DAVID RUIPÉREZ.- Es muy español eso de buscar fuera lo que se tiene en casa y desconocer los tesoros que ofrecen de norte a sur la Península y ambos archipiélagos. Los alemanes y los aficionados al surf sí saben muy bien que en la isla que hay al sur de Lanzarote se puede encontrar un entorno único para los amantes del mar y la playa. En su naturaleza volcánica y desierta encontramos la inmensidad del silencio. Circular por carreteras solitarias propias de esas películas americanas, de Arizona o Texas, genera sosiego a la par que inquietud. Pero el premio es muy grande: disfrutar de algunas de las mejores playas de España y Europa, unas inmensas y otras vírgenes y escondidas. El paisaje de anuncio de arenas blancas infinitas, dunas y aguas claras y limpias. Y también a veces un viento. Un aire refrescante, cuando es brisa, y al que maldecir cuando se empeña en demostrar que puede doblar las palmeras.

En los meses de verano, el litoral Mediterráneo es esa alfombra de sombrillas de colores que parcelan las playas y el paseo o el baño es una gimkana de niños, pelotas, palas y vendedores. En el norte hay más espacio en las grandes playas, pero no siempre el tiempo acompaña y el agua sólo es para valientes. La experiencia de un día de playa en Fuerteventura se aleja sustancialmente de los escenarios descritos, especialmente del masificado Levante. Nuestros “vecinos” de baño no nos robarán el sol en playas tan extensas como poco frecuentadas, tendremos cierta intimidad de conversación y confidencia. En ellas, el paseo es un placer cuando no hay necesidad de esquivar personas ni objetos, sólo caminar sin prisa por llegar a ningún sitio y dejar atrás problemas y preocupaciones.

Playas

La oferta hotelera de la isla es de primer nivel, con muchos establecimientos que ofrecen el servicio todo incluido. Cada zona de la alargada isla tiene sus particularidades, las playas de Jandía, Morro Jable, Costa Calma o Sotavento —para el windsurf y el kitesurf— en el sur. Y al norte, las inmensas dunas de Corralejo o las playas de los Lagos de El Cotillo. Todas dejarán boquiabierto al viajero acostumbrado a moverse por otras zonas de la península en sus vacaciones estivales.

Para desplazarse por la isla lo mejor es alquilar un coche. Es muy alargada y de un extremo al otro puede haber hora y media de carretera. Pero un vehículo privado nos va a permitir, por ejemplo, visitar una de las playas más especiales e inaccesibles de Fuerteventura: la playa de Cofete. Para llegar a este enclave, una playa de más de 10 kilómetros rodeada de montañas, tendremos que someter a la máquina a un tortuoso camino de arena y piedras, pero transitable no obstante, que nos dejará unas impresionantes vistas desde el mirador antes de afrontar el escarpado camino a la playa. Eso sí, que nadie sueñe siquiera con tener unas fotos de recuerdo en las que no esté  sujetándose la gorra o el sombrero y el pelo no esté al albur del peine de Eolo.

Una excursión a la isla vecina

Lanzarote se halla a sólo media hora en ferry desde el Puerto de Corralejo. Si nos sobran días podemos cruzar con el coche o sin él hasta la isla vecina y deleitarnos con los inigualables y misteriosos paisajes volcánicos del Timanfaya, los viñedos semienterrados —sin dejar de probar el vino blanco que no es fácil de encontrar fuera de Canarias— o el legado del gran César Manrique en los Jameos del Agua. Aunque la isla merece una visita exclusiva, desde Fuerteventura es una excursión muy recomendable