y el respeto que tengo por la danza española y del flamenco”, resalta Alonso.
Cuando llevaba bailando conocí a una chica que diera clases. Y aunque en un primer momento su respuesta fue no, finalmente se animó y se puse a buscar estudios donde poder dar las clases. “Tras poner anuncios, empecé las clases con un grupito muy humilde, muy pequeño y hasta el día de hoy. La verdad que estoy feliz porque el grupo que se ha formado y que he atraído es maravilloso. Son chicas que además de ser buenas personas disfrutan del baile que para mi es lo más importante. En mis clases quiero que vean que el flamenco no es solo flamenco como tal, sino que esté ligado con otros bailes. La danza española en sí es la madre de toda la danza y una de las partes es el flamenco. En las clases hacemos un calentamiento, una parte de danza estilizada, taconeo, zapateado y luego montamos coreografías”, explica las enfermeras.